Bien, así no es como recuerdo haberme quedado dormida, aunque para ser sinceros, ni siquiera estoy segura del momento en el que eso paso.
Solo recuerdo haber estado tan tensa como la primera cuerda de una guitarra, recostada en la cama junto a Bal, porque desde siempre había sido él el jamón de nuestro sándwich familiar y no podía pretender cambiar las reglas ahora solo porque me sentía como una adolescente incomoda sentándose junto a su crush.
De todas maneras, nada explicaba que hubiese terminado con mi cabeza usando el hombro de este enorme hombre como mi almohada, mientras que mi brazo descansaba cómodamente sobre su pecho y mi mano sobre el lugar exacto donde se sentían los latidos de su corazón, una de mis piernas se entrelazaba con las suyas, mientras la mano de Bal — me gustaría contar la historia apta para el horario y decir que estaba sobre mi cadera, pero no—, sujetaba una de mis nalgas como si, inconscientemente, quisiera acercarme aún más ¿Y qué más cerca podía tenerme si ya estaba prácticamente sobre él?
Intenté moverme, poner algo de distancia entre nuestros cuerpos, pero solo conseguí que esa cálida mano me diera un apretón que despertó a las mariposas en mi vientre y aceleró los propios latidos de mi corazón hasta el borde del colapso.
¿Realmente estaba durmiendo? Busqué en su rostro alguna señal de consciencia y solo encontrando un ligero ceño fruncido que arrugaba su frente ¿Qué estaba soñando? ¿Tendría un mal sueño?
Automáticamente subí mi mano de su pecho hasta su rostro, acariciando esa suave y espesa barba suya, siempre tan perfectamente recordada, y recordé todas esas veces que él había frotado su mentón contra mi cuello, haciéndome cosquillas con la misma, o la manera en que se sentía cuando nos besábamos.
Seguramente todo fue culpa de las muñecas de vudú de Nena, porque en un momento había estado acariciándolo y al siguiente mis labios se presionaban contra los suyos, como si se tratara de una princesa oso y yo el príncipe rubio que quería despertarla.
Acaricié la nariz de Bal con la mía, deseando poder tenerlo una vez más, que me abrazara hasta que nuestros cuerpos se sintieran como uno solo, que me derritiera por completo a causa de sus besos y bajo su cuerpo. No quería marcharme sin hacerlo, pero sabía que eso era lo más egoísta que podía desear, porque le daría ilusiones que no podía, lo pondría en riesgo, lo haría saber cuánto lo amaba en realidad y entonces él jamás querría dejarme ir.
Y no había nada que quisiera más en este momento, era la razón por la que me había querido mantener alejada, para no sentir estas dudas, pero había llegado a mi límite, ya no podía más ¿Y si esta era la última vez que tenía la oportunidad de verlos, de estar con ellos? Quería pasar cada segundo del tiempo que me quedara junto a mi familia.
Sí, sí, muy romántica y todo, pero estaba olvidando que en la habitación no solo éramos Bal y yo, también había un pequeño demonio rubio que estaba mirando mi escena digna de obra de teatro con sus ojos azules estrechados hacia mí, sopesando cada uno de mis actos en esa mente infantil suya.
—¿Estás tratando de despertar a papi? —me preguntó y por algún motivo me sonó a ironía—. Tenemos que ir a la escuela —dijo, frotándose los ojos—, podemos tirarle agua si los besos no funcionan.
Mi cara comenzó a arder, porque había visto más de lo que pensaba.
Intenté apartarme de su papá, pero esa mano en mi nalga era inamovible y no hacía más que ayudarle a mi cuerpo a que se arrimara aún más a él.
—Bal, despierta —susurré, dándole palmaditas en la cara — y suéltame el culo de una maldita vez.
Nena se cubrió la boca y no sabía si era intentando ocultar su horror o una sonrisa.
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Intercambio de Corazones 6.5#LR
ChickLit¿Cómo explicar que, no quieres, pero debes dejarlos? ¿Cómo hacer que entiendas que no es que hayas dejado de amarlos, sino que es por lo mucho que te importan que tienes que hacer esto? No puedes, no debes decir nada porque intentaran detenerte, q...