Capítulo 14

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La mañana llegó demasiado deprisa y la luz atravesó la cortina de gasa que rodeaba la cama trayendo consigo la realidad del momento.

No quería que la noche terminara. Se había sentido como una princesa, bella y deseada. Había cumplido su sueño. Pero esa mañana se sentía como si se hubiera convertido en una calabaza.

Miró al hombre que dormía a su lado, el único al que había deseado, al que había amado. Y hoy tendría que levantarse y olvidar que todo eso había sucedido y dejarlo relegado al apartado de «recuerdos perfectos».

–Todo está listo para que el avión salga en una hora aproximadamente –le dijo Matteo con los ojos aún cerrados.

–De acuerdo –respondió ella saliendo de la cama y cubriéndose con la sábana ante la luz del día.

Podía sentirse sexy y cómoda con su desnudez cuando él la miraba como si la deseara y fuera un tesoro preciado, pero no era tan fácil hacerlo cuando él mostraba tan poco interés.

–Voy a darme una ducha muy rápida.

Y con eso salió corriendo al baño, abrió el grifo del agua y se
sentó sobre la tapa del inodoro dejando que las lágrimas cayeran por sus mejillas y esperando que el sonido del agua anulara el sonido de sus sollozos.

Matteo se incorporó en la cama maldiciendo. La noche anterior
había sido una aberración que no podía repetirse por muy ardiente e increíble que hubiera sido. Casi había olvidado usar preservativo y Luna había resultado ser virgen.

Si se hubiera parado a pensarlo un momento, se habría dado
cuenta por lo nerviosa que estaba. La conocía muy bien, tanto como para saber que no era mujer de una sola noche y que era sensible, emocional y dulce. Sintió náuseas.

Seguramente ni siquiera estaba
tomando la píldora y cabía la posibilidad de que cuando había estado en su interior sin protección hubiera cometido un error. Golpeó la mesilla de noche con el puño y se levantó para recoger su ropa. ¿Es que seguía siendo tan estúpido ahora como hacía catorce años?

El corazón se le paró un instante mientras al recordarlo. No. Había trabajado mucho para dejar atrás esa persona, ese chico que había sido tan irresponsable y que había generado tanto daño. La noche anterior había perdido el control y con Luna, precisamente. No podía volver a pasar. No pasaría más.

Luna apareció unos momentos más tarde con el rostro fresco y
sonrosado y el pelo mojado y ondulado. Llevaba unos vaqueros y una camiseta que no pudieron evitar que en su mente la recreara desnuda, como la había visto la noche anterior. Pura perfección. Mejor de lo que podía haber imaginado.

–¡Eh! –le dijo ella intentando sonreír aunque no con mucho éxito.

–¿Estás bien?

–Estoy bien.

–¿Estás tomando la píldora?

–No –respondió algo extrañada.
A Matteo lo invadió el pánico e intentó controlarlo.

–¿Por qué no?

–¿Qué? Lo siento, ¿tenía que haber empezado a tomarme la
píldora por si acaso me invitabas a tu luna de miel y nos enrollabámos? ¡Era virgen, bruto!

–¡Lo sé! –le gritó–. Lo sé –repitió más suavemente esta vez.

–Utilizaste preservativo –le dijo ruborizada.

–Sí, al final. Pero existe la posibilidad de que esa especie de
descuido te haya dejado embarazada. No es una posibilidad grande, pero existe.

–Yo... lo dudo.

–Pero existe la posibilidad. Normalmente tengo más cuidado.

–Matteo, creo que estás exagerando.

–¿Es eso lo que crees? Lo crees porque no piensas que pueda
pasar, pero está claro que nunca te has quedado embarazada y yo sí que he dejado embarazada a una mujer, así que creo que sé un poco más sobre lo que puede pasar. ¿Sabes lo que es enterarte de que toda tu vida va a cambiar por un instante en el que fuiste egoísta y solo buscabas un segundo de placer?

A Luna se le subió el corazón a la garganta. No podía respirar. Era como si la armadura que siempre protegía a Matteo se hubiera desmenuzado dejando al descubierto al hombre que se ocultaba bajo esa fachada. Era el hombre que había visto a veces en la oscuridad de su mirada.

–Tenía dieciséis años y me interesaba más hacerlo que utilizar protección. Resulta que se puede dejar embarazada a una mujer solo con una vez, a pesar de los rumores que corrían por el instituto.

Ella no le preguntó nada cuando se quedó en silencio; simplemente dejó que su silencio llenara la habitación. El dolor de Matteo la invadió y fue devastador porque conocer ese hecho la cambiaría a ella al igual que había cambiado a Matteo.

–No quería un bebé, pero íbamos a tener uno. Ella lo quería y yo
no. Pero encontré un trabajo para poder pagar las facturas del médico y poder ayudarla a criarlo porque al menos sí que sabía que debía hacer lo correcto. Llegó demasiado pronto y, para cuando me di cuenta de lo mucho que lo quería y significaba para mí, ya fue demasiado tarde. Murió.

Luna intentó contener un sollozo.

–Y esa es otra de las razones por las que Hannah era perfecta
para mí. No quería tener hijos.

–Tú... ¿tú no quieres tener hijos?

–Ya tuve uno, Luna, y jamás volvería a pasar por aquello. Casi
morí con él y nunca cometo el mismo error dos veces. Ahora tengo cuidado. Menos la noche anterior.

Ahora Luna deseaba que no se hubieran acostado nunca
porque quería reconfortarlo como a un amigo, pero ya no estaba segura de cuál era su lugar ni de lo que tenía que hacer; de lo que él esperaba o le permitiría porque ahora lo veía como un extraño y se preguntaba si ese hombre que parecía tan duro y frío era el mismo que había visto cada día durante los últimos siete años.

–¿Cómo lo superaste?

–No necesito hablar de ello, Luna. Nunca hablo de ello. Esto no es una invitación para que me psicoanalices, pero ahora ya sabes por qué insisto en tener cuidado. Eso es lo más importante de la historia. Ya me dirás si estás embarazada.

–Te lo diré, pero estoy segura de que todo está bien.

Él se dio la vuelta y se puso la camisa.

–Todo irá bien –le repitió, aunque no estaba segura de creerlo.

Ahora saben un poco del pasado de Matt.

Luna De Miel Con Otra [Lutteo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora