Capítulo 10

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Sakura vio muy poco a Sasuke durante las semanas siguientes. La enfermedad de Madara había evolucionado de tal forma que necesitaba que alguien estuviera con él las veinticuatro horas del día. Sasuke tenía que repartir su tiempo entre mantener a raya a la prensa sensacionalista y atender los asuntos de su abuelo, además, claro, de su propio trabajo, que ya era de por sí bastante estresante. Ella comenzó a ver por primera vez desde que se habían casado que aquel ritmo de vida tan frenético no era algo que él hubiese elegido por voluntad propia, sino que le había venido impuesto por toda la gente que dependía de él. Consciente de ello, trató de hacerle la vida lo más agradable posible, ayudándole en todas las cosas que estaban su alcance y procurando que la villa fuese para él un lugar confortable y un refugio de paz cuando él llegase a casa, cansado y a veces después de que ella se hubiese ido ya a la cama.

Aún no se había hecho del todo a aquella villa que encontraba tan cambiada. Ya no había tantas personas de servicio ni tantos empleados cuidando de los jardines y del mantenimiento de la finca como antes. Tenía así más tiempo para pensar. Le asustaba hacer planes para el futuro, pero le gustaba poder ayudar al pelinegro en todo lo que estuviera en su mano mientras durase aquella fase tan difícil de la enfermedad de su abuelo. Pasaba muchas horas junto a Madara para dar así algún descanso a sus familiares. Disfrutaba sentada a la cabecera de su cama, charlando con el anciano cuando él estaba animado, o leyéndole el periódico o alguna de sus novelas favoritas.

A pesar de sus largas ausencias de la villa, Sasuke seguía durmiendo en su cama por las noches. Ella esperaba con ilusión el momento en que él llegaba por la noche en silencio y se acostaba con ella estrechándola entre sus brazos y la colmaba de besos y caricias hasta hacerle olvidar los sinsabores del día. Seguía sin querer penetrarla y prefería continuar con aquellos juegos amorosos. Era algo que a ella le resultaba frustrante, pero confiaba en que cambiaría cuando pasase el período de seguridad y la vida del bebé ya no corriese peligro.

Estaba ya en la semana duodécima del embarazo. Casi no podía creerlo. Incluso después de haber visto al bebé en la ecografía que se había hecho esa misma semana, le parecía un sueño. Confiaba en que, conforme pasasen los días, fuera recuperando la seguridad en sí misma y alejando sus temores.

Veía lo entusiasmando que estaba Sasuke con la buena marcha del embarazo, pero lo que seguía sin ver muy claro era lo que él sentía por ella. Trataba de ser comprensiva y se decía que quizá su aparente aire de ausencia y distracción no tenía nada que ver con ella, sino con el trabajo y el estrés al que estaba sometido. Se mostraba en todo momento muy atento y solícito con ella. Todo el que los viese, habría dicho que era un amante esposo y un hombre orgulloso y entusiasmado de tener su primer hijo.

Eso era lo que pensaba su familia. Hitomi les había invitado a cenar la semana anterior. Aunque todos los miembros de la familia estaban un tanto decaídos por el deterioro físico del anciano, que no estaba en condiciones de bajar las escaleras para estar con ellos, ella había visto que todos daban por hecho su reconciliación y no dudaban de que su matrimonio estaba ya consolidado.

Se había hecho muy amiga de Karin, la esposa de Suigetsu. Sakura se había ofrecido a ayudarla a perfeccionar su italiano y pasaban buenos ratos juntas en la villa jugando con la pequeña Katsu. La pelirrosa había llegado a querer mucho a la niña, que cada día que pasaba estaba más guapa. Karin estaba ya de casi cuatro meses, y estaba también radiante y muy ilusionada con su nuevo hijo. No dejaba de darle ánimos a la ojijade, infundiéndole confianza para que no se preocupase tanto, disfrutase de su embarazo y pensase sólo en la felicidad que tendría cuando naciese su hijo.

Le aseguraba que las náuseas que aún sentía eran una buena señal, tal como le había dicho Sasuke y el propio médico le había confirmando esa misma tarde en la consulta.

Divorcio para dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora