❝Let me help you.❞
La clase de transformaciones era para Nina la mejor de todas, incluso conociendo la dificultad que solía presentar varios de sus temas para ella seguía siendo su favorita y la menos complicada, convirtiéndose en una de las mejores de su clase. Varias veces había bromeado con convertirse en maestra de transformaciones en algún futuro, pero luego lo había pensado mejor y terminó con la idea de que si no lograba convertirse en medimaga definitivamente seria maestra en Hogwarts. Al llegar las clases con Minerva ella era la más feliz de todos los de su curso.
Aquel día en específico iban a tratar uno de los temas que más había llamado su atención, por lo que fue una total desilusión cuando ella entró al salón junto a los gemelos y Minerva le informó que el director necesitaba verla. Caitlin quien estaba sentada esperándola la miró con curiosidad, pero ella solo se encogió de hombros. Estaba segura que no hizo nada para ser llamada por Dumbledore.
Salió del salón y caminó hacia el despacho de Dumbledore con los nervios de punta, la última vez que estuvo ahí era porque su padre recibió una queja de una de sus tantas bromas y fue para reprenderla, el miedo recorrió su cuerpo al pensar en el castigo que su padre le puso en las vacaciones. Un suspiro salió de entre sus labios al recordar los gritos de su madre para que su padre desistiera de lo que iba a hacer, su hermano en cambio fue enviado a casa de sus amigos más cercanos para que no supiera nada de lo que ocurría dentro de la mansión.
Sintió sus piernas temblar por las imágenes que se posaron en su cabeza, por lo que antes de entrar a su encuentro con Dumbledore respiró profundamente e intentó que todos aquellos pensamientos se fueran de su mente, alzó la mirada y entró al lugar agradeciendo de no encontrarse la figura imponente de su padre.
— Deseaba verme profesor.
— Si, ven aquí. —dijo el hombre con una pequeña sonrisa en su rostro— Nina ellos son Josephine y Gregory Bonnaire, son las personas de las que te hablé.
— Mucho gusto, soy Nina Thompson. —se presentó con una sonrisa en su rostro.
La noche que Sirius Black irrumpió en el castillo tuvo lo que ella solía apodar un episodio provocando que saliera lastimada y pasara la noche en la enfermería, la mañana siguiente Dumbledore junto a Minerva se acercaron a la joven para preguntarle sobre los sucesos de la noche pasada, la Gryffindor no tuvo otra más que contarles parte de la verdad, días después Dumbledore le hizo saber que tenía unos viejos conocidos que podrían ayudarle y si ella estaba de acuerdo él podría hablarles. Nina aceptó.
— Albus me comentó de tu situación. —mencionó la mujer tomando de la mano de Nina.
— Espero no me crea loca.
— Para nada cariño.
— Hay muchas como ustedes, cada una es diferente, pero tienen una misma cosa en común. —habló ahora el hombre con una sonrisa en su rostro, igual de cálida que la de su esposa.
— No creo que sea especial, Sr. Bonnaire. —murmuró, bajó la cabeza, pero segundos después unas cálidas manos la sujetaron del mentón.
— Mi familia creía que era una maldición lo que nos atacaba, pero yo lo veo como una bendición. —comentó la mujer— Aprendí a controlar los sueños y las visiones los plasmé en dibujos que de a poco aprendí a entenderlos.
— ¿Cómo lo hizo? —preguntó— Los sueños parecieran tener mensajes ocultos y las visiones jamás han sido claras.
— Es cuestión de fijarse en los detalles. —explicó— Déjame ayudarte Nina.
─ ✦ ─
— ¿¡Francia!? —exclamó Caitlin con sorpresa, Nina colocó sus manos en la boca de ella y cerró los ojos ante el grito que había llamado la atención de varios en la sala común.
— No grites. —murmuró— Solo es el verano, no es como si fuera a quedarme ahí.
— Tu padre va a volverse loco.
— A él no le interesa, aun así, Dumbledore dijo que le enviaría una carta a fin de curso. —explicó— La pasará mejor sin mí en casa.
— ¿Prometes que solo será el verano?
— ¡Nina! —ambas chicas se dieron la vuelta y observaron una cabellera pelirroja acercarse junto a un libro y dos pergaminos.
— No voy a hacer tu tarea. —dijo Nina antes de que este pudiera decir algo.
— ¡Por favor! —suplicó— Haré lo que sea.
— ¿Por qué crees que necesito algo? —preguntó y Ron volvió a quejarse— También tengo que hacer dos pergaminos para el lunes, Ron.
— ¡Y seguramente ya casi terminas uno! —la chica volvió a negar aun cuando fuera verdad— ¡Por favor!
— No, ahora en lugar de quejarte deberías comenzar a leer.
— ¿Caitlin?
— A mí ni me veas pequeño Weasley, ni siquiera a mí me ayuda.
— Una buena hermana me ayudaría. —susurró y ambas chicas se miraron.
— No soy tu hermana, Ron.
— Es como si lo fueras. —la mirada de Nina se centró en el pelirrojo y suspiró.
— Voy a ayudarte —murmuró y Ron sonrió—, pero no voy a hacer todo el trabajo.
— ¡Gracias! —exclamó emocionado antes de abrazarla y salir corriendo, a lo lejos escuchó como le presumía a Seamus sobre lo afortunado que era de tener a Nina en su familia, aun cuando no lo era.
— Volviendo al tema.
— Ya te dije que no me quedare en Francia, será solo el verano.
— ¿Y si encuentras a un francés lindo?
— ¿Quién va a encontrar un francés? —preguntó una voz detrás de ellas, Nina se giró y alzó la mano con una sonrisa provocando la mueca de disgusto de la otra persona— ¿Por qué necesitas a un francés?
— No lo sé, casarme, tener hijos y morir. —respondió con desinterés— Es el ciclo de la vida, Fred.
— ¿Desde cuándo el ciclo de la vida incluye a un francés?
— Desde que cierto ingles no quiere hacerlo. —respondió Caitlin provocando que ambos la miraran— Yo... me voy a estudiar, te veo luego.
— Eh... ¿Preparado para el partido de mañana? —preguntó Nina intentando ocultar los nervios y el sonrojo a causa del comentario de su amiga.
— ¿Irás?
—¡Claro! —respondió y se levantó— Debo apoyar a Cedric Diggory.
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Silhouette [1] ➳ Fred Weasley
Fanfiction❝ Nos hemos convertido en ecos, pero en ecos que se desvanecen.❞ Fred Weasley Fanfic El prisionero de Azkaban - Las reliquias de la muerte Todos los derechos reservados © 2016