Capítulo XIII

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Baekhyun recorría ansioso los níveos pasillos, cuyo suelo parecía estar elaborado del más puro algodón, mismo que aniquilaba el ruido de sus pasos; las enormes columnas blancas tenían enredaderas plateadas decorándolas de inicio a fin; la intensa iluminación podría arruinarle la vista a cualquier mortal que pusiera un pie en el lugar, o de incinerar a cualquier bestia de la noche. Por esos motivos, tales seres no entraban al reino que era su hogar, y menos hacia donde se dirigía.

En su búsqueda por hallar la razón por la que Hun podía sentirlo, había terminado leyendo todos los libros de su basta biblioteca, sin encontrar la más mínima pista.

Jinwoo, su amigo, le había aconsejado visitar a uno de los arcángeles que se mantenían encerrados por voluntad. Antes no hubiera considerado molestar a uno de aquellos antiguos y ancestrales seres, pero su curiosidad era mayor que el temor a la reprimenda.

Accedió por una puerta esmerilada, que se deslizó por su cuenta cuando estuvo a centímetros de ella, y se impresionó por los finos hilos tornasol que flotaban a menos de un metro de su cabeza. Eran millones y se desplazaban lentamente por la estancia hecha de nubes.

El inmortal con el que fue a encontrarse, terminó su levitación frente a él, viéndolo severamente. Poseía cabello plateado y expresión firme, parte de las transparentes alas se arrastraban por el invisible suelo, contrario a las de Baek que apenas lo rozaban.

—¿Qué se te ofrece, Baekhyun?— la voz salió como un eco de la boca del inmortal, armoniosa pero intimidante a la vez.

—Lamento interrumpir su tranquilidad, arcángel Tao— se disculpó el menor haciendo una reverencia—. Pero necesito su ayuda.

Los labios del mayor se convirtieron en una fina línea al oír a su acompañante. Sus párpados lentamente dejaron al descubierto el par de orbes resplandecientes de color blanco.

—Quieres saber porqué el humano es capaz de verte, ¿o me equivoco?

Los ojos de Baekkie se abrieron tanto como pudieron, ¿acaso Solar o Jinwoo le habían dicho lo ocurrido con Sehun? Apretó su boca en espera de la probable penitencia que tendría que cumplir para redimir su osadía.

—¿Cómo…?— apenas consiguió formular.

—Los arcángeles podemos ver todas las vivencias de los ángeles con sólo una mirada— respondió el mayor, comenzando a caminar hacia el centro del cuarto mientras levitaba—. Es por esa razón que solemos aislarnos, no tenemos el más mínimo interes en su deseo por pertenecer al mundo terrenal ni todo lo que hacen para sentirse como los mortales.

Baek frunció el entrecejo tras las palabras del antiguo ser, ¿acaso era culpa de ellos no haber tenido la oportunidad de una vida humana? Podría iniciar una discusión o podría aprovechar que Tao conocía sobre su rara relación con Sehun para ahorrarse una larga explicación y preguntar directamente sobre su duda. Tal vez dejaría para otra ocasión el hecho de que el jamás pidió estar de vigilante.

—Entonces, ¿sabe por qué mi protegido puede sentirme?— preguntó, siguiendo los pasos de su compañero. El arcángel frenó su andar en el epicentro de la estancia.

—¿No son bellas?— pronunció, alzando la vista hacia las hebras flotantes.

Baekhyun levantó la mirada, descubriendo que los hilos habían cambiado de color: la mayoría eran plateados, los negros y dorados parecían estar en la misma proporción. Los observó curiosos.

—Cada uno representa la vida de un ser terrenal, de una criatura de la luz o de la oscuridad— Tao cruzó los brazos bajo su larga túnica grisácea—. Cualquiera de ellos puede romperse con facilidad. Podría hacerlo en este momento si así lo quisiera, tengo el poder pero no me corresponde— dijo con una fina sonrisa en sus labios—. No obstante, hay unos que ni siquiera el tiempo o la mayor fuerza divina puede destruir.

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