Epílogo| El reinado.

2.8K 298 52
                                    

Ese día se corrió el rumor. La progresía no se había cumplido y se había desatado algo peor por la culpa de los vampiros.

Se corrió la voz.

Lucy era el tema de conversación de cada clan, sociedad, manada y mesa. ¿En verdad gobernaría? Muchos lo dudaban, por muy poderosa que fuera sería imposible poner un mundo a sus pies.

Natsu fue curado y cayó en un profundo sueño, sin intenciones de despertar. Lucy, herida y dolida con el mundo decidió poner en marcha su plan y nueva meta de vida.

Poner a los pies de Natsu el mundo entero.

Muchos lo encontraro ilógico, ¿Poner países enteros en dictadura por una persona? Era absurdo. Pero no lo entendían, jamás lo harían. Los juramentos de Lucy iban más allá, mucho más significativo, más profundo. Más devastador.

Su primer reinado, fue el de su propia manada. Su consejo se formó rápidamente por las personas que la cuidaron toda la vida, Wendy y Zeref, siendo el ultimo su fiel mano derecha, Gray, Levy y Gajeel. Nunca tuvo la oportunidad de hablar con  Juvia sobre lo ocurrido, la vampira quien quedó en cinta y Lucy le ofreció su protección y cuidado.

Nadie se opuso, era su Luna deßpues de todo.

Su poder era ilimitado, cada día era descubrir algo nuevo. Y así empezó.

Primero toda Asia. Luego países cercanos, continentes completos, km y luego el mundo. Lucy arrasó con todo a su paso, atacando y gobernando todo lo que estaba a su alcance. Hubieron opresiones, rebeldía, incluso alzamiento, pero no se vio afectada.

Ella movía la mano y los rebeldes eran parte de la historia.

Todos la conocían, todos sabían su aspecto majestuoso, similar a la de un dios. Era una criatura demasiado bella para ser real. La tierra temblaba bajo sus pies descalzos y todos conocían las historias de los que atentaron contra su vida.

Para su mala suerte, llegó a exterminar casi países enteros por su orgullo, y a pesar de que no le gustaba la idea lo hacía.

Esperaba pacientemente el retorno del hombre que jamás dejó de amar. Cada día era una nueva batalla con sus demonios internos para no hacer arder todo en fuego y fundirse en el infierno junto a su amado.

Lentamente, el tiempo transcurrido y Lucy, a pesar de tomar los países como una dictadura, nunca los descuidaba. Mantenía la paz y no dejaba que los humanos fueran oprimidos. No tenían d que quejarse, desde que la bella mujer los conquistó tenían una mejor vida, educación, medicina, bienes y servicios. Por lo que el pueblo empezaba a comprender, a sentir el mismo dolor que tenía su nueva reina.

Tan bella.

Tan irreal.

De ojos tristes.

Fue una tarde de invierno en Asia. El castillo estaba en silencio. Wendy había encontrado su pareja, Zeref había salido en busca de los lugares más remotos en busca de la suya propia. Gray estaba con su mujer y su bello hijo, al cual Lucy le había agarrado un cariño indescriptible. Gajeel resultó ser la pareja de Levy, quienes estaban bajo su cuidado, por lo que nadie podía hacerles nada.

Lucy se había convertido en la nueva matrona, como en la era feudal.

Ese día estuvo inquieta, su magia estaba bipolar y amenazaba con explotar en cualquier momento. Se paseaba por el balcón admirando su esfuerzo por poner el mundo a los pies de Natsu.

Y lo había logrado.

Era como una bella flor, abierta a los rayos del sol, brilla do y mostrando su jovial belleza. Pero resistente y soportando las más terribles lluvias y tormentas.

Entonces sucedió.

Sintió el llamado, su cuerpo reaccionó enseguida, una corriente de pies a cabeza que la hacía estremecer. Algo iba a ocurrir. Suaves caricias en su cuerpo la hicieron cerrar los ojos, aire fresco, brisas, dulces susurros. Todo estaba ocurriendo.

Un llamado.

Se dio vuelta mirando el cuerpo de Natsu, descansando apacible sobre la cama.

Se adentró en la habitación cerrando con cuidado la puerta, su vestido se arrastró en el suelo al acercarse a la cama. Se agachó mirando atenta el rostro de su amado y se atrevió a colocar una mano en la mejilla morena de Natsu, acunandola.

Tomó una suave y silenciosa bocada de aire.

Cerró los ojos, conectándose con su amado. Los abrió otra vez, y sonrió sintiendo sus manos picar. Alejo la mano lentamente sintiéndose dichosa. La alegría destellaba en sus ojos y su sangre burbujeaba emocionada.

Lo sentía.

Lo veía.

El estaba aquí.

— Aquí estoy, amor mío. — Hablo, admirando su masculina belleza. — Te he puesto el mundo a tus pies. — Lo miro con intensidad — Esperando tu llegada, jurandote amor eterno cada día, cada noche, cada respiro, cada latido. Amor mío, dueño se mis sueños, he sido paciente.

Pequeñas lágrimas de emocion se realizaron por sus ojos.

— Estas aquí...

Los ojos verdes de Natsu se abrieron, recorrieron la habitación y cuando se toparon con los chispeante de Lucy, sonrió.

— Volví.

Fin.

Mi pequeña Mate. [ NaLu ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora