capitulo15

7K 695 6
                                    


Hayder se paseó por el salón de Arabella. Lo mataba saber que ella estaba a solas con sus pensamientos. Podía ver la agitación en ella, un torbellino que había esperado eliminar al pedirle que fuera su pareja.
Excepto que ella no le respondió. Lo dejó en el limbo, preguntándose qué pensaba y sentía.
¿Se preocupa ella por mí?
Podría jurar que sí. El recuerdo de cómo se había derretido en sus brazos en la
cascada lo despertó rápidamente. Por un momento, había recibido una visión de lo
que se ocultaba dentro de Arabella… un espíritu libre con pasión por la vida.
La pasión por él.
Ella lo deseaba. Sin lugar a dudas, pero estaba tan malditamente asustada que
el mantendría su polla guardada por ella.
Dale tiempo. Ella estaba en lo cierto cuando dijo que apenas lo conocía. Sólo
unos días desde que se conocieron. Tiempo suficiente para él para saltar a este
acoplamiento con los dos pies juntos. Ella, por otro lado, arrastraba sus pies.
Arrastrándolos, pero venía. La tímida criatura temblorosa que él había encontrado la primera vez comenzaba a mostrar signos de rotura en su caparazón.
Sólo necesitaba darle tiempo.
Sólo tiempo, lo que le significaba el sofá una vez más –triste miau– con una erección que no desaparecía.
¿Tal vez debería con una ducha de agua fría? O, mejor aún, la fría realidad de
un teléfono que sonaba, que, cuando respondió, dio a conocer un ladrido.
—¿Dónde diablos estás? —
—En el sillón. ¿Y tú? —
—En mi apartamento a la espera de que te reportes.
—Por favor, como si ya no conocieras todos los detalles. Además, tenía que
asegurarme de que Arabella estaba bien. —
—¿Lo está ella?
—Sí. — Físicamente tal vez, pero emocionalmente… todavía tenían mucho
camino por recorrer.
—Ella va a estar bien aquí. Pon a Luna de guardia para que puedas salir un
poco.
—No. Voy a seguir tu consejo y, en lugar de correr a ti todo el tiempo, empezaré a usar el teléfono. Como ahora mismo. Hey, jefe, este es tu reporte beta.
Él se resistió a la tentación de hacer un sonido de estática y añadió, —Gran gatito
fuera. — Su nombre en clave, que él utilizaba cuando trabajaba en el campo antes de
ser llamado al orgullo para hacerse cargo de la tarea de beta.
—Hayder, estás realmente tentándome para marchar allá abajo y darte una
patada en el culo.
—Pero eso significaría dejar a Kira sola, y tan tarde en la noche. Yo sé que ella
va a la cama temprano. ¿De verdad quieres perder tanto tiempo cuando sólo
podríamos solucionar esto por teléfono? —
Un suspiro.
—Perfecto. Ponme al tanto. He oído algunas historias, pero quiero conocer tu
perspectiva.
—Fuimos atacados. —
—¡Todavía no puedo creer que se atrevieran! — Las palabras rugidas prácticamente hicieron vibrar el teléfono que Hayder retenía contra su oreja.
—Sí, tanto tú como yo. Pero el hecho es que el Consejo Lycan decidió pintar un
ojo de buey bastante grande en la espalda de Arabella.
—Un objetivo bastante grande que no puedo creer que el Consejo Lycan haya tolerado, — Arik gruñó. —He depositado una queja ante el Consejo Superior. —
¿Pero ese panel de sabios sería capaz de responder a tiempo para evitar que las
cosas se agravaran aún más? En este punto, era la guerra.
León contra lobo. Las cosas iban a ponerse feas a menos que...
—Tengo una solución, — Hayder aventuró.

—Matarlos a todos y mostrarles por qué no deben meterse con el orgullo de un
león. — Las damas de la planta baja se han animado a ciencia cierta, pero Hayder vio
la falla en el plan.
—Un buen plan, a excepción de toda la sangre y órganos. — En esta era moderna, no era tan fácil desaparecer a la gente, no cuando las
entidades gubernamentales como el IRS llegaban en busca de ellos y los policías tenían acceso a la ciencia para resolver crímenes.
—En realidad, estaba pensando que si Arabella no estaba disponible entonces
tendrían que detener sus ataques. —
—¿Quieres matar a la chica? Pensé que te gustaba. — Él resopló y puso los ojos.
—Lo hago por ella. Y yo no estaba dando a entender que la mataría. ¿Qué pasa
contigo y Arabella que piensan que es la única solución viable? Estoy hablando de
reclamarla.
—¿Quieres decir que quieres casarte con la chica? — Un suspiro de alivio.
—Bueno, eso tiene más sentido, aunque un poco drástico. ¿Realmente quieres recurrir
a la bola y la cadena? Ouch.
Una mano amortiguaba el receptor, pero Hayder igual escuchó.
—Cálmate, ratón. Yo sólo dije una broma. Me encanta estar emparejado.
Arik rió mientras Kira lo amenazó con tiras de cera. La mano sobre la boquilla se movió
cuando Arik regresó a la línea. —Muy bien, así que te casas con la chica. ¿Estamos
seguros de que eso va a detenerlos? Ellos podrían decidir matarte y llevarla. —
—¿Matarme? — Hayder resopló. —No es necesario ser insultante.
Arik se rió entre dientes.
—Lo lamento. No podía evitarlo. Pero en serio, debemos considerar que reclamarla quizá podría no ser suficiente. Mira las profundidades a las que han ido ya.
Esto es algo más que uno o dos chicos yendo detrás de Arabella. Este es un esfuerzo de
grupo, y como tal, tenemos que tomar más precauciones, especialmente desde que se
han infiltrado en nuestro territorio. —
—¿Es hora de hacerlos salir?
—Sí. Tenemos que dar un ejemplo a aquellos que se atreven a pensar que
pueden atacar con impunidad. No debemos mostrar ninguna misericordia si vamos a
demostrar nuestra fuerza a los demás clanes y orgullos.
Durante unos minutos, se discutió la estrategia. Básicamente, se reducía a dejar
que las leonas siguieran libremente a los lobos que no pertenecían a Jeoff. Entonces,
siempre y cuando no quedaran atrapadas o dejaran ninguna evidencia atrás, tenían vía
libre para hacer lo que quisieran.
Eso fue lo máximo que consiguieron. Los detalles finos tendrían que esperar.
Un gemido salió de la habitación.
Esta vez Hayder estaba preparado para ello.
—Me tengo que ir. —
Le colgó a Arik y arrojó su teléfono en el sofá antes de hacer una línea recta hacia el dormitorio. La puerta había sido reparada mientras estaban fuera, pero
necesitó solamente un puntapié para astillar la jamba y darle entrada.
No perdió el tiempo desvistiéndose, aunque sí arrojó sus zapatos antes de subir a la cama con Arabella. Ella se retorció debajo de las sábanas, con el rostro dibujado en
un rictus de dolor y terror, su respiración jadeante y llena de maullidos de pánico.
En sus brazos sacó su cuerpo tembloroso, abrazándola con fuerza contra él
hasta que los temblores se aliviaron. Él rozó sus labios sobre su frente y continuó
incluso una vez que su respiración se igualó a la de él.
Supo el momento en que ella se despertó porque se puso rígida en sus brazos,
luego se relajó.
—¿Hayder? —
—¿Esperabas a alguien más? —
—Sólo me aseguraba, ya que no estoy estornudando. —
No podía dejar de reír ante sus inesperadas palabras burlonas.
—Te dije que cuanto más tiempo pasáramos juntos, más te acostumbrarías. —
—¿Rompiste la puerta nuevamente?
—No deberías haber cerrado con llave.
—No lo hice. —
—Oh. — Él nunca había pensado comprobar. —¡Oops! —
Él amó su pequeña risa.
—Será mejor que no reciba una factura.
—No te preocupes. Contamos con un equipo de mantenimiento como parte de
los servicios que vienen con el edificio. Algunos del orgullo pueden ser un poco
traviesos, así que las reparaciones son más o menos una cosa diaria por aquí. 
Ella no respondió y pasaron varios minutos. Se mantuvo en sus brazos, su
cuerpo caliente vestido, una vez más, sólo con una camiseta y unas bragas delgadas.
Tan poca cosa los separaba. Su propia capa de ropa añadía una barrera. Sin embargo,
eso no impidió el calor entre ellos.
Él la necesitaba.
Tiempo para trabajar sus artimañas.
—Debemos hablar del tema del apareamiento de nuevo. Esencialmente los pro. —
Pro número uno, ella lo consiguió. Es curioso cómo ese mismo pro encabezaba
la lista de contras.
Ella suspiró.
—¿No podemos seguir así por un tiempo? —
—Puedes tener esto para siempre con solo decir la palabra. — Tenaz, eso era
él.
—¿Cómo la palabra tal vez? —
Él parpadeó. Su león parpadeó. Reflexionó su respuesta y, finalmente, espetó:
—¿Tal vez? ¿Eso es todo lo que consigo?  ¿Un poco dolido? Prueba a
arrollarme con un camión.
—Me gustas. Mucho. Pero estoy asustada. Tengo miedo de tomar la decisión
equivocada de nuevo. Todo se está moviendo demasiado rápido. Me siento como si1
apenas te conociera. Y, sin embargo, al mismo tiempo, siento que te conozco de
siempre. Una parte de mí quiere decir sí. Pero... — Se interrumpió.
Su turno de suspirar.
—Pero necesitas tiempo. 
—Lo hago, pero yo no sé si lo conseguiré. No con la forma en que los clanes
están en pos de mi. —
—No van a llevarte. Si necesitas tiempo, entonces te conseguiré un maldito
tiempo. No quiero que digas que sí, porque sientas que tienes que hacerlo. Yo quiero
que digas que sí, porque me quieres. —
—Te quiero. — La admisión le hizo proferir un rugido mental silencioso. —Sólo
que no sé si aun puedo manejar un para siempre. 
—Entonces deja que te dé un para-ahora. 
—¿Qué es un para-ahora?
Le mostró, sumergiendo la cabeza hasta que pudo rozar sus labios con los
suyos. Se quedó sin aliento. Él la besó de nuevo, esta vez manteniendo el contacto con
ella en todo el abrazo. Con un suave suspiro, sus labios se abrieron, y él la saboreó, la
acosó, sus lenguas se entrelazaron en una danza sinuosa.
Su cuerpo se arqueó contra él, y él se deleitó en ella. Deslizó la mano desde
donde él había acarició su espalda en círculos lentos hasta su trasero lleno. Su
respiración se enganchó mientras deslizaba su mano debajo de la tela y tomaba la
suave carne dentro.
—Debemos parar ahora, — murmuró entre besos.
—O puedes confiar en mí. Déjame darte placer. 
—Pero…
Sus labios viajaron desde sus dulces labios a su oreja, donde le susurró:
—Sin reclamaciones. Sólo placer. Confía en mi bebe.
—Quiero confiar en ti. 
—Entonces déjame mostrarte cómo puede ser. — Él tiró de su lóbulo con los
dientes.
Ella se quedó sin aliento cuando Hayder amasó la carne de su culo, la carne
suave y sedosa. Cómo quería hundir sus dientes en ella y mordisquear.
Mmm, pensando en mordisquear, no podía dejar de recordar un conjunto
perfecto de bayas que había probado esa tarde.
¿Quieres probarlas de nuevo?
Él la puso de espaldas y dejó que sus manos deslizaran su camiseta hacia arriba
hasta que expusieron sus deliciosos pechos. Con una mano, él ahuecó el círculo
perfecto, el pulgar rozando el pico. Se irguió en respuesta, una protuberancia dura
pidiendo un chupe. Se sumergió para darse un gusto.
Tomó todo el pezón y parte de su pecho en la boca, tirando y chupando
mientras gritos suaves jadeaban allá de sus labios.
No había necesidad de tocarla entre los muslos. Él sabía que su hendidura
estaría húmeda. Podía oler su excitación almizclada y sentir el temblor de sus piernas
mientras ella reaccionaba a sus caricias.
Él mordisqueó la punta de su pezón, y un escalofrío la recorrió. Otro mordisco
suave y estaba juntando la cabeza, gimiendo.
Ella no era la única que quería gemir. Su polla palpitaba, pidiendo que la
dejaran suelta. Pero él había hecho una promesa. Una promesa que no estaba seguro
de poder mantener si su polla iba a ninguna parte cerca de su carne.
Esto se trata de ella. Se trata de mostrarle que puede confiar en mí y mi
palabra, no importa lo difícil que sea. Y maldición que era difícil.
Dejó que sus manos recorrieran su cuerpo mientras su boca volvía a capturar
sus labios y sus gritos suaves. Él le hizo cosquillas en la delicada piel con la textura
áspera de sus dedos. Raspó sus pulgares a lo largo de sus tensos pezones, ella respiró
fuerte, y él sonrió, incluso mientras continuaba el abrazo.
Cuan sensible era. Perfecta.
La acarició al otro lado del redondeo suave de su vientre, moviéndose siempre
hacia abajo, observando cómo su corazón se aceleró y el momento en que ella contuvo
el aliento cuando sus dedos encontraron el borde de sus bragas.
Se quedó paralizada cuando sus dedos se sumergieron bajo el elástico y
tocaron los rizos de su pubis.
—¿Quieres que me detenga? — Él lo haría si ella así lo quería. Él podía morir,
sin embargo, si lo hacía.
—Sí. No. Yo… yo…—
La confusión reinó cuando su mente le dijo una cosa, mientras que su cuerpo
gritaba otra.
—Mantén tu confianza en mí, bebé. Esto es todo acerca de ti. Y solo de ti. —
En respuesta, ella clavó los dedos en sus hombros y pegó su boca contra la
suya. Ella lo besó. Insertó su lengua en la boca y exhaló un gemido.
Por un momento, se dejó distraer. Rodó su cuerpo encima de ella, con la ropa
puesta. Sus muslos extendidos para acomodarlo, y él volvió a gemir mientras
presionaba su erección oculta contra su sexo. Apoyado en sus antebrazos, sus labios se
fundieron, se frotó contra ella, con golpes que incluso con los dos vestidos, los
excitaban.
La fricción era deliciosa. El aroma de su excitación decadente. La humedad que
empapaba su ropa interior y luego se filtró a través de sus pantalones vaqueros,
tentadora.
Arabella maulló contra sus labios, su respiración jadeante, caliente y errática.
Ella se aferró a él, sus dedos clavándose en los músculos de sus hombros mientras
aumentaba su placer.
El placer de ella no fue el único en elevarse. Tenía que parar ahora, o podría no
ser capaz de cumplir su promesa.
Separando su boca de la de ella, que se encabritó, pasó un momento mirándola
fijamente. Labios hinchados, las mejillas encendidas, los ojos cargados de pasión.
—Eres tan hermosa, bebé, — gruñó. La mujer más hermosa que había visto
nunca. Y ella es mía.
Su beso. Su toque. Su sabor.
Mmm. Su sabor…

 Su sabor…

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cuando un Beta Ruge •||Saga El Orgullo Del Leon 2 ||• [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora