Capítulo XIV: Su pecado

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Franco

Seis años atrás.

—¡Ya saben las reglas! Nada de maniobras inesperadas, nada de nitro, nada de atajos. Una carrera limpia, y que gane el mejor.

Acelero y el rugido del motor alimenta mi alma. Es todo lo que me impulsa. La adrenalina sube por mis venas y aspiro profundo, disfrutando la sensación, el olor a cuero y cauchos quemados dándome el placer que siempre me da cuando estoy a punto de correr. La vibración de mi cuerpo, los olores característicos de mi moto y mi chaqueta. Ajusto mi casco levantando mi pulgar, estoy listo.

—¡Listo! —Miro a mi lado, mi contrincante me sonríe. Una sonrisa que es perturbadora de ver cuando yo mismo la veo en el espejo —¡Te pateare tu lindo trasero!

Mi hermano, que pese a la diferencia de edad se ve como si fuéramos gemelos. Ajusta su casco y hace su señal, pero entonces pide un alto cuando ella aparece.

Alayna.

Ella corre hasta él y rodea su cintura con sus delgados brazos. Él la corresponde y se quita su casco.Ella entonces sube a su moto de manera inversa y se besan. Retiro mi mirada. Es tan doloroso. Cada maldita vez. Cada vez menos soportable.

—Suerte mi amor —Su voz acuchillándome en el estómago

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—Suerte mi amor —Su voz acuchillándome en el estómago.

—Sempre. Per te, amore mio. Ti amo — Responde él.

Me enderezo cuando ella me mira. Sonríe y se acerca. Su olor mezclándose con todo lo demás solo me hace perder mi cordura. Pone su mano sobre la mía en el manubrio y sonríe.

—Suerte, cuñado.

Me rompe.

Me destroza.

En cuanto se aleja el anfitrión da la señal y salgo disparado.

Mi mente yendo a lugares peligrosos.

—Esto no está bien —Susurro contra sus labios. Tratando de detener sus manos que desabrochan mis pantalones.

—Se siente bien para mí —Responde y mete la mano en el interior haciéndome soltar un jadeo. Tan inexperto como soy y tan placentero como ella, solo ella me hace sentir.

—Aly... —Ella me besa más fuerte, ahogando mis palabras.

Es toda la voluntad que tengo.

La alzo colocándola en el escritorio de la biblioteca y comienzo a arrancar su ropa. No soy paciente ni decoroso. Solo la arranco mientras la escucho jadear necesitada. Acaricio sus senos y todo su abdomen. Ella gime fuerte ahora. No espero más. Me termino de bajar los pantalones y la tomo allí. Sin piedad. Con dureza. Como un pecador. Ambos siendo arrastrados por el placer de lo prohibido. La traición aparece apuñalándome la mente. Diciéndome lo malo y egoísta que soy. La pateo lejos mientras veo la cara de Alayna contraerse por el placer.

Un Perfecto DesastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora