Capítulo 16

1K 73 0
                                    


Para cuando Matteo bajó a las cocinas había perdido todo control sobre su libido y su actitud. No, no se sentiría satisfecho hasta que volviera a meterse en la cama con ella o lo hicieran contra la pared. Por eso había dejado de besarla, porque no tenía preservativo.

Siendo adulto no había tenido muchas amantes porque había
preferido tomarse las cosas con calma, y le gustaba que las mujeres tomaran la píldora a la vez que él usaba preservativo.
Pero con Luna se había relajado y, por primera vez desde el
instituto, se había saltado unos cuantos pasos y había estado a punto de volver a hacerlo en su despacho, desesperado por estar con ella, por estar dentro de ella.

Y todo porque desde que habían regresado a California no se había sacado de la cabeza la noche que habían compartido. Había soñado con ello y, las veces en que no había estado recordándolos haciendo el amor, había estado reviviendo el
momento en que le había hablado de su hijo. Él nunca hablaba de Jake; no desde que había muerto en el hospital con solo unos días de vida. Ese suceso lo había cambiado todo.

Antes de aquello había sido un niño mimado, hijo único y
destinado a pasar por la universidad con una beca de rugby. Lo había tenido todo, pero al nacer Jake había sentido el peso de la obligación. Y cuando el bebé había muerto, ya no había vuelto a ser el mismo porque había visto todo lo que había hecho mal.

Por eso se había marchado dejando atrás quien era y a todos los que conocía. Y cada día que pasaba había sido como un día más lejos de aquella terrible experiencia en el hospital; lejos del día en el que le pareció como si alguien hubiera hundido la mano en su corazón y le hubiera arrancado todas las emociones y las hubiera distorsionado. Desde entonces había querido control en su vida y sopesar las consecuencias de sus actos.

No estaba seguro de por qué se lo había contado a Luna cuando nunca se lo había contado a ninguna otra mujer, pero tal vez
fue porque era la única persona que había formado parte de su vida con regularidad durante casi una década. Y ahora posiblemente lo había estropeado todo acostándose con ella, besándola, y pidiéndole que hiciera de su prometida en su luna de miel.

Empujó las puertas dobles de las cocinas y vio a Luna agachada
frente a uno de los hornos. Aprovechó para disfrutar de las vistas y de cómo su falda se ceñía a sus curvas. Era un crimen que la hubieran hecho sentirse insegura por esas curvas... las mismas que lo habían vuelto loco en la oficina cuando a punto había estado de...

–¡Oh! No sabía que estabas aquí –le dijo ella al girarse.

–Acabo de entrar. ¿Qué me has preparado?

–Creo que te gustarán. Están enfriándose. Mañana los serviré a la hora del almuerzo.

–¿Nueces?

–No. Son de crema de naranja. Y no me mires así, te gustarán –
le ofreció un cupcake anaranjado con cobertura blanca y brillantes
cristales de azúcar por encima–. Tiene ralladura de naranja en la masa y crema bávara en el centro y la cobertura es de crema de
mantequilla.

–Todo lo que me gusta –dijo y le dio un mordisco. Sin duda, Luna era un genio. Lo había hecho triunfar y ahora se marcharía –. Está bueno.

–¿Lo ves? Te lo he dicho.

–Y yo te he dicho que no será fácil reemplazarte. Eres la mejor.

–Me alegro de que te guste –le respondió con una triste sonrisa.
Matteo no iba a preguntarle qué le pasaba porque no estaba
seguro de poder solucionarlo y temía ser la causa de su angustia.

–¿Lista para irnos?

–Sí, lista. Oh, espera –se detuvo y fue hacia él con la mirada clavada en su boca. Al instante Matteo se tensó y su cuerpo se
encendió, preparado para acariciarla, besarla. Ella alargó la mano y posó el pulgar en la comisura de su boca–. Te habías manchado de cobertura –le dijo con un tono dulce que lo atormentó.

Luna De Miel Con Otra [Lutteo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora