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-¿Qué?- preguntó Valentina.

-Yo sí puedo sostenerte la mirada- repitió Juliana.

-Eres la única, ni Lucía, ni mis hermanos pueden, por eso me llaman asi... entre otras cosas.

-Vi muchas fotos tuyas en diferentes eventos, nunca faltas, siempre eres tema de que hablar... pero hay algo que no vi nunca.

-¿Qué cosa?- pregunto Valentina.

-Nunca vi una sonrisa tuya.

-Supongo que fue asi como me gané el sobrenombre de "la mujer de hierro"... desde hace diez años no hay una sola foto de mi sonriendo.

-Sé que no las hay... también llevo algunas horas viéndote y no he visto una sonrisa tuya.

-Y no la verás Juliana... ya no sé cómo hacerlo- respondió Valentina desviando la mirada.

-¿Por qué? Con tu sonrisa conseguías iluminar el mundo... mi mundo- terminó susurrando Juliana.

-La felicidad no me sirvió de nada.

-Lo siento.

-¿Por qué te disculpas?

-¿Qué te hice Val?

-No puedes responder una pregunta con otra pregunta.

-¿Algún día podrás perdonarme?

-¿Serviría de algo?

-¿No que no se podía responder una pregunta con otra pregunta?

-Tal parece que no sabemos seguir las reglas.

-Te lo digo de corazón Val... discúlpame... por todo

-Solo olvídalo Juliana

-No Val, es mi culpa, yo te lleve a esta situación- dijo Juliana bajando la mirada.

-No tiene caso, solo tienes que seguir adelante, y evidentemente lo has hecho.

-No todo lo que brilla es oro Valentina.

-¿A qué te refieres?

-Solo lo digo... no todo lo que brilla es oro.

-Supongo que tienes razón... ¿Tu mamá sabe que ibas a ir a verme?

-No

-¿Por qué?

-Ella no sabe que estoy en México.

-¿Cuánto llevas en el país?

-Llegué anoche, tome un vuelo privado, no quería que nadie supiera que vendría, iré a verla mañana.

-Hay algo más en la historia- aseguró Valentina.

-¿Por qué lo dices?

-Te conozco- dijo Valentina encogiéndose de hombros.

-Mi mama no sabe que tú y yo seguimos casadas, no quise decírselo- respondió Juliana.

-No entiendo, ¿Cómo te enteraste que seguimos casadas?

-Por los papeles, los solicité, me llamaron y me explicaron lo que ya sabes.

-Espera... la prensa puede enterarse de eso- dijo Valentina asustada.

-No lo harán, en Registro Civil solo una persona lo sabe, y le pagué mucho dinero para que guardara silencio, nadie más se enterará, por eso tomé el vuelo privado, era urgente.

-Entonces... ¿le dirás? Me refiero a tu madre, ¿le dirás?

-No lo sé.

-Ahí es donde te digo que hay algo más en la historia.

-Mi mamá no está de acuerdo con que me case- confesó Juliana luego de un momento de silencio.

-¿Por qué? No me digas que porque es mujer, ella estuvo totalmente de acuerdo cuando todos se enteraron que tú y yo nos habíamos casado.

-Es precisamente por eso, mi madre te adora.

-Eso fue hace muchos años Juliana.

-Tal parece que no todos podemos pasar página.

-Creo que es hora de irnos, ¿Dónde te estas quedando? Lo pregunto para pasar a dejarte- dijo Valentina incomoda.

-No, no nos podemos ir, tenemos muchas cosas de que hablar.

-No cambiará nada.

-Lo sé, pero ha pasado mucho tiempo, y nos lo merecemos.

-A ver Juliana, no tenemos nada de qué hablar, todo quedó muy claro hace diez años.

-¡No! No quedo nada claro, quería decirte tantas cosas- dijo Juliana con los ojos llenos de lágrimas.

-¡Pero no lo hiciste!- gritó Valentina.

-Tenía miedo Val.

-¿Y crees que yo no? Y no era precisamente por mí, era por ti, quería resolverlo, pero contigo a mi lado y no lo permitiste.

-Val...

-¡No! No me digas nada.

-Pero...

-Es jodido ¿sabes? Lees todas esas historias trágicas de amor, y piensas que solo son cuentos, que los finales felices existen, hasta que esa historia trágica de amor te pasa a ti, y te das cuenta que estabas equivocada en tu pensamiento, las historias trágicas de amor en realidad existen, en cambio son los finales felices los que son un cuento.

-¿Qué querías que hiciera?- preguntó Juliana desesperada.

-¿Qué quería?... quería que lo habláramos, que lo resolviéramos juntas, como todas esas malditas promesas que una vez hicimos.

-Val...- susurró Juliana mirando como a Valentina se le llenaban los ojos de lágrimas.

-Yo hubiera ido hasta el fin del mundo contigo, si tú hubieras querido ir conmigo... ¿y qué pasó? Esa noche me hiciste el amor, me dormí esperando sentir tus manos en mi cintura abrazándome al día siguiente, y mirar tu rostro, y en cambio lo único que vi al despertar fue una maldita nota despidiéndote, y un espacio vacío, solo dijiste que encontrarías la forma de regresar... ¡Nunca lo hiciste!- gritó Valentina secándose las lágrimas.

-¡Si regresé!- gritó Juliana empezando a llorar.

Siempre fuiste tú JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora