Capítulo 5

1.4K 88 10
                                    


Matteo se recostó en el asiento de su avión privado y miró el líquido ámbar de su vaso. Las turbulencias hacían que el alcohol se removiera lanzando su fuerte aroma al aire. No se veía tentado a dar un trago; él no bebía, pero la azafata se habría enterado del desastre de su boda y habría dado por hecho que podría necesitar una copa.

Miró hacia Luna, al otro lado del ancho pasillo, que estaba sentada en un sillón de piel mirando fijamente la pantalla táctil de su teléfono.

–¿Un buen libro?

Ella alzó la cabeza.

–¿Cómo has sabido que estaba leyendo?

–Porque tú siempre lees.

–Los libros son mejor compañía que los jefes ariscos.

–¿Y son mejor compañía que las empleadas retorcidas? Si es así, tal vez debería leer más.

–No lo sé.

–Mira, te he dado lo que pediste.

–Después de una discusión bastante desagradable.

–Porque no quiero perderte.

Una extraña expresión se encendió en sus ojos verdes.

–De acuerdo.

–Llevas aquí desde los inicios de Roasted y has sido clave para el éxito de la compañía así que, por supuesto, no quiero perderte.

Ella volvió a mirar su teléfono.

–Bueno, no puedo vivir toda mi vida para hacerte feliz.

Él frunció el ceño.

–Y no ha sido el caso, ¿verdad?

–No –respondió algo reacia.

Bajó el teléfono, estiró las piernas y los brazos, arqueó la espalda y sacó el pecho hacia delante. Al verla, el cuerpo de Matteo se tensó y su sangre le recorrió las venas más deprisa y con más calor que antes. Era el resultado directo del hecho de que esa noche, en ese mismo avión, tendría que haber roto su celibato y que eso ya no sucedería.

Aun así, su cuerpo y su mente no seguían el mismo camino y era un inconveniente teniendo en cuenta que ahora estaba fijándose en los pechos de su amiga, básicamente los únicos pechos que estaban fuera de su alcance en todo el mundo. Y mayor inconveniente aún teniendo en cuenta que pasarían la semana en Chiang Mai en un alojamiento aislado y precioso para recién casados y que, poco después, ella dejaría la empresa.

Pero eso no pasaría y se aseguraría de ello. Le ofrecería todo lo que tuviera que ofrecerle a cambio de que se quedara. No estaba seguro de cómo la convencería, solo sabía que lo haría. Había logrado con éxito sacarla de su antiguo trabajo en una pastelería y eso que por
entonces únicamente tenía un puñado de cafeterías a su nombre. No le quedaba duda de que ahora podría retenerla sin problema cuando tenía tantos recursos a su disposición. Podría darle todo lo que quisiera, más libertad, más tiempo libre.

Además, era su amiga y jamás lo abandonaría. Simplemente estaba enfadada por esa farsa de la prometida, pero se le pasaría.
Siempre se le pasaban los enfados. No era la primera vez que la había enfadado y tampoco sería la última, pero tenía claro que no lo abandonaría. Él era un genio negociando y nunca perdía. Era bueno manteniendo el control, tanto de su vida, como de su negocio.

–La propiedad en la que nos alojaremos es increíble, al parecer. Bordea Chiang Mai y tiene un balneario. Es básicamente un complejo turístico, pero el propietario tiene que invitarte para poder alojarte allí. Es muy exclusivo.

Luna De Miel Con Otra [Lutteo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora