Know you «SeBaek»

Capítulo XI

El menor podía sentir el miembro de Baekhyun alcanzar lo más profundo de su interior, sus caderas se movían guiadas por las embestidas del mayor en un vaivén similar al de las olas, lento pero fuerte. Una de sus manos estrujaba la sábana debajo de ellos, la otra se aferraba al brazo ajeno en un intento por plasmar en la tersa piel el placer que sentía.

Su pierna derecha fue llevada cerca de su rostro cuando el castaño se dispuso a juguetear con su estirado cuello. Los besos sobre su cuerpo lo complacían en demasía, incluso en zonas que jamás consideró tan sensibles. La habitación se había llenado con el sonido de la cabecera chocando contra la pared, y también con sus gemidos, esos que creyó agotados tras venirse la primera vez.

Minutos u horas antes, dejó de ser consciente del tiempo desde que el contrario lo extrajo de la realidad, su hyung se deleitó con su pene como si se tratara del manjar más rico del mundo, como si fuese el único alimento capaz de saciar su apetito. Nunca sabría si fue por su virginidad o el ver a su amor platónico entre sus piernas de una manera tan erótica, lo que provocó que culminara tan rápido. Aunque, probablemente, eran ambas razones porque él ya estaba al borde de la segunda y Baek aún no se encontraba totalmente duro. Sehun supuso que los años y la experiencia habían dotado con resistencia a su sensual pareja.

Al inicio, fue difícil para el menor poderse concentrar, debido a que sus neuronas estaban preocupadas por la competencia imaginaria en la que se enfrentaba a los hombres que yacieron en su lugar, querer satisfacer al castaño por encima de ellos ocupó su cerebro hasta que el otro se encargó de blanquear su mente al dilatarlo con los hábiles dedos. Ahora, se dejaba llevar por el calor del momento ya que, en ese instante, podía asegurar que no existía alguien mejor para Baekhyun que él. Lo supo cuando su novio tomó sus inseguras e inexpertas manos y las condujo a las zonas que necesitaban ser atendidas con sus caricias.

Sintió a Baekkie sonreír sobre su piel entre cada beso, totalmente ajeno a la placentera urgencia que se apoderaba de Hun por alcanzar aquel punto en el que se consideraba capaz de hacer cualquier cosa, en el que todo parecía ser perfecto. Había terminado jalando el cabello café cuando eso ocurrió...

Tercera, cuarta, posiblemente era la quinta vez, su mente no se encontraba en circunstancias de mantener la cuenta. Solamente podía asegurar una cosa: Baek le estaba robando el corazón y el alma con cada beso, con cada caricia... Y él lo permitía aun sin tener garantía de que algún día volverían a salvo.

Sus músculos y gemidos temblaban más y más, conforme recibía al mayor con frecuencia y profundidad incrementadas. En el pasado, no se imaginó estrujando una almohada mientras yacía a la merced de otro hombre, y ahora, hasta la arrojó lejos cuando le estorbó en la posición. Se sentía demasiado bien, mejor de lo que creyó. Su espalda se convirtió en la ofrenda de la boca ajena al estar a gatas, dejando su cavidad a merced de su hyung.

Cada contacto de Baek iba cargado de deseo, afecto y, sobretodo, de la urgencia por reclamar el cuerpo de Sehun como suyo. El mayor tenía la intención de apropiarse de la piel ajena, hasta el último milímetro sería recorrido por él y lo grabaría todo en su memoria; mientras que su nombre se quedaría tatuado en la epidermis del alto, incluso lo impregnaría en algo más profundo e íntimo: en el alma impropia.

La fiebre que afectaba al pelinegro había aniquilado su vergüenza y fue capaz de decirle a su hyung lo mucho que le gustaba la forma en la que tomaba su cuerpo. Sus vibrantes músculos colapsaron desde hace tiempo al ser víctimas de un exquisito cansancio. Hun yacía acostado boca abajo, aceptando las embestidas que aumentaban su velocidad. El dolor de la primera intromisión fue sustituido en todas las ocasiones por éxtasis y, a la vez, por una inmensa tranquilidad de encontrarse así con su amado tras desearlo tanto.