Capítulo IV

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Resultaba increíble la suerte que cargaba ese día, cuando Sehun decidió regresar caminando a su casa no creyó posible el encontrarse con Baekhyun, pero el destino le guardó esa hermosa sorpresa. Era extraña la manera en que la alegría y los nervios se combinaban magníficamente dentro de su ser cuando lo veía... Un mensaje de su corazón que su razón se esforzaba en ignorar.

Revisó su imagen rápidamente en el escaparate de una juguetería, acomodó algunos cabellos rebeldes y tomó una bocanada de aire. El mayor se encontraba enfocado en revisar el recibo de compra y no había notado su presencia, mejor para él, así el encuentro sería casual; al menos que su boca cobrara vida y dijera que lo espiaba desde hace varios minutos.

—Hola— saludó Hun al reducir la distancia a menos de un metro.

El castaño elevó su mirada. A Sehun le resultó imposible ignorar el escrutinio al que fue sometido: primero sus zapatos de agujeta, después su pantalón negro y su portafolios, finalizando con la azulada camisa, todo fue acariciado por aquellas gemas de color café. El otro sonrió de un modo terriblemente adorable cuando se halló descubierto. Incluso cuando el menor intento impedirlo con otros pensamientos, no consiguió alejar una nueva pregunta de su mente... ¿Los rosados labios serían tan suaves como se veían?

—Sehun, que linda sorpresa— dijo Baek. Dobló el ticket y lo guardó en la bolsa de su compra.

—¿Son cosas de repostería?— preguntó Hun.

El pelinegro no tenía la intención de ser un entrometido, únicamente quería entablar una conversación con el más bajo y aprovechar esa oportunidad para saciar su curiosidad de saber si tenía pareja. Y, si el universo conspiraba a su favor, inclusive podría obtener su número.

—Necesitaba capacillos— Baekkie alzó un poco el objeto donde los empacaron.

El alto asintió con la cabeza como si entendiera a lo que el mayor se refería, aun cuando no tenía ni la más mínima idea de lo que hablaba.

—Eso me recuerda... Hay una cafetería cerca de aquí que vende postres muy buenos, ¿te gustaría acompañarme?— cuestionó el castaño.

—Claro— respondió Sehun. Su corazón latiendo demasiado rápido.

Su tarde fue mejorando con el paso de los minutos. Se habían dirigido al local en el automóvil de Baekhyun, descubriendo que el mayor no era de esas personas que te hacían querer sacar cinturones de seguridad hasta por debajo del asiento. Encontraron rápidamente temas en común, además de que su sentido del humor se complementaba, por lo que la conversación seguía siendo amena incluso con el bullicio del local. Gracias a las bromas, descubrió que la risa ajena era tan cálida como los rayos del sol y su personalidad tan brillante como el astro mismo.

El lugar de pedidos se ubicaba en el centro mientras que las mesas se posicionaban a su alrededor; el establecimiento era de estilo rústico y de dimensiones pequeñas, sumándole la iluminación de las circulares lámparas, resultaba en un ambiente bastante agradable y acogedor.

—¿Iniciarás pronto con tus prácticas?— preguntó Hun, cortando un trozo de su pastel de chocolate.

—En cinco meses— contestó el más bajo, meneando su café para enfriarlo—. ¿Las harás ahí también?

—No lo sé. Mi padre quiere que me una a sus investigaciones desde hace años pero no son de mi interés— respondió el menor. Vio al otro bajar la mirada—. ¿Qué ocurre?

—¿Podríamos no hablar sobre los experimentos de tu familia? Aún tengo presente que ese fue el motivo por el que rechazaste ser mi amigo.

Mentira, simplemente Baek se rehusaba a imaginarse a otros seres sufriendo por lo mismo que él vivió. El pelinegro sonrió.

Know you «SeBaek»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora