Radio

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"Ahora mi vida es dulce como la canela,

Como un maldito sueño en el cual estoy viviendo,

Mi baby me ama porque estoy sonando en la radio,

Lámeme y tómame como a una vitamina,

Porque mi cuerpo es dulce, como dulce de veneno, oh yeah..."

Regina estaba concentrada bailando y cantando, mientras preparaba un suculento omelette con jamón y varios tipos de quesos que había comprado. Aspiraba emocionaba el olor de su platillo. Se perdió en sus pensamientos imaginando como seria llevarle un desayuno a la cama a la señora Swan, observando en su muñeca la pulsera que le había enviado.

- Mi niña, ¿qué tan delicioso está ese huevo? suspiras tanto ante el - preguntó su padre sentándose en un taburete de la barra de la cocina.

Ella movió su cabeza tratando de salir de sus locos pensamientos.

- Papi, no es un simple huevo, es un omelette con varios tipos de quesos, prueba nada más que delicia - le servía emocionada a su padre el desayuno.

- Sé que está delicioso, hija hasta un simple huevo te queda de maravilla - Regina lo miró enojada, su padre se la pasaba molestándola todo el tiempo - por cierto, ya te deposité la mensualidad de la universidad.

La morena dejó de comer su desayuno que la estaba haciendo suspirar, tensó su rostro recordando que había gastado el dinero de los últimos tres meses de mensualidad en comidas exóticas.

Cuando llegó a la universidad fue llamada de administración, para advertirle la suspensión de su matrícula si no se ponía al día. Su padre la iba a matar si se enteraba que se había gastado el dinero en trivialidades.

Un par de horas después estaba de rodillas con su cabeza apretada a las piernas de Mal, quien se retorcía recibiendo placer de parte de la morena, que la lamía con afán en su oficina.

- Delicioso como siempre, mi Gina - la morena se limpió la humedad de la rubia de su rostro y se sentó sobre su escritorio.

- Mal, debo tres meses de aranceles, algunos gastos de papelería y de biblioteca - le decía sutilmente, mientras arreglaba sensualmente el cabello de la rubia.

- Regina, ya te había conseguido un arreglo de pago, ¿Qué pasa con tu padre? ¿Ya no tiene trabajo? - debatía seria.

- Tuve que gastar el dinero en otra cosa Mal, me van a correr de la universidad.

- Cariño, Stefan se daría cuenta si desvió dinero, es demasiado lo que debes - verificaba la rubia en su computadora.

- Deposítalo a mi cuenta y yo lo pago, no hay problema - le besaba el cuello Regina.

- Habla con tu padre y dile lo que pasó, es demasiado dinero, ¿qué tal si esta noche vamos a comer al restaurante hindú que querías ir? - empezó a desabrocharle el pantalón la rubia.

Regina recordó las palabras de Milah; ninguna de las sugar que tenía le habían dado lo que realmente se merecía, en el momento que las necesitaba nunca estaban para ella.

- Sabes que, Mal esto se acabó, ya estoy harta de darte todo de mí, y tú lo que te dé la gana - tomó su mochila y salió furiosa.

Se sentó en el piso de uno de los pasillos de la universidad para pensar en qué hacer. Le llamó a Ingrid, pero estaba fuera del país. Kathryn le habló en claves y le cortó enojada, imaginó que estaba con su marido. Observó la pulsera que llevaba en su mano y recordó la propuesta de Emma, ella era la solución a sus penurias. Su situación la llevó a querer aceptar ser su bebé, aunque quisiera a esa rubia de otra manera.

SEÑORA SWAN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora