Capítulo I

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Después de que sus amigos y él les rogaron a los padres de Chanyeol para que los sacaran a divertirse, estos por fin accedieron cuando la lluvia cesó. Los árboles y las calles quedaron cubiertos de blanco, perfecto para una guerra de bolas de nieve. Los adultos les habían puesto tanta ropa que se movían con dificultad, pero eso no detendría su diversión.

El arroyo de Cheonggyecheon tenía una delgada capa de hielo protegiendo el helada agua, quiso aprovechar para patinar; no obstante, según Dongyul, la superficie congelada no soportaría su peso, aunque no fueran muchos kilos.

—Vamos, bebés— les habló la mujer mientras sus tres amigos y él se esforzaban en terminar su obra maestra.

Sehun escaneaba el suelo en busca de los objetos perfectos para darle forma a la cara de níveo muñeco; Junmyeon, Jongin y Chanyeol se peleaba con las ramas para que se quedaran en la esfera del medio. Un par de piedras parecían ser la opción perfecta para satisfacer las no muy altas expectativas del grupo de lo que formarían los ojos del mono. Se agachó para levantarlas y...

—¡La traes!— gritó Channie.

Sabía que el mayor debió tocar a uno de los hermanos Kim, él conocía a la perfección el juego por lo que solamente había una cosa por hacer: iniciar su escapatoria. Sus amigos no tardaron en seguirlo.

¿Corrió mucho hasta que se topó con el niño acurrucado en el puente? No lo sabía y tampoco le importaba. Las rubias y grasosas hebras, permanecían en su mayoría cubiertas por una capa de lodo seco; el dueño se sacudía debido al frío, intuía que las desgastadas prendas, que habían perdido el reluciente blanco, ya no lo protegían de la helada. La vista del otro se levantó lentamente y cuando se enfocaron en su persona, halló algo más profundo que el océano en los ojos ajenos. Su corazón dio un enorme y sofocante salto.

Bajo aquella sucia cubierta, que en vano intentaba ocultar la belleza impropia, yacía una blanca piel y podía jurar que un perfecto rosa era el verdadero dueño de esos labios en lugar del opaco azul. Un complejo misterio reclamaba las intensas iris que dejaron un vacío al alejarse de su persona. Sólo había una razón para la existencia de una criatura tan hermosa: estaba en presencia de un auténtico ángel. Se quitó torpemente el caliente abrigo y cubrió al otro, después de todo, a él todavía le restaban varios mantos de ropa. El niño lo miró confundido.

—Ten— dijo, mientras se retiraba el gorro, hizo lo mismo con lo guantes y se los ofreció al otro infante.

—Gracias— susurró el rubio, aceptando los regalos.

Los dedos de ambos se rozaron sutilmente al realizar el intercambio, una cálida sensación se adueñó de él acompañada de una eléctrica sensación. Y no se refería a los "toques" que solía sentir debido a la estática, sino una extraña corriente que estremeció su diminuto cuerpo. Los ojos impropios se humedecieron y la necesidad de abrazarlo, sentirlo, se apoderó de él. Idea que se vio interrumpida cuando Chanyeol gritó su nombre.

Fue una inmensa sorpresa que el matrimonio tomara a la débil criatura bajo su cuidado. El señor Park se había llevado a los hermanos Kim y a Jisoo a sus respectivos hogares; se suponía que él también debía ir a casa de sus padres pero se rehusó, utilizó el sabio consejo de su mejor amigo e hizo el berrinche más grande en la historia del universo para poderse quedar junto al otro pelinegro.

Hun usó el mismo recurso para conseguir compartir espacio con el chico rubio. Suni se había negado rotundamente por lo peligroso que resultaba ir en la parte trasera del SUV, la que solían usar como maletero, pero no le importó. Si ahí viajaría el niño desconocido, él lo haría también.

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