caputulo 9

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¡Ella me empujó fuera de la cama! La realización de este hecho lo golpeó tan duro como el suelo. Su gracia felina le falló. Lejos de agachar su cabeza con vergüenza, su león interior rodó con alegría, prácticamente meneando su cola. No es gracioso.
Excepto que lo era. Tenía la sensación de que este lado más firme de Arabella era culpa
suya. Desde el momento en que se
conocieron, él la había animado a no
tomar ninguna mierda, y al parecer había decidido comenzar con él.
Maldita sea. Cuando él le había dicho que no
dejara que el mundo pasara sobre ella, debería haber especificado una excepción. Soy su compañero. ¿No hay una regla que dice que no puede echarme de la cama?
Excepto que ella no tenía idea de que lo era. ¿Sólo fue hace un día desde que su vida cambió? Ni siquiera. A este ritmo, estaría recogiendo los patrones de mierda de China para el mediodía. Completamente castrado y por una mujer que no quería tener nada que ver con él. Usando de apoyo sus rodillas, se sentó y descansó la barbilla sobre el colchón.
Arabella se enfrento a él, con los ojos cautelosos y respiración superficial mientras
esperara su reacción.
Más bien ella esperaba para ver si él explotaba. Ella aprendería. Hayder nunca
le haría daño, pero haría uso de sus infames ojos de gatito en su contra.
Se quedo mirándola. Sabes que me deseas. Sabes que me necesitas. Vamos, bebé. Derrítete. Derrítete para tu león.
Ella le devolvió la mirada.
Hmm, esto no estaba funcionando como estaba previsto.
Dejó que el lado izquierdo de su labio se curvara en una sonrisa, tirando de su
mejilla y revelando su infame hoyuelo.
—Sé lo que estás haciendo.
—¿Qué? —
—Tratando de manipularme para que te permita volver a la cama. —
—¿Está funcionando? —
Por un momento su expresión cambió, una vorágine de emociones cuando ella
luchó para responder.
—Sí está funcionando. Pero ojala no fuera así.
—¿Por qué?¿Por qué combatirlo? —
—Porque creo que necesito tiempo. —
Resultó que había algo más poderoso que su hoyuelo. Su honestidad.
Él gimió.
—Creo que te enviaron para matarme. Bien. Si insistes, te respeto aunque prefiero corromperte. — Sus ojos se ampliaron.
—El respeto no significa que voy a mentir, bebe. Te quiero. Mal. Pero voy a escuchar lo que quieres. Por ahora. — Y, sí, lo dijo ominosamente.
Déjala pensar. Pensar en él. Pronto ella incluso no sería capaz de negar que estaban hechos el uno para el otro.
Se puso de pie, sus seis pies de altura en completa desnudez. Y, sí, puso una
cierta parte de su anatomía en perfecta vista de cierta mirada sorprendida.
Una respiración profunda, mejillassonrojándose, una cierta conciencia
chisporroteaba entre ellos. Ella no podía esperar poder ocultar su placer o interés en lo que vio.
—Dulces sueños, bebe. — Le guiñó un ojo y luego se dio vuelta, resistiendo el
impulso de atrapar su mirada fija en su culo. Él sabía que lo hacía. Podía sentir el loco
calor cuando ella siguió su camino fuera de la habitación.
Vuelve. Quiero acurrucarme.

Su león no podía entender por qué estaban de vuelta en el salón con su pequeño sofá que no le permitiría estirarse. ¿Por qué no podían acurrucarse en la caliente cama y, aun mejor, abrazarse afectuosamente a una agradable compañera caliente?
Respeto, mi peludo amigo.
Un león era inútil para el respeto sin embargo. Su visión del mundo era mucho más simple. Nuestra. Cama. Hambre. No hambre de un filete, sino más bien, un pastel de dulce crema.

Hayder gimió. No había necesidad de seguir recordándole lo que se estaba perdiendo. Lo sabía. Lo odiaba, pero lo que ella quería tenía prioridad sobre sus deseos… Argh.
¿Cómo demonios se suponía que iba a voolver a dormir ahora? Mientras yacía en el sofá, con las piernas colgando sobre el apoyabrazos, su polla sobresaliendo, no
podía evitar desear tener menos sentido de moralidad.

El tiempo pasaba, y el no durmió. Se esforzaba para detectar cualquier signo de
que Arabella le necesitaba. La pesadilla no volvió, y su sueño resultó mucho más suave
esta segunda vez. Antes, incluso con la puerta cerrada, podía oírla inquieta
revolviéndose.
Cuando sus vueltas en la cama se convirtieron en gemidos y gritos y palabras
incoherentes que lo desgarraron, no pudo evitarlo.
Él pateó la puerta y fue con ella.
¿Que la perseguía en sus sueños? ¿Que la asustaba terriblemente? Fuera lo que
fuera, quería matarlo, para desgarrar la terrible pesadilla de ella y destruirla completamente.
Alrededor de las seis de la mañana, se dio por vencido de tratar de volver a dormir.

Llamo a Leo, cuya primera respuesta en lugar de buenos días u hola fue,
—¿No te has ido a la cama todavía?
—De hecho, estoy levantándome.
Eso silenció a Leo por un momento.
—¿Estás enfermo?
—No. —
—Te das cuenta de que no es ni siquiera cerca del mediodía, ¿verdad?
—Sé que hora es.— bufo Hayder, irritado. — Es hora de que dejes de meterte conmigo y me traigas algo de ropa.
—¿Por qué habría de hacer eso? ¿Dónde estás? Espera, no me digas que te quedaste con la chica de anoche.
—Ella es mía. ¿Dónde más podría estar? —
—Amigo, la conociste ayer.
—Sí, ¿y?
—Tú. La. Conociste. Ayer. —Leo enuncio cada palabra lentamente.
—Yo. Lo. Sé, —se burlo Hayder. —¿Qué es esta fascinación que todos tienen con el tiempo? Ella sigue diciendo la misma cosa. ¿A quién le importa? Ella es la única.
—Esto es culpa mía, — Leo rezongo.
—¿Cómo sabes eso? ¿Estás a cargo de los destinos y la decisión sobre quiénes
están destinados a estar juntos? —
—No, pero podría haber golpeado algo de sentido en ti demasiadas veces.
—¿Ahora eres comediante? Porque esto no es una broma. Arabella es mía, y
eso es todo. Ahora, ¿podrías traerme algo de ropa?
—¿Qué hay de Jeoff?
—¿Qué con Jeoff? 
—No crees que su hermano podría tener un problema contigo saliendo con su
hermana, quien, a decir de todos, es vulnerable ahora.
—Oye, ¿estás insinuando que mi Arabella ha perdido la moral? Tienes que
saber que ella me rechazó. ¿Puedes creer que ella me empujó fuera de la cama? ¿Qué
me dijo que me fuera? — La incredulidad todavía lo llenaba.

No necesitaba súper audición para atrapar el resoplido de alegría de Leo.
—Ja. En ese caso, tal vez ella sea la única. Necesitas una mujer que te pueda
decir que no algunas veces.
—No eres un Omega agradable, Leo.
—Agradable es cosa de maricas. Ahora, ¿terminaste de lloriquear, o debo ir ahí
y realmente darte algo para quejarte?
Hayder frotó su mandíbula.
—No hay necesidad. 
—¿Estás seguro? Sabes que siempre estoy dispuesto a ayudar a un miembro
del orgullo en necesidad.
—Todo lo que necesito ahora es algo de ropa.
—Dame un par de minutos para despertar, y te llevare algunas cosas.
—No hay necesidad de apresurarse. Voy a ducharme primero. — Una ducha y tal vez una paja.
Un hombre tenía necesidades después de todo.
Una necesidad que no disminuyo, incluso después de que él alcanzo el clímax,
con su nombre en sus labios.
Maldita sea.
Esperemos que no se haga esperar demasiado.

Leo 😘😍😍😍👇👇

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Cuando un Beta Ruge •||Saga El Orgullo Del Leon 2 ||• [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora