Thunder

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La ciudad se había sumido en una engañosa calma tras los acontecimientos de un bar muy especial en el centro de la ciudad.

En el primer mes no había ciudadano alguno que evitara comentar el tema, todos los focos de criminalidad que había en la ciudad habían sido hallados muertos, la masacre había sido impresionante. Fue tema de prensa por semanas seguidas.

Y en toda primera plana todos los periódicos se preguntaban lo mismo ¿A dónde había ido el dueño del lugar donde ocurrió tal carnicería?

La policía llegó demasiado tarde al lugar.

Y en la inspección de los cadáveres no encontraron al caballero que era reconocido entre ciertos círculos sociales por ser el propietario de esa cúspide al pecado.

Tampoco encontraron dinero alguno en el lugar.

Había dos habitaciones vacías en el último piso. Todo lo demás estaba allí.

Las botellas que no se habían roto en la balacera y los muebles que no habían sido desgarrados.

Quedaban las suposiciones, porque pese al número de testigos que salieron a tiempo del establecimiento, no había nadie que hubiera visto todos los hechos.

Cerraron las calles en las que todo ocurrió. Y por algún tiempo fue el único caso que ocupaba a la policía de la ciudad.

Nunca había nada nuevo. Los heridos — con heridas muy leves, todo sea dicho — sanaron con rapidez, los que habían muerto eran todos criminales, y la ciudad entera se preguntaba si acaso un héroe había llegado a la ciudad para liberarlos de yugo de sus victimarios.

Hasta tal punto llegan las suposiciones cuando no hay pistas ni pruebas, y todo lleva a un caso a quedar archivado.

Como todo rumor o suceso de una ciudad grande, fue fácilmente opacado por otras noticias de mayor relevancia.

La ciudad estaba creciendo.

Nuevos edificios, nuevas empresas.

Y para alivio de muchos tras aquel inexplicable atentado, nuevos héroes.

Todo apuntaba a que a la ciudad le aguardaban épocas de una calma casi absoluta.

Contrario a los dichos populares, tras la calma llegó una inesperada tormenta.

El primer villano en arribar públicamente a la ciudad fue un joven enmascarado que dejó a la ciudad en tinieblas un par de días como aviso de su arribo.

No fue atrapado, pero los héroes y policías lograron amedrentarle.

A él le siguieron muchos.

De capas negras y verdes, de largas barbas, de poco cabello. Jovenes, ancianos, hombres y mujeres. Algunos con poderes, otros con grandes ejércitos.

Todos tan confundidos y patéticos que nunca lograban lo que se proponían.

Se escondían en las altas esferas de la sociedad de aquella ciudad que se creía a salvo.

Lamían sus heridas y volvían a la carga.

Y nunca conseguían nada.

La gente murmuraba de aquí para allá sobre el inmenso poderío de sus estúpidos héroes, confiados en el fracaso de esos villanos de poca monta.

Ninguno le hacía justicia a la "grandeza" de la pútrida ciudad que todos con gusto habitaban.

Fue entonces que rompiendo las expectativas una presencia maligna nunca antes vista se apoderó de todos los ordenadores del banco central.

A plena luz del día ocurrió el robo más grande que la ciudad conoció.

Todos perdieron.

No quedó rico en pie ni político tranquilo.

Y todo fue tan espontáneo y bien realizado que ningún héroe pudo interferir.

Nadie pudo liberar a los rehenes, no hubo muertes ni heridos. No hicieron falta.

Tampoco hubo un nombre al cual acusarle del caos que estaba gobernando la ciudad.

La criminalidad aumentó considerablemente.

Podías ver a ese vecino correcto y bien portado, convertirse en algo completamente diferente. Lo comenzabas a ver salir por las noches. Sospechoso, esperando que nadie lo viera agazapándose entre las sombras.

Desesperados por perder los ahorros de toda una vida. Buscando ingresos extra que lo compensaran a como diera lugar.

Entonces, veías a las ricas vendiendo sus Chanel y sus Gucci. Prada no valía nada cuando el hambre esperaba a todos en la vuelta de la esquina. Sus regordetes y bien alimentados maridos limitándose a un auto, sabían muy bien que los tiempos de abundancia y calma estaban terminando.

El villano que hubiera hecho eso era inteligente, les había hecho comprender que la clave para liberar la naturaleza de cualquier animal era quitarle su zona de confort.

Les había recordado que también eran animales.

Pero aquel despiadado ser capaz de tal hazaña, quiso aumentar la apuesta.

Sin héroes que pudieran pararlo, comenzó a dejar enormes cantidades de dinero a nombre de personas aleatorias.

Entonces había quienes despertaban ricos por cuestiones del azar, mientras otros en la calle morían de hambre.

Y esa fue la gota que colmó el vaso.

Lo siguiente que recuerda al ser humano la precariedad de su situación es ver como enceguecidos suben al poder algunos favorecidos por la suerte. Notar las injusticias y no poder hacer nada.

Para esos momentos la balanza estaba más del lado de la villanía que del heroísmo.

Aunque ciertas cosas seguían su curso normal.

Todos seguían trabajando, seguían estudiando, seguían con sus vidas y añadían nevas fuentes de ingresos.

Todos habían dejado de confiar en los bancos.

Y aunque algunos estaban satisfechos y otros no. Todos compartían lo mismo: Estaban a la espera de la siguiente gran hazaña de ese digno Mefistófeles que entre los mediocres villanos había tenido éxito.

Todos querían poner un nombre a su desgracia. Un rostro también si no era mucho pedir.

Pero no había ocurrido nada, en cada momento nuevos ricos. Más crimen y villanos con más confianza.

Pero nada similar al rayo de realidad que había estremecido a la ciudad con su llegada.

Y la misteriosa sombra, tenía tantos partidarios como enemigos.

Pero no podía favorecerse ni perjudicarse por su causa.

Black Hat prefería permanecer en el anonimato hasta que tuviera todas las garantías de éxito.

Y aunque bastaba con su poder y determinación, prefería estar seguro.

Tenía un plan.

Sería el rey de esa ciudad, sería el rey del mal.

Si en el camino se juntaba a su ejercito un chico de cabellos rubios y sonrisa encantadora, no tenía por qué quejarse.

La compañía comenzaba a formarse entre las sombras.

Y por primera vez, los villanos podían presumir que el negocio estaba yendo bien.


🎩

La canción no tiene nada que ver. Sólo que le deben el milagro de que haya actualizado y nada, está chingona.

Segundo capítulo de este bonito epílogo.

A nada de que se acabe esta cosa.

Espero les haya gustado, porque hice mi mejor esfuerzo.

Y nos leemos pronto 💕


KHAOS •paperhat•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora