Capítulo 15

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El vuelo de vuelta a San Francisco fue una tortura; Matteo apenas le habló y ella se sentía dolorida después de la primera vez y con el corazón destrozado. Él se mostraba muy sereno, centrado en el trabajo y no en ella ni en la revelación que le había hecho. Luna sentía que ella misma había cambiado y dudaba que Luna fuera la misma persona.

–Creo que me tomaré un par de días libres para recuperarme del
jet lag.

–Bien –le respondió él, inmerso en su portátil. La frialdad de su respuesta la hizo temblar.

–Y estoy pensando en comprarme un poni.

–No tienes sitio para tenerlo.

–Uno pequeño. Para el jardín de la azotea.

–Tus vecinos se quejarían.

–No me gustan mis vecinos –y con ese comentario se ganó una
ligera sonrisa–. Bueno, ¿cuál es el plan cuando volvamos a la
civilización?

–Con un poco de suerte, las cosas volverán a la normalidad.

¿Suerte para quién? ¿Y qué consideraba normalidad?

–De acuerdo.

–Te necesitaré en Roasted hasta que Ernesto firme el contrato.

–De acuerdo –se miró la mano; el anillo seguía ahí–. Supongo que querrás que te lo devuelva –se lo quitó, se levantó y fue a su
asiento para dejarlo sobre su mesita–. Ya no lo necesitamos.

¡Qué alivio habérselo quitado!

–No, no lo necesitaremos –le respondió mirándola a los ojos y
excitándola con ello.

–Genial. Yo... eh... voy a intentar dormir.

Y mientras se quedaba dormida en el dormitorio del avión,
intentaba no sentirse decepcionada por el hecho de que Matteo no se hubiera unido a ella.

                            •••

–Ernesto va a venir.

Luna levantó la vista y vio a Matteo por primera vez desde que habían aterrizado en San Francisco tres días antes. Se había tomado dos días libres y el día anterior se había colado en la oficina como una ladrona para trabajar intentando esquivarlo. ¿Cobarde? Sí.

–¿Qué?

–Va a venir para ver cómo funcionamos. Quiere hablar con los empleados y ver dónde trabajamos y si lo hacemos de manera ética.

Se metió la mano en el bolsillo y sacó una cajita de terciopelo
muy familiar.

–Tenemos que seguir con ello y todos los empleados tienen que
creérselo también.

–Matteo, esto tiene que acabar.

–Lo hará y te daré todo el dinero que necesites para abrir tu
negocio. Tendrás mi bendición y café Roasted gratis los cinco
primeros años, pero quiero que este contrato salga adelante.

–Es irónico que estés intentando convencerlo de tu ética de trabajo empleando una mentira.

–Y es extraño que tenga que ser necesario hacerlo, ¿no crees?

–Es un buen hombre.

–Y un romántico, al parecer. Te adora. Quiere asegurarse de
que nos ve juntos como pareja mientras esté aquí.

–Menudo lío –dijo bruscamente soltando el lápiz.

–Sí, ¿verdad?

El aire que los rodeaba pareció crepitar y todo se detuvo un
momento.

Luna De Miel Con Otra [Lutteo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora