Capítulo XI: Apuestas

59 12 0
                                    

—Lady Mefisto y yo bajaremos aquí,— anunció Cassius cuando pasaron por el centro de la ciudad—  ustedes pueden ir al hotel.

—Pórtense bien— dijo Kháos— y no olvides que partimos a la hora de las brujas.

— Lo tengo presente — aseguró.

Bajaron de la carroza y Elysia lo siguió, presa de un evidente desconcierto. No le había informado sobre aquel paseo improvisado.

—¿A dónde vamos?

Eran alrededor de las nueve y media de la noche. Las calles aún estaban transitadas y algunos restaurantes estaban en servicio, habitados por los alegres napolitanos que cuchicheaban con entusiasmo.

—Le mostraré algo —comentó, dedicándole una sonrisa lobuna.

Anduvieron por la calle y dieron vuelta en una oscura esquina, dónde dos hombres vestidos con elegancia fumaban un cigarrillo y charlaban.

Se internaron en un callejón oscuro que era débilmente iluminado por el fulgor de la luna, y llegaron a una calle sin salida, cuyo suelo grisáceo era de adoquín. Se encontraba rodeado por la parte trasera de locales, destacando entre ellos una gran casa de una planta, con paredes color vino y una puerta de doble hoja de madera fina. Había hombres afuera del lugar, fumando y carcajeando, con claras intenciones de ingresar a aquel sitio, del emanaban alegres melodías.

—¿Una taberna? ¿No dijiste que me mostrarías algo?— preguntó, confundida.

—Aquí hay mucho para ver.

Se adentraron en el lugar, pasando a través del gentío. El interior se mostraba ligeramente elegante, parecía un bar para hombres de la alta sociedad. Dentro, las paredes también eran de color vino y había varios cuadros colgados con diferentes personalidades o paisajes; había numerosas mesas redondas de madera con varios bancos alrededor y personas sentadas, bebiendo y jugando, en su mayoría hombres.
Al fondo se hallaba la larga barra y el cantinero limpiaba los tarros con un trapo amarillo. En un extremo había un pequeño escenario de madera, en donde un cuarteto de tres hombres y una mujer de piel oscura y lustrosa, tocaban con frenesí las melodías de su tierra. La dama usaba una falda larga de color anaranjado con una blusa a juego y collares de coloridas piedras naturales, bailando alrededor de su cuello al compás de su danza.

Aquellas armonías provocaban en la alemana una extraña fascinación. Sintió la pasión recorrer su cuerpo, el éxtasis penetrando cada uno de sus poros.

—Por cierto, es normal si experimentas una especie de excitación— comentó de pronto, mientras ambos se detenían a mirar el cuarteto. Se debe a la música de los haitianos, es vudú.

—¿Por qué tocan eso aquí?— preguntó confundida.

—Tocan su música para ganar dinero al mismo tiempo que alaban a sus dioses— se colocó un cigarrillo entre los labios y lo encendió. Es así como agradecen en nombre de su inquebrantable fe.

—¿Agradecer qué?— cuestionó la rubia.

—El vudú tiene sus raíces en Haití. Gracias a él pudieron defenderse del sistema esclavista, lady Mefisto —explicó Cassius. Su ceremonia más importante es la de Bois Caïman, hecha el catorce de agosto de 1791. Con ella, inició la revolución en su país y se liberaron de los colonos franceses.

—Agradecen su ayuda en la independencia — respondió Elysia.

—Así es. Los espíritus están en todas partes, si los llamas, te escucharán.

Entonces la joven creyó ver tras los haitianos a una anciana negra, mirando a los cuatro jóvenes con una sonrisa para después desaparecer.

Atravesaron el interior del lugar, dirigiéndose a la barra. La alemana pudo saborear en el aire la líbido que emitían las personas en el lugar, atrayéndola casi inevitablemente. Respiraba la avaricia de quienes sentados alrededor de las mesas, reían con un puro entre los dientes, agitando en una mano pequeñas bolsas de color marrón con monedas doradas dentro, esperando con ansias ser usadas en la próxima partida.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Feb 16 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

La Falsa Trinidad: El Secreto de Lilith [TRILOGÍA]Where stories live. Discover now