Capítulo IV: El Lobo Blanco

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–Mercurio...–dijo ella a modo de saludo con entusiasmo mal fingido.

Elysia inmediatamente se giró para encontrarse con el sujeto que respondía a ese nombre y que comprendió, la castaña no tenía ni los más remotos deseos de encontrarse.

Era un hombre alto de piel clara. Usaba un traje de color blanco con detalles en color dorado. Tenía el cabello muy lacio y largo hasta la mitad de su ancha espalda, de color negro azulado y con la raya en medio. Su rostro era precioso, de facciones gruesas y oscuras cejas pobladas, enmarcando sus hermosos ojos de color turquesa.

Tomó el asiento de Cassius enseguida.

–¿Qué haces por aquí? ¿Y sin el alcohólico león del infierno?– preguntó Mercurio, con fingida sorpresa a Kháos – Es una novedad que no lo hayas traído a uno de tus viajes.

–No siempre estamos juntos, Mercurio, también necesitamos nuestro espacio – respondió desdeñosa.

–Ésta es la primera vez en años que veo que se dan su “espacio”, ¿sabes?– espetó Mercurio, con el mismo tono burlón.

– Como sea ¿tú qué haces aquí? No eres muy fanático de viajar a tierras lejanas a tu querida España.

–En eso tienes razón. Odio salir de viaje y más a lugares en los que nadie habla ni una pizca de español. Siempre lo he dicho, no hay nada más bello que España, ningún país que he visitado se le compara– dijo, con rebosante orgullo.

– ¿Entonces qué haces aquí?– preguntó enfadada – Me parece que no vas de regreso a España, sino que apenas la has dejado ¿a dónde vas?

–Odio cuando haces eso– confesó con desagrado– He tenido que salir para arreglar ciertos asuntos que me encargó la reina– contestó, dándose importancia.

–¿Relacionado con los híbridos?– preguntó curiosa, cruzándose de brazos.

–Tal vez, pero no es algo por lo que tu linda cabecita debería de preocuparse, Adama –dijo Mercurio, vapuleando la frente de la chica con su dedo índice, a lo que ella sacudió la cabeza molesta para alejarlo y después soltó una carcajada.

–¡Ja! ¿Entonces quién debería de hacerlo? ¿Tu equipo de payasos y tú? ¡No me hagas reír!

Mercurio de pronto borró la sonrisa de su rostro y la miró con seriedad –Por lo menos, nosotros hemos estado ocupados intentando solucionar los conflictos que hay entre nuestra raza y los humanos. Hemos estado brindando apoyo y salvación en todas estas décadas, mientras que Cassius y tú, se la han pasado no sé dónde, haciendo no sé qué, pero sé muy bien que lo que sea que hicieren durante este lustro, sólo fue para beneficio de ustedes dos.

–¿Y? Cada quien decide en qué gasta su interminable tiempo ¿no crees? – respondió Cassius a sus espaldas– ¡Mercurio! Francamente, no me alegro de verte.

–Ni yo, de hecho, pensé que no te encontrabas aquí. La botella debió delatarte, pero es que Kháos también es alcohólica.

Kháos lo fulminó con la mirada, y Mercurio esbozó una sonrisa burlona. Entonces, sus intensos ojos color turquesa se posaron en Elysia.

–Vaya, ¿Quién es la joven?– preguntó con evidente intriga.

-Su nombre es Anne– respondió Kháos–, aunque la verdad es que no te incumbe.

Elysia hizo una mueca poco notoria al escuchar que la castaña le había cambiado el nombre repentinamente.

Mercurio fingió reír– Kháos, tan grosera como siempre.

La chica lo miró con el entrecejo fruncido, mientras Elysia consideraba prudente no intervenir en la conversación.

–Señorita, Anne –la llamó Mercurio– Discúlpeme por ser tan descortés. Mi nombre es Mercurio. Es para mí un gusto conocerla.

La Falsa Trinidad: El Secreto de Lilith [TRILOGÍA]Where stories live. Discover now