Laura
Franco me besa, cortando mis palabras. Su necesidad y su deseo son tan palpables como el mío propio. Estamos desesperados en una lucha de labios, mordiscos y lengua. Sus manos viajan por cada lugar de mi cuerpo. Como si con eso quisiera demostrarme o demostrarse a sí mismo que es real, que soy suya. Que aquí me tiene.
Cada beso es pausado con un suspiro y una mirada cargada tanto de deseo como de amor. Y me derrite tanto ese gesto. Franco me acaricia con lentitud. Con ternura. Me mira como si por primera vez me detallara. Y me llena tanto, me hace sentir tan viva, tan fuerte. Que creo que... podríamos contra esto y más. Porque lo amo, me ama. Y nos pertenecemos.
—¿Estás segura de esto? Laura... no habrá vuelta atrás. No más separaciones. Dudas. Peleas o reclamos absurdos. Estamos juntos. Y si hay algo que hago mal, dímelo. Confía en mí. No esperes a que alguien más te cuente mis problemas... o te llene de dudas...
—No habrá alguien más, no habrá nada que pueda separarme de ti ahora... Franco. Te amo, y estoy contigo en esto —Murmuro, ebria de deseo. Pero consciente de su temor. Porque también falle al darle el poder a Ricky de contarme todo. Algo que, desde siempre, debí esperar a que me lo contara él.
—Bien —Dice, y con eso me empuja sobre la cama.
No de manera brusca. Pero el gesto me hace desearlo más.
Franco se despoja de su abrigo y su franela. Luego se quita los zapatos. Me incorporo dispuesta a ayudarlo con lo demás pero niega y me hace recostarme de nuevo. Me sonríe y me señala con su dedo que me quede quita. Trago duro y todo mi cuerpo se enciende en anticipación.
Amo cuando se pone juguetón.
—Ahora, te demostrare lo que acabo de decirte...
—¿Qué? —Balbuceo.
—Que nadie nunca, podrá separarme de ti. Nada. Eres mía, y yo tuyo. Para toda la puta vida.
Y con eso comienza a desvestirme. No es lento ni delicado. Pero tampoco brusco. Solo... desesperado. Y me encanta. Ver lo mucho que le excita cada vez que desnuda una parte de mí, me da tanto placer que estoy ansiosa. Agitada. Desesperada.
Cuando me tiene totalmente desnuda. Se aparta y me observa.
¡Joder!
Es tan... erótico y perverso el momento que junto mis muslos con necesidad. Franco suelta una risita socarrona y yo suelto un jadeo sin control.
—Laura... quiero que te toques para mí —Suelta, con la voz enronquecida y deseosa.
Mi cerebro por un momento esta como... ¿qué?
Pero espabilo cuando, por inercia, mi mano comienza a deslizarse por mi abdomen...
¡Carajo! ¡Carajo! ¡Carajo!
Me siento enrojecer, la característica calentura viaja desde mi pecho a mis mejillas y luego viaja a toda velocidad hasta centrarse en mi zona más intima. Donde ahora, mis propios dedos, tocan.
—¡Maldición! Amo cuando te sonrojas así... te ves tan hermosa... —Franco se despoja de su pantalón, sin quitar su mirada de mí, justo donde mis dedos tocan —Así nena... vamos... ¿quieres más rápido?
Sin pensarlo, acelero el ritmo.
Me maneja a su antojo.
Y me encanta.
—¡Que obediente eres! Muy bien... ahora... usa dos dedos... dentro de ti... vamos, así...
Estoy gimiendo ahora. Haciendo todo lo que me ordena con exactitud. Mientras él solo me mira, sin acercarse demasiado. Siento que estoy muy caliente. Pero todo se descontrola cuando noto que el baja su bóxer un poco y comienza a darse placer el mismo. Mientras me ve.
ESTÁS LEYENDO
Un Perfecto Desastre
Teen FictionUn desastre está por ocurrir. Cuando dos personas heridas colisionan ¿Que es lo que podría pasar? Franco Cifarelly oculta muchas cosas, como la mayoría de su familia. Y tiene otras cosas más con las cuales lidiar. Entre esas, su pasado. ¿Podría él p...