Capítulo 4

1.3K 99 6
                                    


Luna era una empleada. Luna era una amiga. Luna no era una
amante potencial y, normalmente, eso significaba que no podía mirarla como si fuera a serlo. Pero esa noche no era normal. ¡Ni por asomo!

–Bien –se levantó e intentó suavizar su interés por su cuerpo, pero era un hombre. Un hombre que llevaba mucho tiempo en celibato. Un hombre que llevaba mucho tiempo esperando un alivio y que había quedado tristemente decepcionado.

–¿Vamos en el jet de la empresa? –le preguntó ella sonriendo y enarcando una ceja perfectamente depilada.

Era preciosa y no solo por sus curvas. No solía pararse a admirar su físico muy a menudo porque era alguien que siempre
estaba ahí, cada día, pasara lo que pasara. Y cuando una persona siempre estaba ahí, uno no se paraba a mirarla con mucha frecuencia. Pero ahora estaba mirándola.

Su rostro era algo redondo, su piel pálida y suave. Sus ojos, verdes, claros y grandes, estaban
enmarcados por unas oscuras pestañas que contrastaban con el tono castaño de su pelo. Y sus labios... carnosos y suaves y de un tono rosado muy delicado.
Contemplar sus rasgos era una agradable distracción, sobre
todo ahora que estaba a punto de enfadarla mucho, mucho.

Normalmente no le importaban los sentimientos de los demás, no lo suficiente como para perder el sueño por ello; él regía su mundo y no cuestionaba sus decisiones, pero Luna era distinta. Siempre había sido distinta.

–Hay algo que no te he dicho aún –y habría sido sensato guardárselo hasta que Luna hubiera subido al avión y se hubiera tomado una o dos copas de champán.

–¿Qué? –le preguntó estrechando los ojos.

–Hoy tendría que haberme casado.

–Sí.

–Hoy tendría que haberme ido de luna de miel con mi mujer. Y ahora, aquí estoy, sin esposa y sin orgullo.

Ella enarcó una ceja y su boca se torció en una áspera expresión.

–¿Qué pasa, Matteo?

–Necesito que me acompañes, más que como amiga en lo que
respecta a Ernesto.

Ella sacudió la cabeza y soltó la bolsa sobre el suelo de madera.

–Eso es... ¡es una locura! ¿Quién se iba a creer que ya has empezado una relación con otra persona?

–Todo el mundo, Luna. Soy un hombre que se encuentra en la
agonía de un corazón roto. Todo el mundo está al tanto de nuestra
relación profesional, de nuestra amistad. ¿Es tanta locura pensar que, después de haber sufrido esta decepción amorosa, haya mirado a mi mejor amiga y haya encontrado en ella algo más?

Oírlo decir algo que se acercaba tanto a sus fantasías resultaba
doloroso.

–No. No, no pienso entrar en este juego. Es ridículo, Matteo. Ve tú solo.

–No puedo.

–¿Por qué?

–Mira, mi orgullo sobrevivirá, pero si me presento allí solo y sin
mi esposa como un perdedor solitario que no ha podido mantener a su lado a su novia, ¿quién querrá cerrar un trato comercial conmigo?

–Pues ofrécele más dinero.

–Ese es el problema con Ernesto. Para él el dinero no es lo principal. Si pudiera extenderle un cheque de mayor valor, lo haría, pero no se trata solo de eso. Se trata de la gente, de la clase de gente con la que quiere hacer negocios, y yo soy ese hombre. Me importa mucho el trabajo que está haciendo en Tailandia. Tengo que dar la impresión de llevar las riendas de mi vida y no dejaré que un desliz como Hannah lo eche a perder.

Luna De Miel Con Otra [Lutteo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora