Franco
Segnini vive en un conjunto de edificios para nada ostentoso. Aunque si bien construido. Limpio y elegante. Es una cosa que... he de admitir, admiro de él.
El muy infeliz no se avergüenza de ser quién es, lo asume, lo toma. Y no hace abuso de su poder, aunque si lo usa a su favor. Un día lo ves usando un costosísimo traje. Y al otro, simplemente en jeans y tenis. Un día anda en un deportivo auto del año. Otro, en bici o en su moto más sencilla. Una total contradicción. Pero así es él. Se ha ganado su reputación a pulso. Es peligroso. Pero... cuando quiere, tan bueno como un santo. Algunos lo tildan del hijo del diablo. Otros, dicen que es el mismísimo diablo en persona. Y yo, solo lo veo como lo que es. Un chico con muchos tatuajes, muchos problemas, traumas familiares y una astucia absoluta para los negocios.
Por lo que sé, es uno de esos chicos... súper inteligentes. Así que se graduó dos años antes de lo pautado. Estudio mercadeo. O alguna mierda de esas empresariales. Aunque otros dicen que también estudió diseño gráfico o alguna otra mierda de esas. Lo cierto es que se ha ganado mi respeto. Aunque hoy, solo quiero patearle el culo. Pues, ha metido su jodida nariz donde no debía. Y casi... casi me jode un poco más de lo que de por sí ya estoy.
—Cifarelli, que agradable que estés por aquí... ¿no gustas pasar por una tacita de café? No será mucha molestia...
—Segnini ¿Y tu secretaria? ¿Le diste el día libre? —Contraataco su satírico comentario humorístico con algo de mi sarcasmo, pues es raro verlo solo, sin sus secuaces, y él solo sonríe mientras le da otra calada a su cigarrillo y me sonríe.
—Siempre me agradaste... si no hubieran tantos intereses y conflictos entre nosotros, hasta podríamos ser amigos... —Suelto una carcajada y él ladea su cabeza también divertido.
—Puede que sí... o puede que no... si no estuvieras tan interesado en defender a la escoria de Manuel... hasta me caerías bien y aceptaría ese café...
—¿Escoria? Mmm. Bueno podríamos hablar mientras tomamos ese café, pero te advierto... entraras a la guarida del gato más rastrero de todos...
—Se en donde estoy. No soy estúpido —Eleva su ceja y sonríe —Pero no le tengo miedo a tu banda. Esto no se trata de eso... se trata de algo más personal.
Segnini alza sus manos tatuadas y me hace un gesto para que suba con él.
—Entonces bienvenido...
Subimos al ascensor. Este se abre directamente en un apartamento tipo penthouse y yo elevo mis cejas ante la creatividad de tal cosa. Es un edificio que por fuera se ve común, de hecho la zona no es la más... prestigiosa. Pero el jodido Segnini tiene un penthouse aquí. El rompe todos los esquemas.
—Linda guarida —Digo y me siento donde él me señala un cómodo sillón individual de cuero negro. El se sienta frente a mí en una silla reclinable y cruza su pierna. Tan casual.
—Tu dirás —Dice y deja sobre una pequeña mesa, su celular y un costoso encendedor de parece de oro.
—Ricky. Obviamente hicieron un jodido trato... está de alguna forma, involucrado contigo para defender a Manuel y joderme a mí... no me interesa qué fue lo que te ofreció, para que tú... alguien tan influyente, defienda a una mierda como él... y además, haga tratos con un traidor y corriente Carucci.
Segnini eleva su ceja y me mira curioso. Algo he despertado en él... curiosidad... interés quizás.
—¿Qué fue lo que hizo Manuel para que lo odies tanto? Digo... casi lo matas a golpes... y William ¡Carajo! Estaba hecho una furia...
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Un Perfecto Desastre
Teen FictionUn desastre está por ocurrir. Cuando dos personas heridas colisionan ¿Que es lo que podría pasar? Franco Cifarelly oculta muchas cosas, como la mayoría de su familia. Y tiene otras cosas más con las cuales lidiar. Entre esas, su pasado. ¿Podría él p...