Capítulo 19. Ciertamente habría sido mejor prevenir que curar

124 9 55
                                    

Scrooge sentía que la historia se estaba repitiendo de nuevo, de acuerdo, nadie estaba en un cohete dirigiéndose hacia el vasto e infinito universo, pero, estar varados en esa montaña, bajo riesgo de despeñarse ante cualquier movimiento, por leve que fuera, tampoco era la mejor de las situaciones, y cuanto más tiempo pasaban allí, más creía Scrooge que la situación se le estaba yendo de las manos, que podría... podría... perder a alguno de los niños o a todos ellos ¡Perder a su familia de nuevo! Y los niños, Dewey en especial, tampoco estaban haciendo que eso fuera más fácil. En serio, ¿qué le pasaba a ese muchacho? ¿Por qué actuaba de una forma tan temeraria y se negaba a escucharle? Era igual que... ella.

La situación llegó a tal punto de descontrol, que acabaron Dewey y Scrooge en una de las alas del avión, Dewey tratando de recuperar lo que parecía ser un trozo de papel y Scrooge tratando de evitar que su sobrino se matara.

El muchacho logró alcanzar el trozo de papel y cuando Scrooge le preguntó cómo podía conseguir que él le hiciera caso, todo lo que Dewey hizo, fue mostrarle ese pedazo de papel al mismo tiempo que decía:

"Háblame de la lanza de Selene"

Scrooge al instante reconoció lo que el patito le estaba enseñando, y, a decir verdad, viendo ese pedazo roto y desgastado, recuerdos realmente dolorosos resurgieron después de años de haber sido enterrados. ¿Cómo había Dewey-? No, ¿cómo habían, los niños, logrado reunir toda esa información? ¿Cómo habían logrado encontrar esa foto que el propio Scrooge rompió en pedazos?

Scrooge accedió a contárselo todo, y así lo hizo, después de lograr equilibrar nuevamente el avión. El viejo pato puso el pedazo de papel en el hueco que faltaba mientras explicaba:

"Fue antes de que salierais del cascarón. Vuestra madre, vuestro tío Donald y yo llevábamos viviendo impresionantes aventuras muchos años, y las cosas iban de maravilla, excepto que habíamos estado en casi todas partes"

Scrooge les explicó a los niños que su madre como aviadora, quería explorar el espacio, por lo que diseñó la lanza de Selene, ya que quería darles las estrellas a sus hijos. Naturalmente, Scrooge les contó cómo su tío Donald estaba en contra de tal idea:

"A Donald le pareció demasiado arriesgado, sobre todo con vosotros tres en camino, así que, hice lo único que tenía lógica, construí un cohete y no se lo dije a Donald ni a nadie, iba a ser una sorpresa para Della, para celebrar vuestro nacimiento, pero a vuestra madre siempre se le dio bien olerse las sorpresas"

El viejo pato les contó que Della descubrió el cohete y que a hurtadillas lo cogió para hacer una vuelta por la órbita de la tierra, pero que una tormenta galáctica hizo que el cohete se descontrolara y que este y su madre se perdieran por el espacio.

"Vuestro tío Donald y yo no volvimos a hablarnos hasta que vosotros llamasteis a mi puerta"

Scrooge se quedó mirando a los niños, esperando que asimilaran la historia que acababa de contarles, pero lo que no había previsto, era que los muchachos comenzarían a tirarle en cara todo lo que había hecho y cómo sus actos habían provocado que ellos perdieran a su madre. Scrooge trató de defenderse, de hacerles ver la situación desde su punto de vista, pero fue inútil. Al parecer los niños, al igual que Donald ya habían decretado que toda la culpa había sido suya y solo suya que no solo permitió que Della desapareciera, sino que además la animó a seguir adelante, algo totalmente falso, pues Scrooge realmente intentó guiarla a través de esa tormenta, pero guiarla para que volviera a casa.

Pero el colmo vino cuando Louie incluso lo acusó de no haber hecho nada por tratar de encontrarla. ¿cómo se atrevía-?

"¡No reparé en gastos!" gritó indignado, pero Dewey pareció no creerle, ya que con voz enojada dijo:

Un gran poder conlleva... muchos problemasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora