Esto es bueno.
Más que agradable. Despertar en los brazos de un hombre que la hacía sentir
protegida, en lugar de al borde y tensa, resultaba increíble.
Hayder era increíble.
¿Qué hombre podría renunciar a su placer a pesar de que seguramente olió su
interés erótico? Hayder podía. Mientras que podría haber dejado su evidente erección
frotarse contra ella, él no hizo nada más.
Nada.
En absoluto.
Él no insistió, no la presiono. Sin embargo, la torturó con la idea de lo que
podría suceder. Su mente no ayudó, al volver a recordar el placer que le había dado.
Un placer del cual ella quería más, ya que en sus manos actuaba como una droga. Un
golpe y ella quería más.
Lo quiero.
Él es nuestro.
El eco de su psique ya no la sorprendió tanto. Parecía que una cierta parte
inactiva de sí misma se había agitado. Después de tanto tiempo, Arabella sólo
necesitaba tener un poco de paciencia. Darle tiempo a su loba para ajustarse y sanar.
El cuarto oscuro desmentía el resplandor rojo de los números en el reloj.
—¿Cómo pueden ser las siete y media de la mañana y estar negro como el
carbón aquí? Normalmente se ve la luz del sol. —
Unos labios acariciaron la parte posterior de su cuello, disparando un escalofrío
por su espalda. Ella se retorció en represalia, siendo recompensada por un gemido
cuando una longitud de acero fundido presionó contra la raja de su trasero.
—Tuve que poner cortinas oscuras mientras estábamos en la granja ayer. — Se
quedó paralizada. Por alguna razón, la suposición de que él dormiría con ella la picó.
¿Era ella una presa fácil así? ¿No había aprendido nada? Peor aún. Habían dormido
juntos, y mientras que no habían tenido relaciones sexuales, ella definitivamente le
dejó tomar amplias libertades con su cuerpo.Caray, yo habría tenido relaciones sexuales con él, si él me hubiera presionado.
Pero ese no era el punto. ¿Cómo se atrevía a ser tan arrogante como para
premeditar algo que debería ocurrir de forma natural durante un transcurso de tiempo
en que un hombre y una mujer llegan a conocerse el uno al otro?
—¿Quieres decir que asumiste que estarías durmiendo aquí? —
—Claro. Soy tu compañero, incluso si no te he reclamado todavía. ¿Dónde más
podría estar? —
—En el sillón. —
—Pero es corto. —
—¿Qué tal en tu propio apartamento? —
Rodó fuera de la cama, a sus pies, haciendo caso omiso de él,
—¿A dónde vas, bebé? —
—A la ducha. —
—Impresionante. —
—Sola. —
—Hay espacio para dos. —
Se dio la vuelta, la barbilla en alto, y aunque su desafiante mirada estaba
oxidada por falta de práctica, la arrojó sobre él cuando dijo:
—Yo voy a la ducha sola. Solo yo. ¿O vas a ser agresivo de nuevo y no me darás
un poco de espacio?
—¿Qué te pasa, nena? ¿Por qué tan molesta?
—Estás empujándome demasiado duro, demasiado rápido. Necesito un poco
de espacio. De ti. — Ella casi se tragó las palabras por su rostro cabizbajo.
Entonces se tensó mientras esperaba para ver si por fin había logrado cruzar
una línea.
El león loco rió.
—Que me aspen. Estás tomando más independencia cada día. Esta nueva
faceta asertiva es atractiva, bebé. —
—¿Lo Es? — De alguna manera se las arregló para preguntar cuando ella lo
miró con boquiabierta incredulidad.
—Súper sexy. Me dejas caliente como el infierno también. No, creo que podría
conseguir que lleves un uniforme de policía. Tal vez jugar con algunas esposas. —
El calor en su rostro no tenía nada que ver con la vergüenza, pero si todo con el
despertar de su propia excitación tan fácilmente –y pícaramente– con la imagen
mental de lo que dijo. Dio un paso hacia ella. Dio una vuelta y le tendió la mano.
—Alto ahí. Lo digo en serio. Necesito un poco de tiempo a solas.
Porque si no se iba ahora, acabaría en la cama, probablemente por el resto del
día. Ella libremente admitió que necesitaba de contención en lo que a él respecta.
—Me voy a ir por ahora, nena. Me vendría bien un poco de ejercicio. Escuché que la persecución de lobos es muy divertida. O al menos eso era lo que las fotos de
Instagram que vi parecían indicar. Las leonas tuvieron una noche muy animada,
aunque gran parte de su caza parecía implicar bares y alcohol. Al parecer, muchas de
mis primas parecen pensar que tus hermanos podrían ser borrachos, o esto… ¿lobos
de bar? —
—¿Vas a cazarlos? —
—Claro que sí. Y te vas a quedar aquí. En este apartamento. Sin salir.
—Finalmente, admites que es un mejor plan.
—No. Pero hasta que no sepa que es seguro, no quiero que salgas sin mí. —
—¿Es una orden? —
—Sí, lo es. —
Él sonrió mientras daba unos pasos e invadía su espacio. Su duro beso calló
cualquier réplica que podría haber hecho. Dejándola con la respiración agitada, agarró
sus pantalones del suelo y tiró de ellos, ocultando sus musculosas piernas. Fue
horrible. Y no porque no pudiera admirar más, pero más porque ella realmente quería
despojarlo de ellos.
No pudiendo verlo por más tiempo, Arabella huyó al baño, a disfrutar de una
larga ducha. Muy larga. Y fría. Fría realmente.
Se estremeció, pero estaba bien. Hayder la calentaría.
En cualquier momento, esperaba, la mampara de cristal se deslizaría y él entraría. Diciendo algo ridículo como, —tengo que lavarme el pelo— y entonces la seduciría.
Oh sí. Sus manos por todo mi cuerpo. Su polla empujando en mí. El sabor de él
en mi boca.
Excepto que no pasó.
¿Realmente se había ido? Había exigido que le diera el espacio, pero nunca
pensó que el realmente la escuchara.
Nadie lo hizo.
Al salir de la ducha, el cuerpo envuelto en una toalla suave y esponjosa, se
asomó por la puerta al dormitorio. Sábanas revueltas, las cortinas retiradas, sin
Hayder. Se vistió rápidamente, emparejando bragas de encaje y sujetador y luego
ajustados pantalones de yoga con una blusa casi diáfana. Descalza, entró en la sala de
estar. Estaba vacía.
Pero en la cocina había alguien.
Con un remolino de pelo rubio y una amplia sonrisa, Luna se apartó de la
estufa.
—Ahí tienes. Justo a tiempo también para unos panqueques no completamente quemados. —
Usando una espátula de plástico, el borde fundido en un lío desigual, Luna echo
algunos panqueques carbonizados por un lado, casi lechoso blanco por el otro, sobre
las placas.
—¿Qué pasó con la espátula de plástico? —
Luna la agitó.
—Maldita cosa. Siempre se funden. Uno pensaría que harían cosas de cocina
que soporten altas temperaturas.
Luna deslizó un plato en la dirección de Arabella antes de que ella agitara la
paleta masacrada.
—Toma asiento. Te voy a preparar un café. Que yo sé cómo hacer. —
Gracias a Dios por las cafeteras Keurig, Arabella temía el lodo que podría haber
tenido que beber. Los panqueques resultaron agradables al paladar. Apenas. Pero, ya
que Luna se había tomado la molestia, ella pensó que era mejor engullirlos con una
sonrisa y agradecimiento. Nada que contrariase a la obviamente loca leona.
Y sí, quería decir loca, especialmente teniendo en cuenta el plan de Luna.
—Después del desayuno, nos dirigiremos hacia el gimnasio y nos golpearemos
un poco. — Tras haber mordido en una sección más fina del panqueque, el aliento
contenido, Arabella inhaló empolvando el interior de sus pulmones con los
ingredientes secos. Se atragantó. Escupió. Sus ojos se humedecieron, y casi cayó del
taburete cuando Luna le golpeó la espalda.
—Vas a vivir, chica lobo. —
¿Vivir? Ciertamente esperaba que sí, pero tuvo que preguntárselo, dado todos
los planes que la gente tenía para ella
—¿Puedo preguntar,— dijo después de unos sorbos de jugo de naranja, —por
qué quieres golpearme?
—Para lograr que tu lobo salga y te proteja, por supuesto. Me enteré de tu
pequeño problema. —
—¿Cómo? ¿Te lo dijo Hayder? — Ella no pensó que lo haría. Esperaba que no lo
hiciera. Harry había dicho a todo el que escuchara acerca de su compañera defectuosa:
“Perra estúpida, ni siquiera puede cambiar. Yo sólo sigo a su alrededor porque ella
puede cocinar”.
—¡Cómo si lo fuera a hacer!— Luna rodó los ojos. —No, nosotros no
conseguimos la información de Hayder. El maldito chico gruñe si alguien muestra
demasiado interés en ti. También se ha vuelto muy aficionado a la palabra “mía”. Una
bestia totalmente retro si me preguntas. Pero supongo que es caliente en una forma
primitiva. Tía Cecily dice que una vez que te reclame, este numerito de hombre-gato-
prehistórico se va a terminar.
Le tomó a Arabella un momento para filtrar toda la información. Un punto
clave sobresalía. ¿Hayder la estaba reclamando en público? ¿Por qué en lugar de
enojarse se le calentaron los pies? Ella no había accedido a nada todavía. Aún así, le
hizo cosquillas saber que no se avergonzaba de admitir sus sentimientos.
Ella, por su parte, estaba aterrorizada de ceder –confiadamente- ante él.
Pero si la fuga no procedía de Hayder, entonces…
—¿Cómo te enteraste acerca de mi lobo? —
—Jeoff, por supuesto. Mientras Hayder puede mantener los labios apretados,
tu hermano, en cambio, no ha dejado de parlotear acerca de ti. Ha estado
despotricando que es su culpa que seas así y que debería haber hecho algo hace años.
Está gimiendo que él es el peor hermano jamás visto.
— No es su culpa. Hice mi elección. Aunque fuera mala.
Luna asintió.
—Sí, la mierda que te pasó fue culpa tuya. —
Arabella retrocedió.
— Espera, no me refiero a tu forma de pensar. Quiero decir que, sí, habéis
elegido esa vida, pero sin duda no te mereces lo que te pasó. Y eres tonta, al no dejar
que el orgullo se encargue de eso. —
— Yo no quiero que nadie salga herido. —
— Tú eres alguien también, Arabella. — El semblante de Luna pasó de jocosa a
grave mientras hablaban. — Tú significas mucho. Tú no mereces ser lastimada. Es hora de que ciñas tus pechos en un sujetador llamativo, empujes los hombros hacia atrás, y
te defiendas a ti misma. También es hora de que tu lobo deje de esconderse. Y la
mejor manera de conseguir sacar a tu perra de quicio es hacerle daño al cuerpo. —
El cabello voló en mechones húmedos picando sus mejillas mientras negaba
con la cabeza.
—No va a funcionar. El dolor es el por qué ella se fue.
—¿Lo es? Yo digo que probemos esa teoría.
— Hayder dijo que me quedara aquí.
—Hayder dijo que me quedara aquí, — Luna imitó. —¿Desde cuándo es tu
jefe?
—No lo es, pero es más seguro quedarse en el apartamento.
—También es más seguro vivir en un envoltorio de burbujas de nylon en lugar
de practicar deportes. Es más seguro beber agua filtrada del grifo que la fresca de un
arroyo barullento. Pero ¿de verdad quieres pasar tu vida solamente haciendo lo que es
seguro? — Dicho de esa manera, Luna tenía un punto, pero los ejemplos que usó eran
sobre cosas mundanas, no fuera de lo común, situaciones de control Lycans con tendencias violentas.
—Me quedaré. —
Algo sobre Luna cacareando y señalándola como cobarde, puso a Arabella a
considerar los hechos.
¿Era realmente más seguro estar aquí que por ahí? Hayder pensó que la granja
era segura y mira lo que pasó. ¿Quién iba a decir que no tomarían ejemplo de su
hermano y alquilarían un helicóptero, haciendo un descenso en rappel para un
atrevido secuestro? Si Jeoff podía arreglarlo, también podía hacerlo su viejo clan.
Ella miró la puerta del balcón, luego el apartamento.
Luna sintió su vacilación.
— Oh vamos. En el peor de los casos, algunos rufianes vendrán tras nosotras y
llegaremos a patear algunos culos peludos. He oído que eres más cruel que Wolverine
cuando eres provocada. —
—¿Quien dijo eso? —
—Hayder. Estaba muy orgulloso también. —
¿Se jactaba de ella?
—No está lo suficientemente orgulloso o lo suficientemente seguro como para
dejarme ir por mi cuenta.
—Que idiota. Deberíamos mostrarle. —
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Cuando un Beta Ruge •||Saga El Orgullo Del Leon 2 ||• [Terminada]
Ficción GeneralCuan degradante. Ejercer de niñera de una mujer porque su alfa lo dijo. Como Beta del Orgullo, tenia cosas mejores que hacer con su tiempo, como lavar su impresionante melena, la caza de matones por diversión, y perseguir la cola, a veces la suya...