Emilia me dijo que sintió su presencia casi de inmediato. Al principio fue una especie de alerta instintiva hacia algo que no debería haber estado ahí, un Corpóreo vagando en una calle y a una hora que le pertenecía a los muertos. Luego vino el sonido de sus pasos contra los adoquines. Él intentaba avanzar de forma sigilosa, sin conseguirlo, y aunque la joven Médium pudo haberse girado para hacerle frente, prefirió seguir caminando, con los hombros tensos y la mano derecha sosteniendo la llave de Almahue #8. Fue esa llave la que le dio la fuera para no detenerse, para no vacilar. Sabía que a solo unos cien metros se hallaba Gonzalo esperándola, la citroneta oculta en una callejuela estrecha. Lo que no sabía con tanta certeza era lo que pretendía él siguiéndola. ¿La vigilaba o quería hablar con ella? Supuso que lo sabría pronto.
En ese punto de la narración, la mirada de Emilia cambió, pasando de sus manos, que era donde se posaban mientras hablaba, a mi rostro.
—¿Has conocido a algún Conjurador, Cristóbal? ¿A uno puro?
Supe muy bien a qué se debía la última pregunta, así que negué con la cabeza.
—No, nunca. Pero he leído mucho sobre ellos. Almonacid era uno, pero también era un Vinculante, así que no creo que sea el mejor ejemplo. —Pensé un segundo antes de continuar—. Creo que el Conjurador más tópico del que he leído es Jaime Galté (5)... También podría decir Isaac Kornfeld (6) o Verónica León (7), pero ellos...
—¿Qué es lo que puede hacer un Conjurador, Cristóbal? En versión resumida, por favor.
—Pues... Puede "llamar" a fantasmas que estén lejos de él, aunque estén atados a otros puntales. Él mismo se vuelve un puntal para eso.
—O sea que es el único Corpóreo que puede decidir ser un puntal, ¿verdad? —Asentí—. ¿Qué más?
—Puede llamar a fantasmas que no están en este plano. Almas que hayan pasado al Más Allá. Para eso también tiene que volverse un puntal.
—Muy bien.
—¿Para qué me pregunta esto?
Emilia sonrió y su sonrisa no fue agradable.
—Porque quiero que estés alerta mientras te cuente lo siguiente. Que no solo lo escuches como una historia, sino como un objeto de estudio. ¿Está claro?
—Está claro.
Ella respiró hondo y yo también, ambos unidos en una pausa común antes de que Emilia volviera al relato. Me dijo que cuando faltaban unos veinte metros para llegar al callejón donde la esperaba Gonzalo sintió que Arsenio Marín apuraba el paso para acercarse a ella. Antes de que llegara, se giró para toparse de frente con él.
—¿Qué hace usted aquí? —espetó con el tono más rudo de su repertorio, que es decir bastante. Solo soltó el aire que contenía cuando notó que su interlocutor, al escucharla y ver su expresión, daba un paso hacia atrás por inercia.
—Quisiera hablar con usted...
—¿Y considera que este es el mejor momento y lugar? —Como para recalcar lo dicho, su voz sonó más estridente de lo normal en la solitaria calle. Incluso los Imitadores que avanzaban en constante procesión se veían lejanos y distantes.
—Pues... —Arsenio dejó de mirarla para clavar los ojos en el piso, sacudiendo su ropa con ademán cansino—. Quería hablar a solas con usted.
—Lo siento, Marín. No creo que tengamos algo de lo que hablar...
Emilia se dio vuelta para alejarse de él, pero de inmediato sintió la mano del hombre agarrándole el codo. Lo hizo con firmeza, aunque sin hacerle daño. Al mirarlo de nuevo, vio que los ojos oscuros de Arsenio brillaban en la oscuridad y recordó, sin querer, que el poltergeist que al parecer él había conjurado hace dos años no solo hirió a una mujer adulta, sino también a sus tres hijos. De modo que se soltó con brusquedad de su agarre.
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Figueroa & Asociado (Trilogía de la APA I)
ParanormalUna mujer sube las escaleras del edificio abandonado de calle Independencia con la mirada fija en el último piso, donde sabe que se encuentra la oficina de Figueroa & Asociado, la más extraña agencia de detectives privados de Santiago. Ellos tienen...