Epílogo

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 Cinco meses y medio después, Sakura contemplaba al hijo que tenía en los brazos y sintió como si el corazón no le cupiera en el pecho. Era un milagro. Aunque había habido algunas pequeñas dificultades en el parto, el niño había llegado al mundo perfectamente, con todos los dedos de las manos y los pies en su sitio, con su naricilla y su pequeña mandíbula tan parecida a la de su padre. Tenía también unos buenos pulmones, de eso no cabía duda a juzgar por lo que se le oía en toda la clínica.

Sasuke no había dejado de llorar desde que había visto a Sakura dando a luz a su hijo. Él mismo había cortado el cordón umbilical y sabía que nunca podría olvidar el momento en que había visto aparecer la cabeza de su hijo.

– ¿Puedes creerlo? –dijo ella con una sonrisa llena de orgullo mientras el movía la cabeza con gesto negativo, incapaz de hablar–. ¿Cómo vamos a llamarle? –le preguntó ella, mirando embelesada al bebé que había dejado ahora sobre su pecho.

Él se aclaró la garganta antes de decir nada.

–No podemos andar perdiendo el tiempo discutiendo esas cosas –replicó él–. Nuestro pobre hijo no tiene nada que ponerse. Tendré que salir a comprarle ropa.

La chica lo miró con aire avergonzado.

–La verdad es que... le compré un par de cosas la semana pasada. Karin me llevó de compras y no pude resistirme.

El pelinegro le apartó el pelo que le caía por la cara.

–Veo que al final recobraste la confianza y dejaste a un lado tus supersticiones.

–Sí, tenía confianza en que tú me seguirías amando pasase lo que pasase.

Sasuke se inclinó hacia ella y la besó en la boca dulcemente.

–Te lo dije, cara. El bebé es un bonus, un extra.

Un bonus precioso y maravilloso para una relación que vale para mí más que todo el oro del mundo.

–Te amo, Sasuke –dijo ella sin poder contener las lágrimas de alegría. Él sonrió y le enjugó las lágrimas con las yemas de los dedos.

Yo también te amo, mucho más de lo que se puede expresar con palabras. Nunca dejaré de amarte.

El bebé se puso a llorar al perder contacto con el pezón del que se estaba alimentando. Sakura le ayudó a encontrarlo de nuevo y contempló feliz a su hijo, que parecía haber nacido con bastante hambre. Luego, miró de nuevo a Sasuke.

–¿Cómo le llamaremos entonces? –preguntó ella–. ¿Tienes alguna sugerencia?- el pelinegro pasó un dedo suavemente por la pequeña cara sonrosada de su hijo.

–¿Qué te parece Matteo? –dijo él.

–Mmm... Me gusta –replicó Sakura–. ¿Qué significa?

–Significa, regalo de Dios –respondió él. 



FIN

Divorcio para dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora