Pretenciosa caída
Volví a verme en el mismo estado, caminando sin una dirección en concreto. Desde arriba hacía mi cara caían estrellas congeladas, que se derretían al colisionar contra esta.
En el cielo una pelea digna de ángeles se llevaba a cabo. La sensación de hundimiento aumentaba con cada estocada que los oponentes se daban entre sí.
La nieve ardía, pero aun así el entumecimiento causado por ella no se desvanecía simplemente. A lo lejos el faro de la montaña, con su complicada luz, volvía la escena más oscura. Las bombas caídas a la tierra no explotaban, sólo la volvían más tóxica, el grito de guerra de los soldados se tornaba silenciado por el eco de lo ya pasado y aún continuado.
El tiempo había regresado sólo para contemplar de nuevo la guerra de primera mano. La noche se había adueñado sin prejuicios del cielo, y no tenía intención de entregarlo a su socio de eones. El cantarín sol se había quedado dormido, y las estrellas envidiosas brillaban por ser la más hermosa en su ausencia.
La estación, fría y desierta, estaba durando más de lo establecido, haciendo mis huesos más pesados y difíciles de llevar. Las numerosas alas ensangrentadas y frágiles habían decidido caer para así yacer por fin, firmemente, en el suelo. Mis verdugos, inocentes, decidieron retrasar la ejecución, y aun así la tortura de la muerte no sería la peor en su clase.
Mis hermosos ojos, atentos a la situación, habían decidido huir, dejándome sólo a mí para contemplar el caos llegado de un ayer, que se quedaba a un mañana. Mi cosida boca, había impedido mis gritos, desgarradores y poderosos, habían sido parados. Y mis oídos, sin quedar atrás serían fusilados entre sí con improperios y maldiciones.
Por mucho que había implorado, la realidad no había desistido y me había enviado una fantasía encarnada, y rodeada de realismo.
Ni el eterno cielo, podría nunca olvidar lo sucedido, con gotas lloraría, con truenos gritaría, con rayos pegaría, y con centellas, algún día, explotaría.
Una querida flor me había susurrado la verdad, en castigo a todo, su honor y sangre derramados fueron. En el vacío del espacio seguían existiendo los maniáticos, que con actos venenosos, salían victoriosos. Y después de todo, la fe tan anhelada que enfermaba a la gente, fue erradicada con amor, antes del dolor.
El nuevo Mesías en mi cara había reído, de mí se había mofado, al final, me había insultado. Todo se había convertido en lo mismo, mientras las divinidades en el cielo luchaban a costa de heridas en mi pecho y espalda. El rastro que dejaba era imborrable, y daba paso a más ataques. No era un simple ajuste de cuentas el que estaba siendo procesado en mentes inocentes, era una cuestión de daño y destrucción.
"Bienvenido al universo."
Había decidido pararlo cuando mi camino fue puesto en la mira de un arma dominante. No bastaba con correr, y no podía simplemente huir, el sello que se había hecho fue una granada sin miedo a su liberación.
Una vez más pasaba, y volvería a pasar en el estático y egoísta tiempo, y yo, de nuevo en esta batalla sería el blanco personaje, con el nombre incorrecto, en medio de un preciado rubí.
N/A: Holaa, lamento haber tardado tanto en subir, la verdad, pero no me conformaba con ninguno de los relatos. Espero que disfruten este relato y que sea de su agrado :) Se que es corto, pero no creo que tarde demasiado en subir otro.
Me animaría mucho si me regalarás un voto y un comentario, son gratis.

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Caída
Proză scurtăY tú, ¿lograrás sobrevivir a la caída? Libro de relatos cortos. No se permiten copias y/o adaptaciones. Registrado en Safe Creative bajo el código: 1407181492140