Bang.
Oh no. Arabella no pudo evitar sentirse horrorizada. Casi había disparado al beta del orgullo, pero en su defensa, no fue su culpa.
Rebobino unos segundos a cómo ocurrió.
Al escuchar a alguien en la puerta, Arabella tanteó la pistola que había dejado a
su lado desde la muerte de Harry. Tan pronto como su compañero murió, dejándole en
herencia una considerable fortuna, los otros lobos de la manada habían venido oliendo –y exigiendo.
No le interesaba. Ella había cometido el error de saltar demasiado joven y
demasiado rápidamente en una relación –una realmente miserable– y no iba a dejarse
arrastrar a otra.
Sus aspirantes a pretendientes no le importaban. No era a Arabella a la que
querían, pero si a la fortuna que había heredado y el poder que representaba como
viuda del último Alfa para el clan Northern Lakes.Da la bienvenida al premio en un tira y afloja sobre quién sería el próximo en llevar el título de alfa. No importaba que su período de luto por su compañero estuviera lejos de terminar. Tan pronto como fue echada la última palada de tierra, los Lycans empezaron a pelearse por quién iba a reclamarla, y según los
rumores, una vez acoplados, el plan era deshacerse de ella.Una pena que ella no estuviera de humor para morir. Con tan solo veinticinco años, tenía demasiado que vivir. Sólo había un problema. Negarse no era una opción.
Pensó en su hermano mayor, Jeoff.
—Ven a vivir con mi clan, — había exigido.
—No puedo, — mientras que su hermano tenía buenas intenciones, no tenía
los números para tomar la clase de guerra que su antiguo clan provocaría en su
búsqueda para controlarla. Sin embargo, mientras que ella no podía traer ese tipo de
peligro a su hermano, tampoco podía permanecer dentro del enclave del clan
Northern Lakes, a no ser que ella quisiera ser forzada a aparearse con quien ganase el
título de alfa durante la próxima luna llena.La solución se reducía a la necesidad de una fuerte defensa. Un clan más grande que pudiera manejar la amenaza. O, mejor aún, "un orgullo de leónes", o en su defensa la manada de leones Jeoff anunció con una inspiración repentina.
—¿Qué? — Seguramente ella entendió mal. Todos sabían que los felinos y los
lobos apenas se toleraban entre sí en el mejor de los casos.
—Hay que pedir la protección del orgullo que rige mi ciudad. —
—¿Estás loco? — le había respondido.
—Sí. — Jeoff ni siquiera pestañeo cuando lo admitió. Tampoco escucho sus
protestas mientras él hizo los arreglos.
Idiota estúpido, sobreprotector. Cómo amaba a su hermano mayor, y verdaderamente, su idea era probablemente la mejor dado el caso.
El grupo de leones de Arik era conocido por su fuerza y número. Sólo un idiota
se metería con ellos. Enterrada dentro de sus pliegues, tal vez, sólo tal vez, ella podría
encontrar seguridad. Pero Arabella sabía que no debía bajar la guardia. De ahí el arma
con la que ella apuntaba al intruso que entró en el apartamento que el orgullo le había
prestado.
¿Qué es lo que quiere? ¿Quién es él?
El extraordinario hombre enmarcado por la puerta la hizo temblar y por más de
una razón.
Por un lado, que había entrado tras un breve golpe. ¿Seguramente una persona
con modales habría esperado a que ella respondiera? Por otra parte, no había
derribado la puerta a golpes por lo que probablemente significaba que tenía derecho a estar aquí. ¿Podría confiar en él?
La expresión de su rostro era todo menos prometedora. Por el contrario, no
parecía contento en absoluto. Los ojos dorados se abrieron, ya que se percato de su
apariencia y el bamboleo del arma. Sus labios se tensaron. El aire prácticamente
crepitaba alrededor de ellos. Ella aspiró un trémulo aliento, sólo uno pequeño, y a
pesar de las pastillas que había tomado antes, tomó sólo un olorcillo para que sus
alergias dieran guerra.
Sus conductos nasales se atascaron, y ella supo en ese instante que el tipo era
un maldito gato. Genial. Sólo su suerte hizo que su hermano, en su búsqueda para
protegerla de su vida anterior, la hubiera enviado a vivir con un montón de felinos, aun
sabiendo que era alérgica a ellos. Por lo general, ella reaccionaba solo a la variedad
domestica y no a la clase shifter, pero dile eso a las cosquillas en la nariz.
Los antihistamínicos que tomo le fallaron. Su nariz se crispo.
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Cuando un Beta Ruge •||Saga El Orgullo Del Leon 2 ||• [Terminada]
Ficção GeralCuan degradante. Ejercer de niñera de una mujer porque su alfa lo dijo. Como Beta del Orgullo, tenia cosas mejores que hacer con su tiempo, como lavar su impresionante melena, la caza de matones por diversión, y perseguir la cola, a veces la suya...