Capítulo 3: Otra perspectiva

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No parecía un tipo confiable, aunque más adelante me demostró que sí lo era, a pesar de ello le hice un preámbulo contándole muchas cosas de mi vida antes de llegar hasta lo de Doug.

―Oye, no me tienes que contar tu vida.
―Pero quiero hacerlo, déjame hacerlo.
―Solo espero que las criaturas no nos molesten.

Luego le conté todo lo que le podía contar sobre Doug, hay partes de la historia que no le podía narrar sin que levantara las cejas. La pulsera que le dio Doug era un recuerdo de la última vez que nos vimos, en la playa de Saint Port. Había cerca de ahí una tienda de artesanías propiedad de un inmigrante de un país del sur. A Douglas le fascinaron las piezas tanto que aparte de las pulseras se compró unas figuras de cerámica y otras de madera.

Había varios diseños de pulseras para escoger y todos tenían una frase que según el inmigrante estaba en "kichua" o algo así, que era una lengua ancestral de donde él venía. Las nuestras decían "Volverse ceniza", las escogimos porque la palabra en ese idioma sonaba muy bien.

―Oye, Kim.
―¿Doug?
―Te voy a extrañar.
―Yo también, mucho mucho.

Luego de eso empezó a ponerse cursi y querer hacer promesas raras.

―Llevaremos estas pulseras hasta que alguno de las dos se "vuelva ceniza".
―No digas eso ―dije algo triste.
―Tranquila, solo quiero asegurarme, sabes que me quedaría si pudiera.
―Lo sé, y yo a veces quiera poder irme contigo.

Podía olvidar mucho de lo que habíamos pasado pero nunca iba a olvidar esas palabras: "Si algún día vuelves a tener esta pulsera entre tus manos y yo no estoy pegado a ella es porque muy probablemente estoy muerto, no quiero que me busques, Kimberly". Al recordar esto me entraron unas malditas ganas de llorar de nuevo, son pocas las personas a las que les importo y perder a una era terriblemente doloroso. No me importó que Thomas estuviera viéndome, tengo sentimientos, ni más faltaba.

―Escucha yo... no sé qué...

Le di un beso, ¿por qué lo hice?, me puse muy nerviosa, es lo que se me ocurrió.

―No digas nada... ―le susurré al oído.
―¿Qué estás... ―Justo en ese momento apareció uno de esos estúpidos zombis.
―Ahora, mira esto.

Me había gustado ese beso, sus labios tenían una textura exquisita, no es como que me iba a enamorar locamente, pero digamos que había logrado atraer mi atención. Qué mejor forma de sorprenderlo que con disparos.

―¿Y qué opinas de eso?
―Increíble, tienes una puntería estupenda.
―¡No me refería a eso!
―Lo sé, pero eso ni se pregunta.

Me refería al beso, obviamente disparo muy bien sé que lo entendiste y también sé que evadiste mi pregunta no haré dramas innecesarios vamos Kimberly, solo sonríe y dale un abrazo espera su vista se inclinó hacia un lado no estoy ciega me está ignorando no puedes ignorar a una chica como yo.

―¡Oye!, ¿sigues ahí?
―Sí, eso creo ―respondió.
―¿Quieres dejar de hacer eso?, es raro.

A no ser que quieras que te golpeé.

―Lo siento.

Traté de cambiar el tema antes de que me molestara más.

―Tenemos que encontrar un refugio o algo así, "Tommy". Te voy a decir así... suena mejor.
―Como quieras, ¿pero, no iremos por Douglas?

Primero Tommy suena mejor que Thomas sus padres cometieron un error al llamarlo así segundo no me está escuchando le acabo de contar esa triste historia y aún sigue jodiendo con lo de Doug es el colmo.

Pesadilla ígneaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora