Capítulo II: Visita Inesperada

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Aquella tarde del lunes, Elysia se sentó en el enorme comedor para que Geert le llevara su merienda. Un gran candil de hierro colgaba sobre la larga mesa de madera de ébano; seis altos ventanales se hallaban a su alrededor en forma de arco apuntado con un candelabro negro a cada lado. Estaban cubiertos por unas enormes cortinas de color vino, y de un par de ellos, entraba la tenue luz del sol, que de vez en cuando salía de entre los grises nubarrones.

El comedor era tan grande que era ridículo que solo lo usaran dos personas para comer y en distintos horarios, como si no hubiese lugar suficiente para los dos en la mesa.

No había querido comentarle nada a su mayordomo acerca de lo sucedido el día anterior. ¿Para qué alarmarlo innecesariamente con ideas de que vendrían por ella? Intentaba convencerse de que no había sido más que un sueño y no le costaba trabajo comenzar a creerlo.

- Muy bien - dijo Geert cuando sirvió el desayuno-. El té lo compré ésta mañana en el mercado. Es Long Jin Imperial, recién llegó de China.

Elysia inhaló fuertemente el vapor que danzaba sobre la taza. El potente aroma del Long Jin Imperial se adentró rápidamente en su nariz y sintió un cosquilleo en el estómago. Si había algo que disfrutaba más que el té, era el aroma que impregnaba la primera taza de la mañana.

- A la una de la tarde vendrá el señor Günther Wrangel a darle clases de historia. He programado para las tres y media a la señorita Anne Eberstein que viene a enseñarle etiqueta. Las clases de piano con Arnold Miller han sido canceladas, pues parece ser que su padre enfermó y tuvo que regresar a Inglaterra...- comenzó a decir Geert, sin fijarse en la escasa atención que Elysia le ponía.

Sus profesores eran personas altamente preparadas que Steffen contactaba fuera de Alemania y por si acaso, les decía que era su protegida, su sobrina e incluso la hija de un amigo que venía de vacaciones. Tanto Elysia como Steffen sabían que no necesitaba las clases, pero ella entendía muy bien que era una forma de mantenerla ocupada o distraída, además de acompañada.

De pronto, Elysia había dejado de escuchar la voz de Geert, perdiéndose en sus pensamientos.

Después del extraño acontecimiento del día anterior, había estado pensando más frecuentemente en su madre Vindemiatrix. Ella sabía muy bien que su vida probablemente hubiese sido otra si la mujer no hubiese muerto cuando ella nació. A pesar de que era una de las pocas cosas por las que su padre no la culpaba, ella se sentía responsable. Nació el mismo día en que la mujer que le dio la vida falleció.

Y como era de esperarse, aquellos tristes pensamientos la habían llevado a pensar en otras cosas más próximas, como la muerte de su mayordomo. En lo sola que estaría, porque él algún día moriría.

No se imaginaba qué sería de ella el día en el que él ya no estuviera presente, y ese día no parecía tan lejano, pues Geert tenía ya treinta y cinco años sirviendo a los Blütt. Era un hombre viejo, su edad andaría alrededor de los cincuenta y cinco, pero el peso de los años que había cuidado a Elysia le doblaban la edad; había sido ella misma quien se había encargado de desgastarlo más que nadie.

-Geert...-interrumpió Elysia, con voz dudosa.

-¿Qué sucede, señorita?-Geert la miró de inmediato, y su expresión cambio a una de preocupación, pues los verdes ojos de Elysia no mentían, algo la afligía.

-¿Qué pasará conmigo el día en que...no estés?

-¿Por qué me pregunta eso?-cuestionó extrañado.

-Eres lo único que tengo. El día en el que tú ya no estés me encontraré sola -dijo con la voz quebrada, después carraspeó-Sabes que eres la única persona que me apoya en éste lugar...

La Falsa Trinidad: El Secreto de Lilith [TRILOGÍA]Where stories live. Discover now