continuacion capítulo 15

5.9K 672 9
                                    


Deslizándose en la cama, se posiciono de rodillas todavía entre sus piernas,
pero más abajo. Sintió que ella lo observaba cuando él tiró de sus bragas,
arrastrándolas hacia abajo hasta quedar atrapadas alrededor de sus rodillas, su cuerpo en el camino. A la mierda.
Necesitó un simple tirón para desgarrar el tejido y tirar los restos a un lado.
Ella abrió la boca, pero estaba encantado de saber que no era de miedo. ¡Oh,
no! La anticipación y excitación la hicieron masticar el labio inferior e hicieron que la
carne entre sus piernas brillara con miel.
Saboréala. Lamela.
Necesidades básicas. Necesidades primordiales. Por tanto tiempo ignoradas.
Esto no era sobre él. Quería mostrar su placer, el tipo de vino que un hombre quería
adorar.
Con ese pensamiento en mente, él la torturaba frotando el borde de cerdas de
su mandíbula a lo largo de la piel sedosa de la cara interna de su muslo.
Se estremeció.
Lo hizo de nuevo, esta vez para el otro lado. Ella hizo un sonido maullando. Él
acercó su boca ante su sexo rosado expuesto, dejando que su cálido aliento la rozara.
Ella dejó escapar un grito, y sacudió sus caderas.
—¡Hayder! —
Ella gimió su nombre, su necesidad tan clara que ya no podía mantenerla a
raya. Sus labios se pegaron a su sexo con una rapidez que le hizo exclamar, y todo su
cuerpo se arqueó. Pero él siguió presionando sus caderas y siguió lamiendo su núcleo,
extendiendo sus labios de color rosa para ahondar en su interior. Él la apuñaló con su
lengua y sostuvo sus caderas apretadas mientras se alimentaba. Ella temblaba en sus
manos. Su cuerpo. Su sexo. Incluso su respiración vaciló.
Cuando dejó que sus labios se movieran sobre su botón, ella dejó escapar un
pequeño grito. Ella estaba cerca, tan cerca. Movió su clítoris con la lengua y, al mismo
tiempo, introdujo un dedo en ella.
El grado de tensión que sentía. Cuánto calor. Le insertó un segundo dedo,
incluso mientras continuaba estimulando su botón hinchado.
Ella goleó en la cama, con la parte superior del cuerpo por lo menos. Mantuvo
sus caderas clavadas en la cama mientras él la complacía. Dentro y fuera, él empujó
sus dedos, sintiendo su ajuste a su alrededor, las paredes de su sexo palpitante con
calor y tensión.
Más rápido la acariciaba. Más rápido. Más rápido…
Ella se vino. Todo su cuerpo se congeló en un arco perfecto, su espalda
despegada de la cama, todo su cuerpo un plano tenso. Su sexo se estremeció cuando
ondas de felicidad la sacudieron. Su grito fue estridente. Ruidoso. Desvergonzado.
¿Y qué fue lo que dijo en voz alta?
Sólo tuvo un momento para saltar a sus pies y echar una manta sobre Arabella
antes de enfrentarse a una leona gruñendo, que le rugió,
—Muere, lobo — que se desvaneció a un, —Oops. Mi error. —
Con una sonrisa en los labios, Luna movió sus dedos haciendo adiós y luego se
fue a la izquierda.
Hayder casi fue tras ella, pero fue detenido por... ¿la risa? Se dio la vuelta para
hacer frente a la fuente. Arabella se rió, bastante incontrolable también.
Los brazos cruzados sobre el pecho, trató de parecer severo.
—No veo la gracia.
—Eso es porque no puedes ver la expresión de tu cara. —
Él usaría esa mirada todos los días si eso significaba oír su risa. También podría
acostumbrarse a verla así todos los días. ¡Maldición! ella se veía bien. A pesar de la
amenaza que pendía sobre su cabeza, Arabella aún parecía la imagen perfecta de la
decadencia apasionada con el pelo revuelto, los labios hinchados y el rostro aún
sonrojado.
Quiero acurrucarme.
No era sólo el león el que quería meterse en la cama con ella y yacer de
cuchara. Se le ocurrió que la interrupción inoportuna había robado su momento
posterior. También mostró uno de los hábitos más molestos del orgullo. Entrometerse,
aunque bien intencionado.
—Perdón por la interrupción.
Sus labios se arquearon.
—¿Suele suceder a menudo?
Debería mentir o no mentir.
—Por desgracia sí. —
La privacidad no se respetaba a menudo en el orgullo. Eran familia. Familia a
tope. Y las peleas estallaban. Reuniones y fiestas de vacaciones siempre fueron un
evento que requería un par de botiquines de primeros auxilios.
Lo bueno es que mantenían unos hombres-lobos en la fuerza policial para
suavizar cualquier queja de perturbación.
Las cerraduras no significaban nada. Tampoco nadie llamaba. Así que se
sorprendió cuando alguien vino a irrumpir porque él había hecho gritar demasiado
duro a Arabella. Y, sí, aquella exquisitez realmente lo dejo un poco satisfecho.
A decir verdad, él debía, probablemente, dar gracias a Luna por su diligencia.
Eso significaba que había aceptado a Arabella como parte del orgullo, y como tal, eso
significaba que la protegería.
Pero, ¿quién protegería a sus pobres bolas de su osada bebé?
Doblando un dedo, ella le hizo señas. Se giró de vuelta a la cama y trató de
mantener la imagen de él hundiendo su polla dura en su dulzura fuera de su mente, o
tomar una fría, muy fría ducha mientras se daba a sí mismo un trabajo con la mano,
para ayudar mejor a mantener su promesa de no reclamarle nada antes de que ella
estuviera lista. Eligió la tortura. Se arrastró de nuevo a la cama con ella.
Fue el “Eep”, que se le escapó cuando rozo el frente de su cueva con su
miembro. No, y tampoco su felino fue muy favorable teniendo en cuenta que hizo un
fiasco y dejando sus piernas al aire, cayó con su lengua hacía un costado, y fingió que
era una caricatura muerta.
Muy gracioso.
Pero cierto. Podría matarlo teniéndola tan cerca, habiendo prometido no
reclamarla. Sin embargo, cómo podría negarse cuando ella dijo:
—¿Vas a dormir conmigo y mantener las pesadillas a distancia? — Lanzó un
triste segundo “Eep” cuando sus nalgas se apretaron contra su ingle, pero él utilizó la
tortura como un ejercicio de fortalecimiento, pensando en todo momento, mi mujer,
mía, mientras la sostenía en sus brazos.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cuando un Beta Ruge •||Saga El Orgullo Del Leon 2 ||• [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora