Luego de la conmovedora confesión, Regina tenía abrazada a su novia por detrás; podía sentir tu respiración serena, estaba dormida, sosegada entre sus brazos. Sus cuerpos estaban ajustados con tanta armonía, los muslos de la rubia reposaban en una curva había hecho la morena en su vientre para pegarla a ella. Recorría sensualmente con la yema de los dedos la suave piel de su señora.
¿Cómo se sentía ella con lo que le confesó su novia? Miedo, esa era la primera palabra que venía a su mente, miedo a no poder llenar las expectativas de Emma. Necesitaba ayuda, confió en ella para salir de la oscuridad en la que se encontraba, pero ¿Cómo lo iba a lograr? ¿Qué tenía que hacer?
Era demasiado fácil tirar al retrete la porquería que consumía Emma, pero su ex siempre se las ingeniaba para buscarla, era una mujer que estaba rodeada de presión, de problemas, en cualquier momento podía ser débil de nuevo. Había intentado salir de aquello por más de 18 años, era una tarea ambiciosa, difícil.
El amor, el amor verdadero, ¿sería el arma para ayudar a la rubia a superar sus barreras? Se pegó más a ella aspirando su aroma, estrujándole el cuerpo, no sabía que iba hacer, solo tenía en su mente ser fuerte y estar con ella en todo momento...
La morena estaba en las afueras de la universidad un poco alterada frotándose las manos, caminando de un lado a otro. Esperaba a Emma para acompañarla a su cita con su psicólogo. Cuando miró su auto, sonrió aliviada, necesitaba abrazarla para sentirse mejor.
— ¿Bebé, te ves un poco alterada? ¿Estaba por ahí mi hija? — cuestionó intrigada Emma.
— No, no yo solo quería abrazarte, mami — se lanzó sobre ella, Emma correspondió el abrazo, se separó un poco y le dio un suave beso.
— ¿Está todo bien, mi pequeña? — trataba de aplacar con dulzura los cabellos rebeldes de la morena.
— Sí, solo tenía la necesidad de abrazarte para relajarme.
— Después de la cita, te puedo ayudar a relajarte mejor, bebé — le sonrió coqueta.
Llegaron a la clínica 15 minutos antes de la cita, por lo que se fueron a sentar a una sala de espera. Regina para tratar de disimular sus nervios tomó una revista y buscó rápidamente alguna receta para entretenerse. Emma puso su mano sobre el muslo de la muchacha y le sonrió.
— Ya no estés nerviosa, bebé, no quiero que sientas una carga sobre ti, solo te pedí apoyo porque eres mi pareja y te quiero, no para que resuelvas tú mi problema — dijo sincera la rubia.
— ¿Mami... tú... como sabias? — titubeó
— Porque te conozco, ya puedo comprender tus emociones — la veía con amor — tranquila todo estará bien — la morena puso su mano sobre la de Emma que seguía en su muslo y la acarició mientras le sonreía.
Continuaron su espera leyendo recetas, Regina estaba influenciando mucho a Emma en cuanto a la cocina. La rubia iba aprendiendo poco a poco a cocinar. La morena se distrajo a ver una pequeña niña de unos 6 años que se llegó a sentar a su lado.
— Hola, me llamo Lana ¿y tú? — expresó contenta la niña moviendo sus piecitos. Hola Lana, soy Regina — la morena le alborotó los cabellos a la niña, gesto que le hizo gracia a su novia que observaba la escena atenta.
— ¿Y tu mamá como se llama? — preguntó curiosa la niña.
— ¿Mi mamá? Bueno ella se llama Cor... espera, ¿te refieres a ella? — señaló a Emma.
— Sí.
Emma se llevó las manos a la cara sonrojada, no sabía si reírse o ponerse triste por lo que dijo la niña. La morena sonreía burlesca observando a su novia incomoda.
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SEÑORA SWAN
FanfictionRegina Mills es una joven de espíritu libre que vive su vida aprovechándose de su belleza física para obtener lo que quiere, hasta que en su camino se cruza la señora Swan, la madre de su nueva mejor amiga.