Capítulo 30

441 22 0
                                    

Elena observó a Matthew, que atractivo era, joder…lo era…y muchísimo. La sensación de una fina piel de gallina era poco. Producía más que solo deseo…era fuerte. Era irresistible, al igual que sus labios, el color de ellos y la contextura, combinaban a la perfección con sus ojos almendrados, envueltos en un ligero manto de perfección humana, que le daban el toque de un Dios. “El Dios Matthew”. Sin mencionar con su escultural anotomía…vaya hombre, con tan solo mencionar el abdomen pronunciado que tenía, y los bíceps…sin necesidad de oprimirlos, se apreciaba con exactitud cuántos años de ejercicio habían sido necesarios.

- También puse cámaras aquí y aquí…en general…todo está cubierto. – terminó de explicar él. Y aunque Elena no había escuchado ni una sola palabra de sus labios, logró ponerse al tanto.

- Sí, claro.

- ¿Me has escuchado?

- Sí. – afirmó ella, incluso, algo enfadada. - ¿te molesta que te haya sacado de dormir?

- Yo no duermo.

- Claro.

- Enserio.

- ¿Entonces qué hacías? – Elena enarcó las cejas. Bonita mujer. Remarcaban sus pechos redondos, y buenas piernas. Se acomodó el albornoz negro.

- Nada. – Matthew se aclaró la garganta, incomodo. Incluyendo…que tampoco le gustaba estar solo con aquella mujer que apenas conocía, en su habitación.

- Mnh… y yo me chupo el dedo eh…

- ¿A qué te refieres?

- Estás… ¿con ella, cierto? – Matthew abrió los ojos, aturdido. La sangre se le volvió fría. Al punto máximo. Joder. Joder. Joder. Joder.

- Elena, es de noche, y ha sido un día muy largo…así que…

- Oh Matthew. – murmuró ella. Colocándose de pie. – es difícil no darse cuenta. Pero…vale, ¿te molesta si te doy un consejo? 

- No lo necesito.

- Nosotros no estamos a su altura. – lo miró a los ojos, y como si fuera poco exagerar, se desabrochó el albornoz, dejando ver ese provocativo escote que dejaba poco a la imaginación. – la he visto muchas veces en la casa blanca. Es…diferente, refinada, distinguida…tal vez…y no lo digo de mala manera, no sea la misma que tú creas conocer.

- No es tu problema. – Matthew clavó sus ojos al suelo. Sin querer mirar más de la cuenta. No quería. No podía. Pero se sentía débil frente a una mujer de su talla. Guapa, y que, si sus ojos e instinto no le fallaban, quería algo más con él. – ¿vale? ¿Me he expresado bien?

- Sí, te entendí.

- Bueno. – se puso de pie, abriéndole la puerta de su habitación.

- Matthew…- dijo ella, antes de salir. – de veras… ________ siempre va a ser diferente…no es como tú ni como yo frente a los ojos de su padre.

Matthew se volteó. Un pequeño recuerdo le vino a la cabeza, justo en el momento en el que ________ había accedido a hacerse aquel tatuaje con su nombre, y luego enseñárselo a su padre.

- La conozco bien – le dijo ella.

- Sabes que no. – Matthew frunció el ceño. Completamente aburrido y obstinado, fue entonces cuando Elena le acarició la mejilla, tan sutil, tan mujer, tan irresistible.- Hey, no te amargues. – susurró, Matthew apartó su mejilla de sus manos, con firmeza. Aun así, ella siguió muy cerca a sus deseables labios – no me creas, será como tú quieras…pero solo quiero que sepas que cuando esa niña te deje de satisfacer… y quieras a una mujer…

Se lo pensó un buen tiempo, mucho para especificar. Cuando pudo retomar la conciencia, Elena había estampado sus labios en los suyos. Mezclándolos en un beso apasionado, muchísimo, tanto…que hasta pudo notar una leve oleada de lujuria entre los dos. Era una mujer preciosa que ahora…Mnh…sí, empezaba a introducir la lengua dentro de su boca. Abrió los ojos, dejándola hacer. Matthew. Sí, Matthew y sus pensamientos petulantes. No movía la boca, parecía más bien un jodido fantasma.

- ¿Has terminado? – preguntó cuándo Elena se le separó.

Ella lo miró avergonzada. Lo estaba. Y debería, al menos por pudor.

- No. – contestó, volviendo al descaro. Acercó el rostro de Matthew de nuevo hacia el suyo, esta vez con más fuerza, lo besó en los labios, desesperada, después de a ver probado un pequeño bocado de lo que él podía darle. Y cuanto le fastidiaba que todo esos labios, esas manos…y más, fueran solo para _____________.

- Basta, joder. – fue él quien se separó esta vez. Arto. – no te acerques a mí ni una maldita vez más, ¿lo has entendido? , y ni siquiera se te ocurra volver a besarme de esa forma. Porque te juro que se lo diré todo a tu jefe…

- ¿A mí qué? – río sarcástica. – No te sorprendas si hago lo mismo contigo, contándoselo todo al presidente sobre su hija…- sonrió. – su pequeña niña… - ella le sonrió. Matthew pensó que moriría.- sobre como el guardaespaldas la folla cada noche.

- No me pruebes. – la miró mal.

- Tú tampoco.

- Vale. Entonces no me jodas más y vete a hacer tu trabajo, que esto puede acabar mal, realmente. – sin querer hablar más, fue él quien decidió irse de su propio cuarto. Elena refunfuñó por detrás. Ahora que se lo pensaba bien, las palabras de _____________ habían caído como anillo al dedo, Elena era una completa puta.

I'll Be Your Protector - Matthew Espinosa Y TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora