capitulo 7

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Achoo.
Hayder resistió el impulso de limpiarse la cara. Sabía que lo había empapado
intencionalmente. Lo hizo para provocarlo. Trataba de hacerle reaccionar.
Ella me está poniendo a prueba.
Y tenía la intención de pasarla con gran éxito.
Así que dejó pasar su pequeño pinchazo. Él dejó que lo rociara, usando sus
alergias como excusa, para mantenerlo a raya. Ahora no era el momento para
empujarla. En la calle, donde tenía que estar alerta, no era el lugar para discutir su
futuro inminente. Un futuro juntos.
Quemar el libro negro, defraudaría a cientos de mujeres que nunca habían llegado a disfrutar de él, pero Hayder estaba oficialmente fuera del mercado. Había
sucumbido a la fiebre de apareamiento. Al parecer, tenía mucho en común con la
hierba gatera. Irresistible y adictiva.
Ahora bien, si tan sólo pudiera conseguir que Arabella la sintiera también.
Había alcanzado a ver su pasión por él, en el restaurante. Debía hacer que lo admitiera
y que dejara de luchar contra ella.
Una vez que llegaron a la relativa seguridad del apartamento, y la pesada
puerta se cerró detrás de ellos, él se abalanzó.
—Así que dime, nena, ¿por qué insistes en empujarme lejos? — Él abordó de
frente la cuestión.
—¿Qué te hace pensar que soy yo? — Ella evadió la pregunta mientras se
dejaba caer en el sillón, poniéndose efectivamente a sí misma, fuera de su alcance. O al menos eso pensó.
Él no respondió a su pregunta soslayada. ¿Por qué molestarse cuando podía
probar la veracidad de su declaración? Él la levantó de la silla, se sentó, y luego la
metió en su regazo.
Ella rebotó más rápido que un conejito en su tercera taza de capuchino.
—Eso es lo que quiero decir. ¿Por qué no dejas que te toque? —
—¿En serio tienes que preguntar? 
—Podría preguntarte riéndome, pero no creo que sea divertido. Quiero que me
quieras. Creo que lo quieres también. Y sin embargo estás luchando contra eso ¿Por
qué?
—Porque te conozco solo de hace unas pocas horas. —
—¿No has oído hablar del amor a primera vista? O podemos decir que es la
fiebre de apareamiento. Cualquiera que sea el nombre, sabes que algo está pasando
entre nosotros.
—No puedo. —
—¿Por qué? —
—Porque técnicamente todavía estoy de luto.
—Por un hombre que no te trataba bien.
—Nunca dije eso.
—No soy un idiota ciego, bebé. Alguien te lastimó. Alguien cercano. Y aunque
me duela admitirlo, no creo Jeoff sea el tipo de persona que cause ese tipo de dolor. Lo
que significa que fue alguien más cercano a ti. Alguien como tu compañero.
—No se debe hablar mal de los muertos. —
—¿O qué? ¿Volverá a atormentarme? Me gustaría que lo hiciera, así podría
enseñarle al cabrón una lección sobre ser un imbécil con una dama. Él te hizo daño.
No se merece ningún respeto. Sólo desearía haberte podido salvar antes de él. — Al
parecer, algo que dijo tocó su fibra sensible, porque las lágrimas amenazaron con
derramarse de sus ojos. — Nena, no llores. ¿Por qué estás llorando? —
—No lo estoy, — se sorbió los mocos.
—En realidad no me perdí cuando dije que el cabrón abusó de ti, ¿verdad? —
la idea misma lo horrorizó, y sin embargo, ¿por qué más iba ella a llorar?
—Oh dios, no lo echo de menos. En absoluto. Es solamente…— Ella se detuvo.
Hayder le dijo a su impaciente gatito que se sentara en una esquina y esperara. Dale
una oportunidad.
Un trémulo aliento salió de ella.

—Sabes, mi hermano se habría hecho cargo de Harry si hubiera tenido la oportunidad. Pero él lo habría hecho porque tenía que hacerlo. Soy de la familia. —
—Yo no, y te diré ahora mismo, si me hubiera encontrado por casualidad a
aquel cabrón abusando de ti, lo habría matado. — Leyes o no. El abuso nunca debería ser tolerado.
Ella parpadeó rápidamente, perdiendo su batalla contra las lágrimas. Su voz
temblaba.
—Y de eso se trata. De verdad quieres luchar por mí. Ya lo hiciste, el día de hoy.
Podrías haber dejado que me llevaran y simplemente lavarte las manos. Sin embargo,
no lo hiciste. Viniste a mi rescate, y la parte extraña es, que creo que lo harías de
nuevo. —
—Tantas veces como sea necesario, para mantenerte a salvo. Sé que es una
locura, y no nos hemos conocido por largo tiempo, pero hay algo que sucede entre tú y
yo, nena. Algo loco. Salvaje. Destinado a suceder. ¿No me digas que no lo sientes
también? —
—Lo hago. — Cuan suave la admisión. Cuanto miedo a la verdad. — Y eso me
asusta. Me asustas. ¿Qué pasa si me equivoco? —
Fue ese genuino terror, lo que le hizo decir:
—No lo harás, pero no voy a empujar. —No esta noche por lo menos. Él le
daría un poco de espacio para aceptar lo que estaba sucediendo.
—Ve a la cama. Sola. — ¡Oh! cómo quería aullar lastimeramente. — Si me
necesitas, estaré aquí o no muy lejos. No tienes que preocuparte más. No voy a dejar
que te hagan daño. — La protegería con su vida.
Como si temiera que cambiaría de opinión, Arabella huyó sin decir una palabra
o incluso darle un beso de buenas noches, el clic de la cerradura le hizo hacer una
mueca de dolor, raspando su orgullo.
¿Qué le pasó a ella, que estaba tan asustada de confiar? ¿Cómo se atrevieron,
su compañero y el clan a romperla tan a fondo? Y ellos la habían roto.
Durante el transcurso del día, había visto destellos de la otra Arabella, una
valiente. ¿Cuánto la había lastimado este Harry, el mal llamado alfa del clan, y los
otros, para sofocar un lado tan ardiente?

Cuando un Beta Ruge •||Saga El Orgullo Del Leon 2 ||• [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora