Capítulo 5

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Sakura estaba poniendo una almohada y una colcha en el sofá cuando presintió, más que oyó, la llegada de Sasuke. Sintió sin saber por qué un escalofrío. Hasta el mismo Tevo se acurrucó en el suelo y emitió un pequeño gruñido como si presintiese que se avecinaba una tormenta.

–Sakura. Oveja Negra

Ella dejó la colcha que estaba alisando y se incorporó para mirarle. Tenía una expresión que daba miedo. Ella sintió pánico cuando vio el objeto que tenía en la mano derecha. Sintió un vuelco en el corazón y se pasó, muy nerviosa, la lengua por los labios.

–Yo... No pensé... No pensé que pudieras encontrar... –dijo ella angustiada, sin saber qué decir.

Él dejó el test de embarazo con mucho cuidado sobre la mesita que había junto al sofá. Aquella varilla parecía un nuevo obstáculo que se abría entre ellos de forma acusadora, amenazando con separarlos definitivamente. ¡Qué ironía!, se dijo ella, pensando que, en condiciones normales, debería haber servido justamente para lo contrario.

– ¿Cuándo pensabas decírmelo? –preguntó él con una mirada fría y dura como el hielo.

–Pensé que no valía la pena decírtelo, porque...

– ¿Porque no es mío? –le cortó él de forma brusca.

La chica se quedó boquiabierta sin poder articular palabra, como si acabase de sufrir una profunda conmoción. Creyó ver ante sus ojos una nube de miles de lucecitas brillantes como pececillos de plata y tuvo que agarrarse a un borde del sofá para guardar el equilibrio. Nunca se hubiera esperado una reacción así de él. ¿Cómo era capaz de pensar una cosa así de ella? Sin embargo, cuando recordó la forma en que la prensa había tratado su supuesta cita con Sasori, comprendió que Sasuke pensase que no estaba embarazada de él. Después de todo, no habían sido capaces de tener un hijo en todos esos años. Trató de ponerse en su lugar. Ella había sufrido mucho por no haberle podido dar un hijo, pero nunca le había preguntado cómo se sentía él. Quizá se había sentido menos hombre por ello, menos potente y viril por no conseguir uno de los principales objetivos por los que se había casado con ella.

Él se puso a dar vueltas muy nervioso por aquel reducido espacio. Se detuvo luego un instante y la miró fijamente.

–Pretendías hacerme creer que era mío, ¿verdad? Por eso estuviste tan cariñosa la noche de la boda de mi hermano, comportándote de una manera poco habitual en ti. Estabas muy interesada en conseguir el divorcio y de pronto apareciste llena de pasión tratando de rasgarme la camisa para hacer el amor.

–Yo no te rasgué la camisa –dijo ella sin saber qué decir–. Los dos estábamos casi con toda la ropa puesta...

–Sí, es verdad, ni siquiera te molestaste como otras veces en los preliminares. Sólo querías llegar al final cuanto antes para conseguir tu coartada, tu justificación para endosarme al hijo que has concebido con ese hombre.

Sakura juntó las manos y las apretó con fuerza para no dejarse llevar por su impulso y hacer con ellas lo que estaba deseando.

–Te equivocas, Sasuke, no fue así...

–¡Maldita sea! ¿Y cómo fue entonces? –preguntó él muy furioso.

«Fue maravilloso, fue como al principio, espontáneo, apasionado e inolvidable», pensó ella, sin atreverse a decírselo.

–Nunca pensé en acostarme contigo esa noche –replicó ella.

«¡Embustera!», le dijo su consciencia. Ella no había pensado en otra cosa desde que entró en la iglesia y lo vio allí en el altar junto a su hermano Suigetsu, esperando a la novia. Le había recordado el día de su boda, lo ilusionada que había estado, lo apuesto y elegante que estaba el pelinegro aquel día y lo orgullosa que se había sentido de casarse con él a pesar de que él nunca le había dicho que la amaba.

Divorcio para dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora