Capítulo 7

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El señor Ernesto nos ha ofrecido una invitación para una paseo
privado por el bosque. Matteo entró en la cocina mientras Luna tomaba un trago de café con el que casi se atragantó. Llevaba unos vaqueros, solo unos vaqueros, que le caían bajo las caderas y su torso desnudo y
musculoso resultaba demasiado tentador.

–¿Hay café para mí?

–Oh, claro. Es la mezcla de Chiang Mai. Es buenísima. Fuerte, pero brillante y un poco cítrica.

–Me encanta cuando me hablas de café –dijo llevándose la taza
a los labios y sonriendo.

La escena tenía cierto aire hogareño, aunque algo hogareño no podría tener un lado tan peligroso y excitante, eso seguro. Y Matteo sin camiseta tenía esas dos cosas.

–De acuerdo, háblame de ese paseo –dijo mirando la taza de
café fijamente.

–Es muy romántico. Para recién casados.

A ella se le encogió el estómago.

–Genial.

–Espero que hayas traído bañador.

Oh, bien. Matteo y ella en bañador. Miró el hermoso rostro de Matteo, que parecía de lo más tranquilo. Lo más ridículo de todo era que él no parecía sentirse incómodo en absoluto por la situación. Su pequeño infierno de frustración sexual era cien por cien privado porque Matteo lo ignoraba por completo. ¡Muy típico!

–Sí, he traído bañador.

–Bien. Te veo en veinte minutos.

–Vale.

Intentó ignorar la pequeña parte de su ser eternamente optimista
que le susurró que podría ser algo positivo.

Luna se colocó su sarong rosa brillante y, mientras salía al jardín donde Matteo la estaba esperando, se aseguró de que el nudo que se había hecho en el pecho estaba bien sujeto.

–Lista. ¿De qué va esto?

–Espera y verás –le respondió colocando la mano en la parte
baja de su espalda mientras la conducía al portón y de ahí pasaban a un estrecho camino que bordeaba una espesa arboleda y se abría a una extensa zona de hierba.

–¿Estás de broma? –preguntó ella con los ojos abiertos como platos.

Había dos elefantes allí, uno equipado con un arnés que tenía
unos pequeños asientos acolchados encima.

–Los paseos en elefante son una gran atracción turística en Chiang Mai y nunca antes lo he hecho, así que pensé que podríamos aprovechar la oportunidad.

–¿Es tu primera vez? –había pretendido hacer un chiste, pero al final el comentario había parecido tener un trasfondo sexual que había estado ahí desde que habían salido de San Francisco.

Una lenta sonrisa se extendió por el rostro de Matteo.

–Solo lo del paseo en elefante.

–Vale, entendido –estaba segura de que se estaba sonrojando.

–¿Y tú?

Ella estuvo a punto de atragantarse.

–¿El elefante?

–¿A qué, si no, iba a referirme?

A su virginidad. Pero no, claro, él nunca le habría preguntado por
eso.

–Sí, es mi primer paseo en elefante –respondió secamente.

–Señor Balsano –dijo un hombre vestido con pantalones de lino
blanco y una camisa suelta–. Y la señora Valente, supongo –añadió
deteniéndose frente a ella y con una cálida y afable mirada.

Luna De Miel Con Otra [Lutteo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora