Capítulo XVIII: mentir o mentir.

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Laura


Entre todos le cantamos cumpleaños a Alex con una torre de panqueques bañados en chocolate y chispas de colores. La vela al terminar el canto, la sopla con tanta ilusión que me emociono demás. Su inocencia me conmueve. Es un niño tan feliz pese a todos los problemas que obviamente presentan sus padres. Y eso habla bien de Franco. Con solo ver su sonrisa mientras ve a su hijo, me confirma lo importante que es para él. Y lo buen padre que es.

—Gracias por todo, Laura.

Estoy terminando de recoger todo mientras Alex se come su desayuno. Las palabras de Franco me cosquillean en la garganta.

—Lo hago por él. Es especial, se lo merece todo.

—Es exactamente por eso que te agradezco —Franco toma mi mano y deja ahí un casto beso —Gracias.

Trago grueso y solo sonrío. Me alejo para poner todo en su lugar y los clientes comienzan a llegar y hacer sus habituales pedidos. Veo como Alex termina de comer y entonces después de despedirse se van.

Para medio día tengo tanto conflicto emocional que me encierro en un baño y lloro. No por Franco. Si no por Alex. Porque sé lo que se siente crecer con la ausencia de un padre en casa. Lloro por Fiorella. Porque si se atreve a traer a ese niño al mundo él tampoco tendrá un padre que lo besara todas las noches antes de dormir. Lloro porque nunca antes pensé en abrir mi corazón y ahora que lo hago decido dárselo a alguien que no solo no puede sino que no sabe cómo sostenerlo.

Un perfecto y jodido desastre.

**

Estoy saliendo del local cuando alguien me toma por sorpresa del brazo. Me giro bruscamente y veo a Andrés. Esta sonriendo pero en sus ojos no se ve amabilidad. Más bien... un descaro. Como si le encantara desafiarme. Tomarme por sorpresa.

—Jod... —Carraspeo —Andrés. Me has asustado, otra vez.

—Lo siento. Te llame pero estas tan ida en tus pensamientos que creo que no escuchaste —Asiento y termino de cerrar la puerta del local con llave —¿Necesitas ayuda?

—No... el vigilante se encarga de cerrar lo demás. Ha de estar por llegar.

—¿Vas a casa? —Lo miro cuando pronuncia la palabra casa. Algo en su tono me hace estremecer

—La verdad no. Iré a casa de una amiga —Le doy una última mirada antes de comenzar a caminar. Alejándome tanto como pueda de él.

—Nos veremos después, Laura.

¿Por qué este tipo me asusta tanto?

Mientras camino siento que me observan y quizás sea paranoica pero me siento expuesta de alguna forma. Así que me detengo en una parada de autobús con muchas personas y llamo a Franco. Me cae la contestadora. Lo cual es raro, no suele tener su teléfono apagado. Intento de nuevo pero después del quinto intento me rindo. Suspiro y miro a todos lados. Las personas notan mi nerviosismo y me miran extrañados.

El autobús llega y soy la primera en correr a montarme. Dentro me siento segura.

Al cabo de unos minutos mi teléfono comienza a vibrar en mi bolsillo. Es un número desconocido. Contesto al tercer tono.

—¿Hola?

—¡Laura!... gracias a Dios —La voz de Franco se oye urgida. Eso me alerta...

—Fran...

—Escúchame nena, Fiorella se desmayó. Estoy en emergencias se la acaban de llevar yo... no sé qué paso solo sé que se desplomo en el suelo frente a mí. Estoy tan asustado... por favor ven... no sé qué hacer...

Un Perfecto DesastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora