Doce

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Jimin era un chico de 17 años con gustos comunes para alguien de su edad.

Por eso, después de un tiempo, su relación con Taehyung se fue distanciando poco a poco.

Jimin salía más con sus amigos a fiestas y juntas, mientras Taehyung volvía a su estado antisocial otra vez.

El pequeño pelinegro no tenía a nadie más, Jungkook iba a verlo cuando tenía tiempo. Veían películas juntos pero no era lo mismo que estar con Jimin.

Lo peor era que Taehyung no sabía cómo decirle a Jimin lo que estaba sintiendo. Se veían tan pocas veces ahora, y no encontraba el momento para decírselo.

Creía que ya no le importaba al mayor.

Los días fueron pasando.

Taehyung marcaba en su calendario los días que Jimin vendría a casa, eran poquitos. Cada uno tenía un sticker de un pingüino pequeño.

Pero el mayor a penas y le prestaba atención.

Taehyung estaba triste.

Se cansó de la situación con rapidez, su madre le decía que cuando uno quería mucho algo, hacía lo que fuera necesario para conseguirlo.

Así que un día, mientras estaban sentados en el sillón viendo caricaturas, Taehyung tomó aire y se armó de valor para hacer lo que tenía pensado.

Jimin iba a pararse para ir a su casa, pero Taehyung estiró los brazos y abrazó su cuerpo justo antes de que el mayor pudiera hacer algo.

El de cabello castaño quedó sin respiración por un segundo.

-Taehyung, tú...

-No te vayas, por favor, Hyung. No quiero que dejes de ser mi amigo.- El pelinegro estaba llorando, soltando toda su angustia y sintiendo el miedo y ansiedad recorrer su cuerpo, más no le importó.

Trató de ser valiente.

Y Jimin comprendió que sí sabía que estaba alejándose de Taehyung, pero era para evitar exactamente lo que estaba sintiendo en ese momento.

Supo que ya no quería a Taehyung como un amigo, en realidad, lo quería como algo más.

-Taehyung, jamás dejaría de ser tu amigo.- Jimin se dio la vuelta lentamente y con cuidado de no espantar más al menor. Los brazos de Taehyung seguían rodeando su cintura, y al ser de la misma estatura, no fue difícil que los brazos de Jimin rodearan los hombros contrarios.

La primera reacción de Taehyung fue alejarse un poco, respiró pesado, pero Jimin esperó a que tomara su tiempo para que se acostumbrara al primer contacto que recibía en mucho tiempo.

No tardaron en juntarse sólo un poquito más, para que el polerón de Jimin fuera el pañuelo de las lágrimas que soltaba el pequeño Taehyung.

Desde ese momento, Jimin sintió el verdadero peso de cuidar al menor.

Y le gustaba el hecho de que Taehyung haya dado el primer pasito con él.

Era un granito de arena en el extenso camino que debían recorrer.

Pero lo harían juntos.

Porque Jimin no pensaba dejarlo sólo otra vez.

El corazoncito de Taehyung latía muy fuerte, tenía miedo. Pero, el calor de Jimin le daba una sensación agradable que jamás había experimentado. Se sentía como en casa.

Como la nieve para los pingüinos.

Jimin era su hogar.

Sus padres llegaron para ver la conmovedora escena y la madre de Taehyung no pudo evitar soltar lágrimas de felicidad al ver el pequeño logro de su hijo.

Taehyung levantó la mirada y sonrió como siempre lo hacía en dirección a sus padres y luego al mayor, mientras Jimin moría por dentro, porque quería decirle a Taehyung que era el ser más precioso de todo el mundo.

¡Gracias por leer!💜

A Pasitos De Pingüino «KTH+PJM» Donde viven las historias. Descúbrelo ahora