Capítulo 6.

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Hemos pasado la mañana preparando todo para esta noche. Lo primero en la lista fue convencer a papá que Edmund nos había invitado a salir. Él no dudó demasiado pues es algo recurrente como amigo de la casa que es, así que la parte del permiso estuvo resuelta, sin embargo, nos costó mucho convencerlo que seríamos nosotros quien llegaríamos al lugar de encuentro y no que Rutheford vendría a buscarnos a casa como es costumbre.

Decido llevar un vestido color Jade, suelto y sedoso, que llega hasta mis tobillos con pequeñas perlas doradas que adornan el corsé del traje. Mi hermana opta por lucir pulcra en un vestido crema que hace justicia a su figura y su cabello lacio cae a cada lado de su rostro resaltando su maquillaje.

Salimos de casa una vez la hora de la cita se acerca y nos posicionamos en una esquina ubicada tres calles arriba, pues Daniel le informó a Liz que un carruaje pasaría por nosotras y no podemos permitir que padre lo vea o sospechará, pues es obvio para todos que Edmund no cuenta con ese tipo de transporte, así que debemos aguardar a que la carroza pase por aquí para interceptarla y evitar que llegue a nuestra vivienda.

—Estoy muy nerviosa por lo que pueda suceder en esta cena, Mily. —Comenta mi hermana mientras aguardamos.

—Estás consciente que no debes darle falsas ilusiones al general ¿cierto? Mañana viajamos a Lacrontte para tu cena de compromiso.

—Lo sé, no tienes que repetirlo. Estoy más que consciente que esto es una despedida.

Esta vez dejó el anillo en su habitación y sorteó la suerte para que nadie lo notara. No negaré que me preocupa que le esté ocultando ese detalle al general, pero por esta noche voy a respaldarla.

De un momento a otro escuchamos un carruaje acercarse y con toda la vergüenza del universo nos instalamos en medio de la calle para obligarlo a detenerse. El cochero y el paje visten los colores azul y vino distintivos del personas del palacio y es entonces donde sabemos que hemos dado con el transporte correcto.

—Somos Emily y Liz Malhore, las señoritas a quienes transportarán. —Informa mi hermana a los dos sujetos.

—Disculpe, pero tenemos órdenes de recogerlas en su hogar —habla el cochero mirando un papel —Calle Lewintong —casa 721.

—Pero ya estamos aquí. Les hicimos el trabajo más sencillo.

El hombre nos observa con duda, pero al final cede y el paje nos abre la puerta para dejarnos entrar.
Esto es muy vergonzoso, así que espero valga la pena todo el plan que armamos.

Al llegar, las altas y pesadas puertas fueron abiertas para nosotras, los guardias que se encuentran a cada lado hacen una reverencia dándonos la bienvenida.

Mientras caminamos por el palacio me maravilló al admirar los pasillos que resplandecen con la luz de las grandes lámparas, jamás había estado aquí de noche. Es un vista digna de admirar.
El lugar luce más espacioso y el nerviosismo recorre mi cuerpo desencadenando una sensación de hormigueo en mis manos y un vacío en el estómago.

Se respira el aire fresco que se cuela a través de los ventanales, haciéndome sentir cómoda. Las grandes escaleras te invitan a escalarlas, mientras mi mirada es atraída por todos los artilugios que decoran el lugar. El ventanal del pasillo adyacente al camino que recorremos permite observar el jardín real, ahora iluminado con la luz de la luna.

Una doncella nos guía por el palacio, señalando el camino hacia un salón de banquetes. Golpea la puerta con delicadeza que al instante se abre de par en par, dejando en evidencia a los guardias que las manipulan.
Con un gesto nos abren el paso hasta el interior, nos adentramos mientras nuestra guía se inclina en una reverencia como despedida.

El perfume del Rey. [Rey 1] YA EN LIBRERÍAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora