Capítulo 7

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EL timbre de la puerta se puso a sonar justo en el momento en que Sakura, agarrada con las dos manos a la taza del sanitario del cuarto de baño, inclinaba la cabeza hacia adentro. Había sentido de repente unas náuseas terribles. Nunca había sentido antes una sensación igual. Era como estar haciendo el peor viaje en barco de su vida. Su pequeño apartamento alquilado parecía dar vueltas a su alrededor. Pero no era sólo el apartamento, también el olor de algunas cosas le producían una sensación de vómito. Había abierto una lata de comida para Tevo y había tenido que subir corriendo las escaleras para llegar a tiempo al cuarto de baño.

El timbre de la puerta volvió a sonar de nuevo. Ahora con el acompañamiento de los ladridos del perro.

La chica se lamentó de lo inoportuno de la llamada y se limpió la cara con una toalla. Estaba muy pálida y tenía ojeras.

Bajó la escalera agarrándose con fuerza a la barandilla, temiendo que pudieran flaquearle las piernas en cualquier momento. Medio aturdida y con la mirada perdida, consiguió al fin llegar a la puerta principal, donde estaba ya Tevo moviendo el rabo muy alegre. Abrió.

Dio! ¿Qué demonios te ha pasado? –dijo el Uchiha nada más verla, sujetándola entre sus brazos y dando una orden tajante al perro para que se marchara de allí–. ¿Estás enferma, Sakura? –preguntó él con gesto de preocupación.

–Siento unas náuseas espantosas –respondió ella con un hilo de voz–. Llevo así casi una hora. Cuando abrí la lata para ponerle la comida a Tevo...

–Bueno, eso lo explica todo –dijo él–. Enviaré a alguien para que recoja tus cosas. Necesitas reposo. Yo daré de comer a Tevo a partir de ahora. Tú lo que tienes que hacer es descansar y cuidar de que no le pase nada al bebé. Lo primero que vamos a hacer es pedir cita ahora mismo para el ginecólogo.

–No, no quiero que me diga las probabilidades que tengo de perder a mi bebé –dijo ella, apartándose el mechón de pelo que le caía por la cara.

Sasuke sintió como si una garra le retorciera las entrañas.

–No vas a perder esta vez a nuestro bebé, cara, yo voy a estar tu lado para impedirlo.

–Tú no puedes hacer nada, Sasuke –dijo ella mirándolo con expresión apenada.

–Tenemos que luchar y tener confianza, Sakura. Sé que es aún muy pronto, pero esas náuseas que tienes son una buena señal. He leído en algún sitio que, cuando una mujer tiene muchas náuseas en las primeras semanas del embarazo, significa que está desarrollando una actividad hormonal muy importante y beneficiosa para el futuro del feto. Hay que mantener la esperanza y confiar en que esta vez todo saldrá bien.

–Me da miedo tener esperanza –dijo ella con voz apagada dándose la vuelta–. Me siento como si me hubieran dado un regalo que no pudiera tener en las manos y tuviera el presentimiento de que fueran a quitármelo en el último momento.

–No puedes pensar así, Sakura. Tienes que ver las cosas de forma más positiva. -Ella se volvió de nuevo para mirarlo con expresión seria.

–Sé que no te gusta hablar de ello, pero tú perdiste a tu hermana cuando tenía solo tres meses. Era una niña con vida, que respiraba y se reía cuando la miraban. Nuestro bebé es sólo un pequeño embrión, incapaz de vivir fuera de mi cuerpo. ¿Qué garantía podemos tener de que no siga el mismo camino que sus hermanos o que no podamos perderlo en el futuro como tu perdiste a tu hermana?

El rostro de Sasuke pareció cubrirse con una máscara, como el escenario de un teatro cuando cae el telón. La chica comprendió que se había excedido, que se había pasado de la raya. Había osado hablar del tabú de la familia, del asunto prohibido que nadie se atrevía a mencionar. Pero ella quería buscar en él la seguridad que a ella le faltaba. Deseaba que su embarazo fuera el aglutinante que los uniera a los dos para sacar adelante su matrimonio.

Divorcio para dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora