El buen señor Flip

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La pequeña Lily iba caminando tranquilamente por las banquetas tal y como sus papás le habían enseñado, siempre obediente de no alejarse mucho de su hogar, siendo que cuando salía a caminar, lo hacía cuidadosa por calles conocidas, sin nunca aventurarse andando por sitios desconocidos, también permaneciendo lo más posible a la vista de las casas vecinas. Como todo pueblo amigable, tranquilo y en ocasiones hasta aburrido donde los vecinos se cuidan entre todos, las cosas malas por lo general nunca ocurren mientras uno tome las precauciones básicas.

—¡Quítate mocosa!

Un desconocido empujó a Lily tirándola al suelo tras salirle al paso al doblar por la esquina de una calle. Lily se sobó la rodilla con la que cayó mirando molesta a ese sujeto tan grosero. Le hubiera gustado verle la cara para comprobar si al menos estaba arrepentido de lo que le ocasionó, pero no pudo hacerlo, pues además de llevar el gorro de la sudadera cubriendo su cabeza, traía puestas unas gafas negras.

—¡Es usted un grosero!

El desconocido ni siquiera se inmutó, continuando su marcha a pasos largos hacia la tienda de Flip con ambos brazos pegados contra su pecho.

Gracias a Lisa, Lily había aprendido a ser precavida, por lo que sintiéndose un poco a disgusta, pensó que lo mejor sería comprarse también un curita.

Sin prisa entró a la tienda de Flip la cual estaba abierta y su timbre al parecer estaba descompuesto o desconectado. Estaba por preguntarle al buen tendero dentro del mostrador si tenía algo para su rodilla, pero lo encontró ocupado atendiendo a aquél sujeto tan grosero que en ese momento miraba de espaldas, parecía estar mostrándole algo al anciano, tal vez era el dinero para pagar o el producto que quería comprar, no lo alcanzaba a ver y no le interesaba en realidad, si acaso le daba curiosidad lo nervioso que Flip parecía, o el por qué mantenía las manos en alto.

Estaba por abrir la boca y anunciarse, segura que no la habían escuchado entrar ni darse cuenta que estaba ahí, cuando alcanzó a ver de reojo los paquetes de curitas frente a algunas medicinas. Dado que la rodilla le ardía, se perdió en el pasillo mirando las opciones que tenía.

Unas curitas se veían muy sencillas, otras más bonitas tenían diferentes estampados, aunque los precios variaban, así como la cantidad de los paquetitos. La rodilla le estaba molestando mucho. ¿Y si sacaba una para ponérsela de una vez? ¿Flip se enojaría? Tampoco quería comprarse todo el paquete pues no le ajustaría para su deliciosa bebiba. ¿Podría comprarse sólo uno sacándolo del empaque? ¿Qué era eso que se escuchó caer al suelo? Bueno, más importante era escoger el curita.

Con cuidado sacó de un paquetito uno para con mucho cuidado colocárselo sobre su herida. Ese hombre era un grosero, podía escucharlo manotear cada vez más fuerte sobre el mostrador de Flip, mientras este parecía estar gruñendo.

—¿Qué? —alcanzó a escuchar al anciano decirle al hombre— ¿Quieres respirar? ¡Pues te metiste con la persona equivocada!

Bueno, Lily pensó que en realidad todo mundo quiere respirar, por lo que a la pequeña la pregunta se le hizo extraña. Había un espejillo frente a ella. Por el reflejo mientras revisaba que no se hubiera ensuciado la cara al caer, notó además lo bien que esos dos se llevaban, pues Flip abrazaba por la espalda al sujeto como Lynn solía hacerlo con Lincoln al presionar su cuello usando sus brazos, hasta el tipo reaccionaba como su hermano, si acaso quizá poniéndose más azul de lo que Lincoln acostumbraba. Si esos dos se llevaban tan bien como sus hermanos mayores, debía de significar que tenían una relación bastante estrecha también.

Volvió a ignorarlos y admiró su rodilla con el curita sintiéndose más recompuesta. ¿A qué había ido? Por supuesto, una buena malteada flippee de las que tanto le encantaban gracias a su hermano que la envició un poco a las mismas. Fue directa a la máquina expendedora tan concentrada en los sabores que elegiría, que no miró al viejo arrastrar lo más silenciosamente que podía al inerte sujeto de los pies para moverlo.

Ya lo sé todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora