Capítulo 5. Más secretos al descubierto

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Esto, esto sí que había sido una aventura, y Dewey estaba feliz de haber formado parte de ella y más emocionante aún, estaba feliz de que él hubiera sido alguien clave para resolver el misterio de la joya de la Atlántida, pero lo más importante de todo para Dewey, era que finalmente Scrooge lo había llamado por su nombre.

Si bien su viaje comenzó de un modo muy aburrido, con un tío que no les dejaba hacer nada y que solamente parecía que los quería como espectadores, Dewey estaba satisfecho con el resultado de esta aventura.

De acuerdo, era cierto que por su culpa estuvieron a punto de morir varias veces, y también como les contaron los secuaces contratados por Glomgold, si les siguieron y llegaron ellos también a la Atlántida, fue por la parada que hicieron para ir al baño, parada que se vieron obligados a hacer porqué había un monstruo en el baño del submarino, o sea que, en realidad, si Glomgold llegó a la Atlántida fue culpa de Dewey también.

Pero al final lograron vencerle, bueno, Glomgold no cayó en la cuenta de que la Atlántida estaba boca abajo y que, por tanto, la joya que en realidad buscaban no estaba en el suelo, sino en el techo, y fue el patito vestido de azul el que se dio cuenta de este hecho.

Pero dentro de todo esto, había algo que preocupaba a Dewey. Mientras sus tíos y él estuvieron atrapados en la sala del tesoro, su tío Donald dijo algo... desconcertante, acusó a su tío-abuelo Scrooge de que sólo se preocupaba por la aventura y a continuación dijo:

"Es como la Lanza de Selene otra vez"

Dewey en ese momento no prestó mucha atención a eso, estaba más preocupado por salir de allí con vida, pero ahora que estaban en el submarino, regresando a Duckburg, tenía tiempo para pensar en ello ¿Qué era la Lanza de Selene? ¿Por qué su tío Donald dijo que era como repetir esa historia otra vez? ¿Por qué Scrooge negó cualquier responsabilidad a ese hecho? ¿Fue por la Lanza de Selene que los dos patos adultos dejaron de hablarse?

Uf... tener tantas preguntas sin respuesta era... abrumador, y Dewey se sentía como si fuera Huey en esos momentos. Por desgracia, dudaba que su tío Donald le diera la respuesta a las preguntas que bailaban por su cabeza, así que ni siquiera se molestó en preguntarle. Lo que sí hizo, sin embargo, fue acercarse a él, pues su tío había confiado en él en ese momento de necesidad, cuando estuvieron atrapados y a punto de ahogarse, Dewey sintió la necesidad de agradecerle a su tío que hubiera confiado en él, pues era bien sabido que al ser el más revoltoso de los trillizos, Donald apenas se fiaba de Dewey.

Sentándose a su lado, el trillizo mediano se quedó en silencio, pensando cual era el mejor modo de expresar su gratitud. Sintió que sus manos estaban sudando, ¿por qué a veces era tan difícil hablar?

La mirada de Dewey pasó de sus extremidades a las de su tío, y entonces lo vio, las manos del tío Donald estaban rojas... rojas y quemadas. ¡¿Cuándo había sucedido eso?!

"Tío Donald... tus manos"

Donald miró sorprendido a su sobrino y luego se miró sus propias manos, al darse cuenta de a qué se refería Dewey, el pato marinero simplemente apartó la mirada y dijo:

"Oh, eso no es nada"

¿Nada? ¿cómo podía decir eso? Sus manos estaban quemadas, y Dewey sabía por experiencia que una quemadura era algo muy doloroso, ¿cómo podía su tío restarle importancia de ese modo?

"¿Qué no es nada? ¡¿Cuándo te hiciste eso?!" preguntó Dewey esta vez indignado. Si su tío se había hecho daño, él merecía saber cuándo y cómo, no era justo que le ocultara algo así.

Por toda respuesta, lo único que hizo su tío fue mirarle con tristeza. Fue en esa mirada que Dewey se dio cuenta de la verdad. Su tío se había quemado las manos cuando Dewey cruzó ese puente lleno de láseres que activaban columnas de fuego. Su tío se quemó para evitar que el trillizo mediano se hiciera daño.

Un gran poder conlleva... muchos problemasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora