Silhouette [1] ➳ Fred Weasley

ii. xvi

❝I will do it, I promise.❞

El tablero de ajedrez en medio de Nina y Francis era lo único en lo que podían fijarse George y Caitlin, el juego comenzó como algo para matar el tiempo en lo que Nina tenía que irse con Cedric para practicar algunos hechizos, pero luego todo se tornó más competitivo luego de que ella ganara la primera ronda, el francés no podía aceptar el haber perdido y así fue como comenzaron a jugar otra vez, las piezas se movían con rapidez y solo cuando Nina vio como quedó la jugada volvió a sonreír.

— Jaque mate, otra vez.

— ¡¿Cómo es posible?! —exclamó Francis observando a su reina en la mano de la fémina— ¡Otra!

— No, no, Cedric me espera y no puedo humillarte dos veces, no sería muy educado de mi parte.

— ¡¿Educado?!

— George dile que soy educada. —el pelirrojo alzó una ceja.

— Después de todo lo que has hecho no puedo mentir así.

— Te odio, Weasley. —replicó lanzándole una pieza del ajedrez muggle cortesía de una niña de segundo de la casa de Ravenclaw— Bien debo irme, Caitlin humíllalo por mí.

— Con gusto.

Nina sonrió y se levantó de la banca mientras emitía una melodía, que fue interrumpida cuando al salir del gran comedor chocó contra el cuerpo del gemelo del pelirrojo a unos metros detrás de ella.

— Lo siento. —murmuró para seguir con su camino. Fred no pudo evitar suspirar al verla irse, quería decirle todo lo que se estuvo guardando desde hace ya mucho tiempo, pero en su lugar guardó silencio y la dejó seguir con su camino sin saber qué una parte de Nina esperaba que él la detuviera.

Al subir el último escalón regresó a ver a sus espaldas, no hubo nadie, un suspiro salió de su boca y siguió con su camino. Podía recordar la carta que Sirius respondió, ella podía asegurar lo molesto que estaba, no tenía la necesidad de verlo de frente para comprobar el enojo que tenía, al final de su carta escribió que él no valía la pena, mucho menos si se atrevió a hacerla sentir de esa manera, pues ella valía más de lo que creía. Nina había sonreído ante las palabras impresas, pero aun así el proceso para hacerse a la idea era mucho más difícil si seguía esperando cosas tan simples como las que la llevó a detenerse al final de la escalera.

Se dio la vuelta y siguió con su camino por los pasillos del colegio intentado borrar esos pensamientos con otros pues hace dos noches las pesadillas la habían atacado, pero era consciente que despertó dos veces en la noche, pero no podía recordar nada de lo que soñó, al intentar hacerlo su cabeza dolía y solo podía ver cortos destellos de lo que fue.

Joshepine dijo que estaban jugando con el punto ciego de una visión, ella le explicó que era poco común que esto ocurriera y que por esa misma razón nadie sabía cómo afectaba eso en una visión clara. La frustración que sentía se incrementaba poco a poco sin embargo quería ocultarlo, fracasando miserablemente.