La confesión de Lori

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Alegremente la pequeña bebé de un año con mechones rubios se llevaba el sonajero a su boca. Su padre que la llevaba en brazos se apresuró a quitárselo a la vez que le hacía algunos mimos en el cabello. El latino miró a su esposa, una despampanante rubia que al volante se dirigía a la casa donde pasó gran parte de su vida previa a su matrimonio.

—Bebé, ¿crees que a tus papás les gustará lo que les llevamos?

—Literalmente mi familia se volvió adicta a la comida mexicana gracias a tu abuela, Bubbosito. Por supuesto que les encantará.

Salivando de gusto, Loan se estiraba tratando de ver detrás de ella las suaves empanadas de azúcar que tanto le gustaban de su bisabuela Rosa, una mujer que siempre disfrutaba de jugar con ella las veces que iban a visitarla a ella y a sus tíos, aunque extrañamente la miraba en ocasiones con cierto pesar. Bobby suspiró.

—Será genial ver a tus padres y hermanas.

Y lo decía con sinceridad. Se llevaba bien con ellos y sus cuñadas, sin embargo en esa frase Lori captó de forma discreta otro mensaje.

—Bobby, aun estás a tiempo si quieres llevarte el coche para ir a... no lo sé, al cine o algo así mientras...

—¡No, no! Está bien, bebé. Ellos son parte de mi familia y por eso sabes lo importante que son para mí ahora.

A pesar de lo dicho, los ánimos entre ambos parecían haber decaído un poco, hasta Loan pareció haberlo percibido.

-o-o-o-

Finalmente llegaron al hogar de la familia Loud. La primera en recibirlos al salir por la puerta para verlos fue Lily, la niña alegremente corrió para abrazar a su hermana.

—¡Lori, Lori, Lori!

—¡Hola Lily! ¡Literalmente estás enorme!

Se agachó para quedar a la altura de su hermanita y darle un gran abrazo. Detrás de ella, Bobby sacaba en un portabebés a Loan. Tan pronto dejó a su hermana, Lily corrió hacia Bobby que tuvo que dejar a su hija un momento a su lado en el suelo para corresponder el abrazo de la pequeña.

—¡Qué pasó, cuñadita! ¿Cómo has estado?

La niña rio.

—Hablas a veces chistoso.

—Es español, linda. Cuando quieras te enseño.

La niña de seis años lo dejó en paz y centró su atención en la bebé, que sintiéndose un poco inquieta abrió sus enormes ojos al ver a la niña delante de ella tratando de llamar su atención.

—¡Hola Loan! ¿Cómo has estado? ¡Soy tu tía Lily! ¿sí me recuerdas? ¿Puedes decir "Lily"?

—¿Lí?

—Eso estuvo cerca —se volvió hacia su hermana—. Es idéntica a ti, Lori.

—Gracias, Lily. ¿Quién más está en casa?

Quien le daría la respuesta, fueron sus padres los cuáles al escucharla llegar, salieron afuera para recibirlos entre besos y abrazos tanto para ella, como a su esposo e hija. Bobby parecía más tranquilo y relajado, hasta incluso feliz, algo que mejoró considerablemente al saber que además de sus suegros, en casa solamente se encontraban casi todas sus cuñadas.

Ya adentro de la casa se instalaron y continuaron hablando. El señor Loud tuvo que disculparse, pues aunque quería seguir poniéndose al corriente con su hija y su familia, aún no terminaba la comida.

—¿Quieres que te ayude con algo, papá? —se ofreció Bobby diligente.

—Gracias, pero puedo encargarme de todo junto con Rita. Tú ponte cómodo, hijo. Me casa es tu casa.

Ya lo sé todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora