VIII (1/2)

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Para cuando el mayor entró en la habitación Flug estaba temblando de manera evidente, en sus manos atadas se notaba la enorme ansiedad de la cual era presa.

Con sus ojos miraba a cualquier punto de la sala, no se retorcía pues sabía que era inútil por la tensión de las cuerdas que lo inmovilizaban.

Sin embargo ligeros espasmos parecían recorrer el delicado y marcado cuerpo.

Había pasado ya una semana de juegos, donde el científico poco a poco entendía la dinámica de obediencia con su jefe, éste a su vez sólo exploraba los gustos ocultos del menor, jugando con su cuerpo a su antojo.

Las pupilas dilatadas del chico estaban adornadas por ese brillo único que solo da la excitación y las lágrimas parecían querer salir.

Cuando el científico sintió a su jefe cerca le miró suplicante.

Esperaba que este juego terminara, se sentía tan incapaz, tan jodidamente impotente, no se podía mover y el calor en su cuerpo no le dejaba tener el más mínimo control en la situación.

Las luces tenues fueron testigos durante casi media hora del sufrimiento del pobre chico, su jefe le había dado media pastilla y algo de licor en la boca, luego sólo lo había dejado ahí, atado, sin capacidad alguna de calmar la excitación que le causaba el afrodisíaco brindado.

A Flug ya le dolía su cuerpo por la sensibilidad, las marcas en sus muñecas y tobillos ardían, su piel que se sentía más delicada que de costumbre y el juego de marcas que adornaba desde sus piernas hasta su cuello sólo parecían insinuar su afán de ser tomado sin piedad alguna.

Black Hat de nuevo se acercó a ese pequeño desastre que amenazaba con desvanecerse en cualquier momento, se veía tan vulnerable.

Sencillamente hermoso.

-  Que lamentable doctor.

Pese al tono suave en la voz, aquello sonaba denigrante.

- Pasaste de tu destacable universidad a estar atado en mi cama casi rogando que te folle ¿no te das lástima Flug?

El científico no podía razonar las palabras que decía el mayor, sin embargo parte de su ser se sentía rebajado.

Black Hat tomó la mitad restante de la pastilla y la puso en su lengua besando luego al desesperado chico.

Los espasmos aumentaban en el cuerpo del menor mientras las pupilas de Black Hat comenzaban a hacer juego con las del chico al que dominaba.

Con paciencia pasó sus manos por los brazos y piernas del científico mientras lo desataba.

Flug sólo quería terminar con todo aquello de una vez, la electricidad acumulada en su cuerpo era tan fuerte que llegaba a parecerle patética.

Black se sentó en su cama y subió el chico a su regazo.

Con algo de cariño apartaba los mechones rubios del blanco rostro del menor, a veces besaba pausadamente sus labios y mejillas.

Casi parecía que le demostraba amor.

Pero Flug en aquel momento no necesitaba amor, lo único que pedía era atención, una fuerte y tosca. Una que hiciera zumbar sus oídos y doler sus glúteos.

KHAOS •paperhat•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora