Capítulo VII: Macchio Kavrio

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— Haremos una parada en Nápoles — anunció Cassius después de varias horas de viaje, cuando el sol anaranjado comenzaba a asomarse

— Nos quedaremos como mínimo dos noches, si todo sale bien.

Nadie le preguntó a qué se refería con “si todo sale bien” pues quedarse en el hotel les parecía una gran idea fuera cual fuera el motivo, ya que después de aquellas aburridas y cansadas horas de camino los invadía el insistente antojo de descansar en una cómoda cama y degustar una buena comida.

— ¿Has hecho reservación?  — preguntó Kháos con recelo. Él bufó.

— Soy Cassius Radeghieri, yo no necesito reservación — espetó, mientras ella ponía los ojos en blanco.

— Eso no significa que siempre habrá habitaciones disponibles — susurró la castaña.

Minutos más tarde llegaron al hotel llamado "La Bella Luna", que se encontraba en las orillas de la ciudad, cerca de un verde bosque que se abría paso hacia el oeste. Era una enorme casona de color beige que tenía por lo menos tres pisos. El lugar era muy tranquilo, solo se escuchaba el susurro de las hojas y el canto de aves a los alrededores.

Cassius le dio a Regulus un parche para que lo colocara sobre su ojo izquierdo y le advirtió no levantar la mirada. Él asintió a regañadientes.

—Vamos — invitó Cassius, chasqueando los dedos para que la puerta de la carroza se abriera.

Bajaron del carruaje fatigados por el largo recorrido y caminaron a paso lento a través del extenso camino de mármol que conducía hasta la escalinata en la entrada del hotel, rodeados por un inmenso pastizal perfectamente cortado.
Una ventisca helada recorrió la espalda de Elysia, haciéndola estremecer. Por algún motivo que ella ignoraba, aquel lugar parecía extraño y sospechoso.

Cruzaron la enorme puerta de doble hoja de caoba en la cima de la escalinata. En el interior se apreciaba el exquisito estilo barroco del lugar, con alfombras rojas y paredes de color beige, adornadas por largas cortinas de color rosa pálido cubriendo los enormes ventanales en forma de arco.
Presumía ser un lugar costoso a causa de tanto boato.

— Buenas noches — saludó la recepcionista.

Era una mujer delgada de al menos setenta años de edad, de lacio cabello rubio con destellos plateados, recogido en un moño; tenía unos fríos ojos azules y nariz aguileña. Su rostro reflejaba calidez y bondad, sin embargo la sonrisa retorcida que mostraba le producía cierta intriga a Elysia —¿Puedo ayudarlos en algo?

— Así es, buena mujer ¿tendrá dos habitaciones libres?— preguntó Cassius amablemente.

— ¿Tienen reservación? — preguntó la anciana, en cuya insignia plateada se leía el nombre “María Shipton”

— Soy el conde Cassius Radeghieri — declaró a la vieja recepcionista, con aires de superioridad.

— No podría confundirlo nunca, joven Radeghieri — aseguró la mujer con alegría, dedicándole una sonrisa como si fueran amigos desde hace tiempo — Es sólo que esperaba que esta vez si hubiera hecho una reservación.

Kháos soltó una carcajada y Cassius miró a la mujer ofendido, sin que ésta lo notara.

— Las habitaciones cuarenta y uno y cuarenta y dos — Indicó entregándole dos llaves al chico—. Disfruten su estancia.

— Muchas gracias, señora Shipton — dijo Cassius, despidiéndose con la mano, mientras se agitaba la llave que le había dado.

Un joven mozo uniformado de verde oscuro llegó y se llevó el poco equipaje que traían consigo después de saludarlos cortésmente, y se dirigieron a las escaleras de mármol que se encontraban al fondo de la recepción.

La Falsa Trinidad: El Secreto de Lilith [TRILOGÍA]Where stories live. Discover now