Pierrot en la ciudad de Iyu + Audiolibro

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Caminaba Pierrot con su amigo Raman, el último niño perdido de la ciudad de Iyu.

Iyu, mas que una ciudad, era un refugio de los muchas colas, como lo llamaban los niños de los lampiños. No solo había zorros de nueve colas como Pierrot, sino que también los había de cinco, de tres, de dos y felinos de dos colas, pequeños dragones de cinco cabezas, lagartos de seis patas y muchas criaturas que al ser rescatadas de una vida errante se los pasa a llamar "niños perdidos".

¿Quiénes eran estas criaturas? Pues gran pregunta, los primeros niños perdidos, que de entre ellos estaba Pierrot, teorizan que son las encarnaciones de grandes matanzas y destrucciones, Pierrot, por ejemplo, fue un niño de la ciudad de Vu asesinado a piedrazos y ahogado en los puertos de aquella ciudad recogido mas tarde por los barcos de la verde Tyr Na'ogg, la misteriosa ciudad de los espíritus.

Pero no todos eran peludos, había también lampiños, arboles y hasta grandes obras de artes que se convertían en estas criaturas.

Era bastante pasado el medio día y ambos amigos, el zorro de nueve colas y el gato de dos estaban con mucha hambre, había andado todo el día para tomar su comida. Caminaban por los bosques como solo ellos podían, entre las sombras como el murmullo del aire.

Pasaron entre un grupo de cazadores lampiños pero no los habían visto, si querían ellos eran vistos, pero su capricho dictaba que no. Caminaron mucho desde la granja y ya tenían que comer.

- Pierrot. ¿Porque fuimos a esa granja y no a otras a buscar...?

- Lo de la bolsa...

- Si

- Pues, hay una historia en esa granja.

Se acerca e un rio, deja su pesada bolsa y toma agua.

- Te la contare, es triste, pero si quieres saber, sabrás.

- Soy el espíritu de un gato y de un niño lampiño que murieron en un incendio, no creo que esa historia me cause dolor.

Se rie un poco y toma Pierrot un poco mas de agua.

- Lo se, lo se, solo te decía...

- Todo empieza hace muchos años, cuando el recuerdo de Vu todavía no estaba latente yo vivía en los bosques de Er. Yo había despertado allí como un simple zorro, sin memoria ni pasado, simplemente hacia lo que todos los zorros, comía, cazaba y dormía feliz, también forme una familia. Al pasar el tiempo nacieron algunos hijos fuertes grandes y especiales como el padre y aunque no eran niños perdidos se notaba el poder en ellos, cosa que causo envidia y temor de los lampiños. No fue su poder, sino por el hermoso de nuestros pelajes por lo que fuimos cazados. Estos se vestían con nuestras pieles, comían nuestra carne y daban a sus perros nuestros huesos, y yo solo me refugiarme como mascota en una granja con el ultimo de mi descendencia. Fuimos aceptados y vivíamos felices. -Bebe otro sorbo de agua, se para, toma la pesada bolsa y vuelve a caminar.

- En otra granja cercana a la que vivía, granja de lampiños, había un niño llamado Wal, era un cazador nato, muy pícaro y activo que se dejaba de llevar por los otros. Un día salió a cazar como lo solía hacer con sus amigos, pero la caza era pobre ya que el bosque estaba depredado y los animales se volvían astutos. Su andar lo había llevado a la granja que vivíamos y nos vio.- Hace una pausa- Le advertí a mi niño, pero el no era rápido ni astuto como yo, no se escondió bien y una flecha le atravesó el costado yo lo vi todo escondido bajo la casa de la granja, los seguí, no se porque y vi que eran siete. Vi también como lo desollaron aún agonizante, como arrojaron su carne a una olla la guisaron y se la comieron arrojando los huesos a sus perros. Me quede allí hasta que se fueran, recogí los restos que quedaron de mi niño y los sepulte en mi madriguera junto con su madre y sus hermanos, luego me fui del bosque y comencé a caminar, camine mucho, por algunos años, allí viví muchas aventuras, algunas felices, otras no, también funde la ciudad con otros niños perdidos.

Entonces se calla, traga saliva y el astuto gato vio como se le caía una lagrima.

- No debí haber preguntado.

- No, está bien, pero la historia no termino.

- Volví finalmente al bosque y vi como el lugar se había vuelto un lugar encantado, al parecer algunos niños habían formado una comunidad allí y mantenían a los lampiños y a los peludos que querían cazar a raya del lugar, me dio curiosidad que había sido la vida de ese cazador, así que fui a la granja, pero el cazador se había ido a vivir lejos ya que había formado su propia familia. Finalmente luego de mucho averiguar, obviamente con las pieles de un lampiño, lo encontré, ahora trabajaba en una tienda de un herrero, como aprendiz, también vi a su familia. Una hermosa mujer, un hermoso hijo y una feliz y tranquila vida.

En ese momento algo se mueve en el saco incomodándolo.

- Según lo que había averiguado se había convertido en un hombre de bien y se había arrepentido de sus días de caza, pero, eso no devolvía la felicidad a la mía ni a la vida a los míos. Así que hice lo que cualquiera haría.

- Si, lo se, mejor no continúes, te haces daño.

- Mejor dejo esto como esta.- Se seca unas lágrimas atrevidas que se asomaban con la mano que no sostenía la abultada bolsa y siguió camino hasta llegar a su cabaña en su poblado.

Al entrar dejo sobre una amplia mesa su futura comida y fue por un cuchillo, lo había dejado allí justo al lado de la sierra de hueso que usaba para las cosas que se cazaba. Abrió la bolsa y saco una gran calabaza y la partió en dos, luego muchas verduras mas que fueron lavadas y cocinadas, tomo la sal, el aceite y comenzó a hacer una ensalada mientras hervían las verduras más duras. Con gran paciencia cuando ya creyó que ya había cocinado suficiente, le hablo a su compañero y señalándole con la cabeza un arcón.

- Sácalo de allí, retírale el pañal y límpialo que ya casi es la hora de comer.

Pierrot I - Pierrot de Smidur #Wattysawards2019Where stories live. Discover now