Una triste vida solo puede acabar en tragedia. Nada importa si siempre fue así.
Sin embargo... ¿Si tan solo hubiera una esperanza de ser feliz, destrozarías esa esperanza o dejarías que ella terminara contigo?
La historia de un hermoso chico llamado...
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Era un hermoso día soleado, aunque súmamente frío cuando seguía a Viktor hacia la mansión principal. Mis cabellos bailaban con el aire fresco y acariciaban mis mejillas, pero no sentía aquel gélido frío con el que caía enfermo cada invierno desde mi nacimiento.
Viktor me había llevado a alimentarme por primera vez y pude sentir el delicado y cálido sabor de la sangre. Tenía miedo cuando vi a aquella mujer desmayarse en manos de mi salvador, pero no podía contener el hambre que sobrepasaba a aquella sensación insaciable desde mi nacimiento humano. "Pronto podrás hacerlo por tu cuenta, pero debes ser delicado con ellos, son muy frágiles y es cruel lastimar así a quien te proporciona alimento" me decía mientras succionaba la vida de ella. Pronto entramos por la puerta principal y me sentí aún más en un sueño. Viktor tomó mi mano y me paseó por cada rincón para que conociera aquel al que él llamaba "mi nuevo hogar". Yo no podía estar más feliz, nunca le podría terminar de agradecer a aquel hombre que me sostenía por cada nueva experiencia que me estaba dando. Siempre me cuidaba y me trataba como ninguna persona lo había hecho en mi desgraciada vida pasada. Cada vez que acariciaba mis mejillas o revolvía mi cabello con cariño, creía que podía morir en aquel momento y habría valido la pena cada dolor sufrido del pasado.
Viktor me repetía que jamás me iba a dejar ir en cada día que pasaba. No había día que no me recordase lo valioso que era para él. "Mi angel", "mi salvador", "un diamante en bruto que logré encontrar y pulir", "el sueño de una vida" era como solía expresarme su infinito aprecio, y yo no sabía cómo corresponderle mas que cederle mi sangre y mi carne, a pesar de todo, era un precio pequeño a pagar... .. Por fin era amado.
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— ¿Espero que entiendas, Yuri, que tu sangre se ha vuelto una de las más preciadas y temidas para los seres como nosotros?— clamaba casi en forma de discurso el viejo junto a mí mientras me llevaba por la biblioteca de aquel lugar parecido al inframundo. — Si le permites a alguien tomar ventaja de ello, poseerte como lo has hecho con aquel que te mordió, podría tener un dominio total sobre el resto de nosotros. Por eso debes de mantenerte firme ante tus deseos y pelear con todo lo que tienes ahora y en el futuro. Incluso si no es por nosotros.
—No tengo idea de por qué dices que soy especial. Jamás he sido nada de eso ni en esta vida ni en mi vida pasada. Es estúpido pensar que yo...
—Sabes quien es tu madre?... ¿Tu padre? ¿Conoces a alguno de tus antepasados?— callé sin decir nada cediéndole la razón— Tú no naciste como vampiro, pero tenías sangre de uno. Podría pensar que en el pasado tu familia fue perseguida por ello y tú lograste sobrevivir. Seguramente Viktor notó esa sangre corriendo por tus venas y se regocijó por haber encontrado una maravilla viviente.
Mientras más hablaba, menos quería escucharlo. Era una cosa el saber que Viktor me usaba únicamente para sanar sus deseos de sangre y sexo, pero hasta ese momento aún poseía la ingenuidad de pensar que Viktor me había querido como ser y no como objeto en algún momento. Quizás antes de conocer a Yuuri. Quizás cuando agradecía por los dones que me había dado. Quizás cuando me daba aquella mirada como de un padre a su hijo... O eso pensaba. No quería creer que desde que me liberó aquella vez estaba comprando mi sangre.
