Capítulo 12°: Flor de amapola.

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—¿Y de quién es el teléfono? —preguntó Car en la pantalla, jugando con unos palitos de metal mientras hablábamos, uno de los hijos de Tigre se paseaba por la pantalla de vez en cuando.

—Mío, papi me lo dio para que lo llamara en caso de emergencias.

—Entonces ¿Bal no está ahí? ¿Te dejó solita?

—Sí, pero solo porque tuvo que ir a ver a mami, están preparando mi regalo, ya sabes.

—Oh, cierto, tu hermanito. Estoy tejiéndole unas botitas para cuando vuelvan —finalmente le enseñó lo que estaba haciendo con esos palos extraños, no parecían botitas, pero quizás cuando las terminara...

—¿Sabes si será una niña o un niño? Yo también quiero comprarle un regalo —y nadie parecía saber qué iba a ser el bebé, se moría de curiosidad por saber.

—Lo sé, pero no te diré nada, eso arruinaría la sorpresa —Car se encogió de hombros.

—No es justo.

—Lo que no es justo es que quieras aprender mis trucos, pero no hayas conseguido los materiales ¿Cómo vamos a hacer un hechizo de protección sin colas de rata?

—No me gustan las ratas —traté de ocultar mi cara de asco, pero fue imposible. Las ratas eran horribles—. Las novias de Tigre siempre llevaban animalitos muertos a la casa, sobre todo ratas.

—Estaban compartiendo sus juguetes contigo.

—No eran juguetes, eran animalitos muertos.

—Para ellos lo son, y quiere decir que les agradas. Deberías estar muy orgullosa.

—Pero no quiero ir a buscar ratas ¿no puedo usar flores y cosas lindas, como mi nueva pistola de agua? —se la enseñé a la pantalla, papi me había comprado una nueva pistola que disparaba mucho más lejos.

—Puedes usar lo que quieras, pero a las colas de rata siempre me han funcionado —se encogió de hombros, dándose por vencida.

—¿Qué tengo que hacer cuando tenga todas las cosas lindas?

—El dibujo que te enseñé y pones todas las cosas en medio, luego solo tendrás que pensar en Sofí y tu papá, en que quieres que estén bien, en volver todos juntos, con tu hermanito, a casa, sanos y salvos.

Moví la cabeza para que entendiera que le iba a hacer caso mientras tomaba el osito que me había dado mamá, con el que dormía cada noche, también la pistola de agua nueva. Traería algunos otros de mis juguetes, el suéter de mamá que había guardado entre mis cosas para que olieran a ella, una camiseta de papá y algunas flores lindas. A ellos les gustaban las flores.

—¿Te estás llevando bien con los niños que viven ahí?

—Es solo un niño, uno muy pesado —no era como Max o Aaron que siempre le hacían caso—, cree que porque soy niña no puedo jugar con él.

—¿Es mayor que tú?

—Un poco —era más alto—, además, casi siempre está hablando de una manera que no entiendo y sé que lo hace para molestarme. No me agrada.

—Los niños son un poco idiotas a esa edad, Nena ¿Cómo te tratan los amigos de Bal? ¿Son agradables contigo?

—Sí... pero extraño a mis papás —sorbí mi nariz, comenzando a sentirme triste. No quería llorar, no cuando no estaba ni mami ni papi para abrazarme.

—Van a ir por ti muy pronto.

—¿Quieres que juegue con las cartas de mamá? —le pregunté a Car—. Ella ya no quiere verlas, pero las traje conmigo de todos modos.

Intercambio de Corazones 6.5#LRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora